El despertar místico

CAPÍTULO OCHO

Maratón 1/2

SYNA

 

Cuando despierto aun siento el cansancio presente en mi y es que he dormido menos de tres horas. Kassia continúa durmiendo plácidamente a mi lado, ella siempre fue reacia a levantarse temprano. 

Despertar tarde, según ella, es una maravilla necesaria para comenzar el día y es que en ella, madrugar es sinónimo de mal humor. Y nadie quiere ver a Kassia de mal humor.

 

Para mi sorpresa se despierta pocos minutos después que yo, se estira en la cama de manera perezosa y al ver que la estoy observando, sonríe.

 

—¿Qué haces despierta tan temprano Kass?

 

—Quiero aprovechar el día contigo, tengo muchas cosas que mostrarte —no puedo evitar pensar en los tierna que se ve hablando mientras se refriega un ojo —Además debes hablar con Dorian y él me dio la llave para abrir los grilletes.

 

—Está bien, trataré de hablar rápido con él para que pasemos más tiempo juntas.

 

Nos levantamos y tomo una ducha para luego vestirme con ropa de Amapola, ya que tenemos talles similares.

Sigo a Kassia por un pasillo, bajamos unas escaleras y llegamos a la cocina en donde todos están desayunando.

Las presentaciones no se hacen esperar, las preguntas cordiales tampoco. 

 

Desayunamos en un cómodo ambiente, los veo platicar y bromear. Kass sonríe siempre que Tyler hace alguna broma o cada vez que Amapola empieza una pelea infantil con quien se presentó, el día anterior, como Josua.

Al terminar el desayuno sigo a el alfa hasta su oficina, en donde me siento frente a un escritorio y él se posiciona del otro lado.

 

—¿Cómo estás Syna? —pregunta cauteloso—¿Tu loba está en control?

 

Lo observo, se que es de confiar, que Kassia y todos aquí lo aprecian pero aun asi me cuesta ser del todo sincera con el.

 

—Estoy mejor, mi loba… —quiero confiar en él, ser sincera— Está un poco inquieta, quiere salir pero se que no es lo más conveniente en estos momentos. No soy estable.

 

—Lo más recomendable es que evites el cambio por un tiempo, hasta que tengas el control total.

 

—Si, lose.

 

—Respecto a las cadenas...—se lo ve incómodo, avergonzado quizás —Creo que lo mejor es que sigas usándolas por la noche.

 

—Es cuando más vulnerable estoy, lose.

 

Nuestros pensamientos parecen coordinar, nuestras opiniones son similares. 

Y es que él es el alfa de esta manada, su instinto le hace proteger a todos y yo también lo soy, en una parte al menos, así que también deseo protegerlos a pesar de no conocerlos. Tengo una constante necesidad de proteger a los que me rodean.

 

—Puedo preguntar ¿qué ocurrió? —A pesar de ser una pregunta, la orden se filtra en sus palabras, él espera mi respuesta.

 

—¿Has oído hablar de los médicos suicidas? —una de las muchas historias que corren entre las manadas es sobre ellos. 

 

—Si, recuerdo la historia —dirige su mirada a la ventana que da al jardín y parece pensar en algo ya que sus cejas se fruncen —Pero es una leyenda…¿no?

 

La historia surgió en los inicios de la creación de las criaturas sobrenaturales, en el siglo XIV cuando algunos médicos realizaban procedimientos a personas desahuciadas con el fin de descubrir qué más podía dar el ser humano. Con el pasar de los siglos los procedimientos se modernizaron y las lobotomías comenzaron a ser el mejor proceso. Con los años comenzaron a escasear hasta extinguirse pero su historia permaneció presente, tanto que era un cuento de terror que se les cuenta a los niños cuando no se comportan. Asustandolos diciéndoles que si se portaban mal, los médicos suicidas irían a por ellos.

 

Médicos que despiertan la parte sobrenatural de las personas con los más atroces procedimientos sin importarles las consecuencias. Por ello se los llamó suicidas, muchos de ellos morían a manos de las garras de lo sobrenatural. 

Aunque ahora sé que no es una historia ficticia más, es real. Tan real hay millones de ellos. Por todo el mundo. 

 

—No, ya no lo es…

 

Cuando considero que ya no hay más que decir me levanto de la silla y me dirijo hacia la puerta, ansiosa por saber qué es lo que Kass quiere mostrarme.

 

—Dorian —él me observa, fijamente —Me marcharé en cuanto esté recuperada por completo.

 

El no refuta mis palabras, no me contradice. Quizás porque sintió la determinación en mis palabras.

Y es que no voy a quedarme de brazos cruzados, pero para hacer lo que planeo necesito estar recuperada y en mi mejor estado. 

Aún estoy lejos de estarlo.

Me encuentro a Kassia en el jardín charlando con Sebastián quien es el primero en verme, parece avisarle de mi presencia a ella ya que se gira y comienza a caminar hacia mi.




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