El despertar místico

CAPÍTULO SIETE

SYNA

 

Despertar con un extraño acariciándome la mejilla no fue algo que esperase. Tardo un poco en salir de mi estupor, cuando el sueño me abandona por completo reacciono. Quizás no de la mejor manera, pero actuo por instinto.

 

Agarró su muñeca y la tuerzo hacia un lado con todas mis fuerzas tanto que escucho su hueso crujir. Los grilletes no impidieron que lo atacara.

 

—¡Maldita loca! —grita furioso. Loca, ¿yo? él era el que me observaba dormir como si fuera un acosador.

 

Pasos apresurados se oyen por el pasillo para después ser abierta la puerta, entrando por ella Kassia y otro hombre que mira la mano del otro impactado.

 

—¿Qué ocurre? —Kass mira de él a mí una y otra vez.

 

—Este loco me estaba mirando dormir.

 

Su risa no tarda en hacerse presente, sentándose a mi lado con una expresión extraña.

 

—Sy, no es un loco —explica mientras él me observa entre curioso y enfadado —Él es Dorian, el alfa de la manada. Se ofreció a venir a revisar cómo te encontrabas.

 

—No fue mi intención asustarte, lo siento.

—Diría que no fue mi intención romper tu mano, pero si lo era.

 

El otro hombre comienza a reírse de manera estruendosa sosteniendo su abdomen.

 

—Ya me agrada —se acerca y me ofrece una de sus manos —Soy Joshua, un placer. Por favor no rompas mi muñeca.

 

—Encantada —apreté su mano, esta vez controlando mi fuerza.

 

Se quedaron un  rato más en la habitación y luego se marcharon no sin antes avisarme que al día siguiente Dorian quería hablar conmigo en privado.

Fue una clara señal a Kassia que no se despega de mi lado, mi cachorra siempre fue muy curiosa y quería saber todo, no soportaba no enterarse de algo.

 

Kassia se recuesta a mi lado y comienza a jugar con sus rastas.

 

—¿Te tratan bien, cachorra? —los espíritus rodean la casa  y parecen cómodos en el lugar, pero no puedo evitar preguntar igualmente.

 

—Si, son muy buenos conmigo. Te agradaran.

 

—Seguro que si —me acomodo mejor en la cama y permito que ella se acurruque a mi lado —Descansa Kass.

 

—Descansa Sy.

 

Su respiración se hace acompasada minutos después mientras que yo me mantengo con los ojos abiertos, alerta a un peligro que no existe, acaricio su cabello y miro sus facciones. Ha creído demasiado en estos tres años.

 

Aun recuerdo la primera vez que la vi, era una bebita regordeta que reía por todo. Sus ojos brillaban de alegría.

Cuando comenzó a crecer se volvió muy inquieta, corría de un lado al otro, jugaba con todos y continuaba riendo por todo. Algunas veces la veía oculta entre los arbustos observandome entrenar, mientras conectaba con los espíritus o simplemente cuando caminaba por el lugar sin más.

 

Pronto me acostumbre a tener una pequeña sombrita que me seguía por todas partes, pocas fueron las veces en las que hablamos y aun así, el día de su cambio cuando su padre mandó a matarla no dude en hacerme cargo de ella. Porque vi más allá de lo que todos veían, porque supe que ella tenía demasiado para ofrecer.

Además que jamás permitiría que hicieran una atrocidad así a una pequeña niña que el único error que cometió fue nacer en una familia que no la supo apreciar.

 

Poco a poco los ojos comienzan a pesarme y caigo en brazos de la inconsciencia recién cuando el sol comienza a asomarse en el horizonte.

 




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