El despertar místico

CAPÍTULO DOCE

SYNA

 

Cuando despierto Kassia no esta a mi lado, no me preocupo ya que ayer pasó el resto del dia enojada conmigo, evitándome.

Camino por el pasillo hasta llegar a la cocina y bebo algo para después salir de la casa y conectarme con los espíritus, relajándome en el proceso.

 

Desde hace un rato siento una insistente mirada en mi espalda y cansada de ella, me volteó encontrándome con Dorian, quien tiene una expresión que me altera. 

Sus ojos siempre claros y comprensivos están cargados de incertidumbre y algo más que no llego a identificar.

 

—Syna, ¿puedes venir un segundo? —me levanto y camino hacia el. Me extiende un papel arrugado sin decir nada. 

 

—Mierda, debo ir por ella —Kassia se marchó, sin decir a donde iría. Solo avisando que volvería pronto —¿Como se le ocurre ser tan imprudente? 

 

—Syna, calma —las palabras de Dorian hacen todo lo contrario que calmarme —Ella volverá, lo dice aquí.

 

—¡No puedo calmarme, Dorian! —mis gritos alertan a los demás en la casa, que nos observan intrigados por las ventanas —Es demasiado peligroso ahora para que ella esté por ahí sola.

 

—Sabe defenderse, es buena luchando y…

—¡Eso no será suficiente si se encuentra con esos locos! —desesperación, enojo, frustración —¡¿Por qué estás tan tranquilo?!

 

—Kassia sabe cuidarse, Syna, tú se lo enseñaste. Si supiera que ella está en peligro ya hubiera ido tras ella.

 

—¡Tú no sabes nada! —grito mientras comienzo a caminar hacia dentro, esquivando la mirada de todos — ¡Nada!

 

La primera vez que Kassia se escondió, dure tres horas buscándola. Siempre tuvo un talento innato para esconderse y que nadie la encontrara si así ella lo quería.

Tenía ocho años y se había enfadado conmigo porque no le permití comer más galletas de chocolate, recuerdo haberme volteado para guardar algunas cosas y cuando volví a mi lugar, ella ya no estaba.

 

La encontré al atardecer, escondida entre las ramas de un árbol.

 

—Cachorra, vamos. Baja de ahí —le dije al verla abrazando el tronco de un árbol. Me ignoró y miró hacia otro lado, como si yo no estuviera ahí —¿Me vas a hacer subir hasta ahí, Kassia?

 

No recibí respuestas así que comencé a escalar el árbol, con mi paciencia esfumándose a cada centímetro que escalaba. Cuando llegué a su lado, me miraba de reojo, encogida de hombros y con su labio inferior temblando.

 

—No te enfades…

—¡Por supuesto que me enfado! —fue la primera vez que me enfade con ella —¿En qué estabas pensando, eh? ¡No puedes desaparecer sin más, Kassia!

 

—Perdón Sy...es que no me dejaste comer más…

 

—Está bien si te enfadas pero no puedes irte así, debes avisar. Siempre —mi mal humor se iba desvaneciendo y es que, siempre fui débil con ella. Me era imposible enojarme por demasiado tiempo si me veía con esos ojitos llenos de brillo —¿Entendido?

 

—Si, entendido…

 

—Bien, ahora vamos que tienes que hacer tarea.

 

El camino a casa fue en silencio y ella no me habló por dos horas más, hasta que apareció a mi lado disculpándose por haberse escapado. Nuestras peleas continuaron con el paso de los años, solo que ya no eran por que quisiese comer más galletas, y ella siempre dejaba alguna nota diciendo que volvería pronto. Justo como ahora.

 

No puedo evitar llorar, por mi comportamiento, por haberle ocultado durante tanto tiempo mi verdad, por como trate a Dorian, quien no merecía recibir toda mi descarga emocional.

 

Unos golpes en la puerta se escuchan para después abrirse lentamente, dejando asomar la cabeza de Amapola que me observa tímida, ya que pocas veces son las que hemos hablado.

—¿Puedo decirte algo? 

 

—Claro, pasa —camina titubeante y se sienta a mi lado en la cama.

 

—Kassia...anoche dijo que le apetecía visitar a una vieja amiga, pero yo no creí que se iría así…

 

—¿Una vieja amiga? —Kassia solo tiene una vieja amiga, Amaris — ¿Dijo algo más?

 

—No, nada más —se queda en silencio, parece estar pensando en algo —Ella parecía...preocupada.

 

—Está bien, gracias Amapola —sonríe y se marcha de la habitación, mi temor disminuye pero no se extingue. Es un camino largo en el que muchas cosas pueden pasar pero se que si algo malo le ocurriera, Amaria me avisaría.

 

Cuando la noche se cierne sobre nosotros me dirijo a la habitación de Dorian, golpeo la madera con mis nudillos dos veces y espero una respuesta por su parte.

 

—Pasa, Syna.

 

—¿Cómo sabías que era yo? —preguntó mientras abro la puerta y me adentro a su habitación.

 

—Nadie llama con esa calma a mi habitación, generalmente no me molestan cuando estoy aquí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.