El despertar místico

CAPÍTULO 04

SYNA

 

Me encuentro algo mareada al salir del portal. La sensación que te causa viajar en él es inexplicable, tanto que dudo poder describirlo correctamente en algún momento de mi vida. Me maravillo cada vez que veo a uno crearse, en cada ocasión que los uso, a pesar de que todo se este cayendo a pedazos me es imposible ignorar lo mágico y maravilloso que es.

 

Camino entre la maleza y empiezan a oírse algunos ladridos y patitas desesperadas correr en mi dirección. Un lobo color caramelo corre hacia mí, con la lengua fuera de su boca y su colita peluda sacudiéndose de un lado al otro.

 

—¡Diablo! —emocionada acaricio su suave pelaje que es más espeso de lo que recuerdo, mientras intenta lamer mi cara —¡Pero mira cuanto has crecido!

 

Me encuentro entretenida mimando a mi pequeño Diablo, que ya no es tan pequeño, y no me percato de mi alrededor hasta que me encuentro acostada entre las plantas, con una alegre Kassia asfixiándome en un intento de abrazo desesperado. Diablo juega a nuestro alrededor con una mariposa que pasaba revoloteando cerca.

 

—¡Te extrañe tanto! —parece que el tiempo no ha pasado para mi cachorra, Kassia sigue igual que antes, con el mismo brillo de siempre en sus ojos.

 

—También te extrañe, Kass —le digo con una amplia sonrisa —Vamos, quiero saludar a los demás.

 

Nos levantamos y emprendemos camino a la casa, seguidas por Diablo. Al llegar al jardín nos encontramos a todos esperándonos. No me sorprende, sabía que ya todos estaban enterados de mi repentina llegada.

 

—¡Synaaa! —Ezra me rodea con sus brazos y me da un fuerte abrazo. Cada vez que lo veo me es imposible compararlo con su padre, tan similares y distintos a la vez —Menos mal que has regresado, alguien estuvo un poco molesto desde que te fuiste —dice en tono burlón y gira sus ojos en una expresión de burla que me provoca algunas risas.

 

Nos adentramos a la casa luego de saludar a todos. Platicamos un rato cosas sin sentido, incapaces de arruinar el buen humor que  nos rodea.

 

—¿Cómo te has adaptado, Mérida? —le pregunto a la rastreadora que se encuentra sentada a un lado de Dorian.

 

—Bien, todos son muy amables y es un lindo lugar —dice con una tímida sonrisa en el rostro —Kassia me está enseñando algunas tácticas de defensa.

 

—Bueno, entonces seguro serás buenisima en eso —digo sin poder evitar que el orgullo se filtre en mi tono de voz. Me alegra saber que Kass la ha estado ayudando.

 

En algún momento de la plática, Joshua y Amapola se marchan a hacer sus cosas, no sin antes decirme que están felices de mi regreso. Ezra observa el zafiro que cuelga de un colgante en mi cuello, una media sonrisa se forma en su rostro. El zafiro es de su padre y estoy segura de que lo reconoció.

—Dorian —él me observa, atento, con un brillo en sus ojos —¿Podemos hablar?

 

—Claro, vamos a mi oficina —nos levantamos y lo sigo hasta su oficina que continúa tan pulcra y ordenada como siempre.

 

Sostiene mi mano en una sutil acción y me arrastra hacia un alféizar en donde nos sentamos. Tiene una vista panorámica del jardín y el bosque que nos rodea.

 

—Las cosas no están bien, ¿cierto? —dice mientras acaricia mi mano. Sonrió, cautivada por su tierna acción.

 

—¿Cómo lo sabes?

 

—Porque si volvieras, no hubieras venido a través de un portal. Sentí su energía —dice con una sonrisa algo decepcionada.

 

—Necesito tu ayuda…¿podrías pedirle a Ramiro que venga?

 

—Claro…¿estás...estás enferma? —se acomoda en el asiento mientras me observa con preocupación. Niego con la cabeza —¿Entonces...?

 

—Es para alguien más…

 

Tomo una respiración profunda y comienzo a contarle la travesía que fueron estos últimos meses. Le habló sobre la casa en la playa, sobre los documentos que conseguí de las instalaciones de los médicos suicidas, de mi plan y le hablo de Ulises. 

—Quizás...quizás Ramiro pueda ayudarlo.

 

—Claro, le pediré que venga —deja que el silencio se expanda unos segundos y luego agrega —Pero…¿el niño dónde está?

 

—En la playa, lo iré a buscar cuando esté confirmado que Ramiro vendrá. No quiero arriesgarme a que se sepa dónde se están refugiando —asiente con la cabeza — Me pareció buena idea no exponer a Uli al viaje solo por un quizás.

 

—¿Tan delicado es su estado? —no puedo culpar a Dorian por no comprender la gravedad del asunto, no ha visto como la carne se desprende del rostro del pequeño niño.

 

—Ni siquiera tengo palabras para describirlo.

 

Dorian consiguió que Ramiro viniese, llegará mañana por la mañana. 

En verdad espero que no sea demasiado tarde para Ulises, solo es un niño que cayó en manos de personas equivocadas y merece poder salir adelante y dejar atrás todo ese sufrimiento injustificado.




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