El despertar místico

CAPÍTULO 05

KASSIA

 

Fuí ingenua al creer que Syna volvía, demasiado. Estoy en una marea de emociones contradictorias que no me permiten ser del todo sensata. Me alegra verla, poder estar con ella y sentir sus cálidos brazos a mi alrededor, endulzandome con su amor pero a la vez, me enoja saber que volverá a irse, que su estadía no será permanente.

 

Alegría, tristeza, emoción, miedo, esperanza. 

 

—Entonces…¿crees que tenga oportunidad?

 

—Si, si. Claro —digo sin pensar. Mérida habla sin cesar desde hace minutos y en algún momento, mi mente dejó de prestarle atención.

 

—¡Kassia! —grita, sobresaltándome —¡No me estas prestando atención!

 

—Lo siento, Mer —digo con una sonrisa apenada — ¿Que decias?

 

—Te estaba preguntando, si tú crees que tenga una oportunidad con...—se ve interrumpida cuando en medio del jardín aparece un elemento brillo.

 

Intrigadas, nos acercamos. Nos damos una rápida mirada con Mérida y cuando estamos a pocos pasos de él, dispuestas a descubrir qué es aquello, vemos surgir a Syna de él. ¿En qué momento se había ido?

La incógnita de su extraña llegada pasa a un segundo plano cuando bajó la vista y me encuentro con un pequeño niño sosteniendo su mano. Tiene el cabello castaño algo ondulado, pero lo que más te impacta al verlo es la herida supurante y llena de moho a un lado de su rostro.

 

—¿Sy…? —le pregunto intrigada, intentando no ser descortés con el pequeño niño que nos observa asustado. 

 

—Chicas, él es Ulises —dice con una sonrisa, de esas que me daba de pequeña cuando estaba asustado por alguna razón —Uli, ellas son Kassia y Mérida.

 

—Hola…

 

—¡Hola! —intento transmitirle cierta confianza para que deje atrás ese aspecto tímido que parece atarlo — Qué lindo nombre el tuyo.

 

El pequeño sonríe y su mejilla, la que no está herida, adquiere un color rosado. Indicando que se ha sonrojado. Su mirada se fija en un punto detrás de mí y al voltear, encuentro a Diablo jugando con una rama.

 

—¿Quieres que vayamos a jugar con Diablo? —observó a Sy, esperando su afirmación.

 

—Ve, Uli —le incita ella y luego, el niño sostiene mi mano con una pequeña sonrisa en su rostro.

 

—¿Vienes, Mer? —desde que ellos llegaron, se ha mantenido en un silencio extraño siendo proveniente de ella.

—Si, claro.

 

Pasamos un rato jugando con el lobo y luego, Ulises se marcha con Syna diciendo que no se sentía muy bien. 

Vemos a Ramiro surgir del bosque y se acerca sonriendo. Verlo me recuerda al estado de Syna cuando llegó. Mi mente ata algunos cabos sueltos y comprendo el porqué de la presencia de Ulises.

 

—Hola Kassia y…

 

—Soy Merida —dice la rubia ofreciendo su mano, en un saludo cordial.

 

—Un gusto, Merida —dice para luego dirigirse a mí —¿Podrías llevarme con Dorian?

 

—Claro, sígueme.

 

Me sigue dentro de la casa y se queda esperando en la cocina, encuentro a Dorian platicando con Tyler. 

Este último se encuentra un poco pálido.

 

—Dorian —lo llamo —Ramiro está aquí, te espera en la cocina.

 

—Oh, gracias por avisarme, Kass —emprende el camino a donde lo está esperando Ramiro y antes de desaparecer por la puerta se gira —Hablamos luego, Ty.

 

Se marcha y nos deja solos. Tyler continúa sin verse muy bien y preocupada le pregunto:

 

—¿Estás bien?

 

—¿Lo viste? —cuestiona mientras se resfriega el rostro en una acción frustrada.

 

—Si, estuvimos junto a Mer jugando un rato con Diablo —digo en voz baja —Es un niño agradable.

 

—Lo es...platicamos un rato. Deberías haberlo visto, cuando vio a Dorian parecía que se haría en los pantalones.

 

Reímos por su comentario. No me sorprende, Dorian me intimida incluso a mi y no es extraño que le pase lo mismo a un niño pequeño que no ha de tener más de seis años.

 

—No se ve bien… 

 

—No, no lo hace —digo mientras comenzamos a caminar lentamente hasta las escaleras, en donde encontramos a Joshua que es perseguido por un alterado Diablo mordiéndole los tobillos.

 

—¡Ayudenmeee! —grita, pero lo único que recibe de nuestra parte son risas escandalosas. Así la plática anterior queda dejada a un lado, pero no olvidada.

 




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