El despertar místico

CAPÍTULO UNO.

Maratón 1/2

KASSIA.

 

Pasé semanas enteras vagando por el bosque de nuestro territorio esperando encontrarla, esperando que me recibiera con un abrazo y que me dijera que todo estaría bien ahora. 

Durante las dos primeras semanas no me permití perder la esperanza, a la tercera solo esperaba encontrarme con cualquier miembro de nuestra manada y que me explicara qué había ocurrido. 

A la cuarta reuní el valor necesario y regresé al pueblo y les dí sepultura a todos los que habían perecido.

 

Fue allí cuando comprendí que no había sido un ataque de otra manada como había creído en un comienzo, sus cuerpos tenían agujeros de bala y por la entrada al pueblo encontré marcas de autos.

 

Para la quinta semana la esperanza de encontrar a quien sea se había desvanecido y desde entonces yo ya no vivía, solo existía.

 

Me planteé ir por ella, buscarla. ¿Pero donde se suponía que lo haría? ¿Atacaría a todos los humanos que en mi camino se cruzaran hasta dar con el indicado?

Cuando la desesperación me estaba atacando con su mayor movimiento y estaba por perderme, lo recordé.

 

—¿Qué hacemos aquí Sy? —preguntó mi yo de ocho años.

 

—Te presentaré una vieja amiga cachorra —Syna caminaba a paso seguro, con la frente en alto pero regalándole una sonrisa a todo el mundo. Estábamos en una manada algo alejada de la nuestra.

 

Llegamos a una anticuada cabaña de madera y luego de tocar la puerta nos recibió una anciana de cabello blanco y ojos vacíos.

 

—Syna, que alegría verte. Pasen pasen.

 

Dude que lo diera en serio, la anciana no parecía ver ni siquiera sus propios pies y aun así se desplazaba por el lugar con completa soltura.

 

Syna pareció leerme el pensamiento cuando dijo:

 

—Amaris no necesita sus ojos para ver, ella lo ve todo y debes recordarlo por si algún día necesitas de su ayuda. Ella sabrá ver por ti cachorra.

 

Nos quedamos el resto de la tarde en su cabaña charlando, bebiendo té y mientras ellas platicaban yo soñaba con ser así de mayor. Como ellas dos, tan sabias y fuertes.

En el transcurso de los años la seguimos visitando. Amaris envegeció, el paso de la vida era notorio en ella pero seguía siendo la misma anciana simpática que conocí de pequeña y que adoraba visitar.

 

No dude en visitarla y aunque sus palabras no fueron lo que esperaba, calmaron un poco el dolor de mi alma.

 

—No debes preocuparte Kassia —Me había dicho —Ella volverá a ti, tal como te lo prometió.

 

Ahora me encuentro recorriendo los bosques en mi forma lobuna, buscando un lugar que pueda ser mi hogar. Quise quedarme en mi antigua manada pero Amaris dijo que debía seguir mi camino, que los espíritus del bosque me guiarán a mi lugar y que luego, cuando fuera el momento, ellos guiarán  a Syna hasta mi.

 

Me enfadé con ella al principio, ¿acaso pretendía que yo siguiera viviendo mi vida como si nada sin saber que era de Syna?¿Sin saber si estaba bien o no?

Pero luego recordé que no estábamos hablando de cualquiera, era Syna. Ella era única y jamás dudaría de sus capacidades y fuerza.

 

Llegó a un territorio nuevo cuando el sol comienza a ocultarse y tarde me percato que dos lobos me observan amenazantes.

Son grandes pero no tanto como Syna, sin embargo su tamaño me supera por mucho. Mi lobo es uno de los más pequeños, no solo por su supuesta apariencia dócil que debe tener en las mencionadas sino porque tengo el tamaño similar al de un cachorro llegando a su adolece, apesar de yo ya estar en ella.

 

Aplano mis orejas y ofrezco mi cuello en señal de sumisión para que sepan que no represento ningún peligro para ellos. Muevo la cola alegre cuando ellos dejan sus apariencias amenazadoras y se me acercan para olfatearme.

Uno de ellos cambia y me observa desde arriba mientras intento disimular mi incomodidad a causa de su desnudes. Es algo común entre nosotros sin embargo siempre me causó algo de pudor observar la desnudes de otros.

—Siguenos, vamos niña—su voz es gruesa y me causa escalofríos, rápidamente lo identifico como la mano derecha del alfa mientras que al otro lo catalogo como un guerrero —Te daremos algo de comer y un poco de ropa.

 

El otro ruñe adoptando su forma humana.

 

—¿Acaso se te fundio el cerebro? —espeta enojado —¿Llevaras a una completa desconocida a casa?

 

—Es una niña Josh, ¿la dejarás en el bosque en plena noche?

 

El tal Josh no contestó y comenzó a caminar, lo seguí después de que el más amigable me hiciera una seña para que los siga.

 

Quizás las cosas no estaban tan mal, quizás ellos podrían ayudarme.

 




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