El despertar místico

CAPÍTULO 07

SYNA

 

Me cuesta respirar, el aire se siente pesado en mis pulmones. Siento el pelo pegarse en mi frente a causa del sudor, intento despertar, salir de aquellos recuerdos tormentosos pero me es imposible. Todo está teñido de dolor y sufrimiento.

 

La espalda me duele, siento mis huesos crujir y romperse lentamente.

Repentinamente, un pequeño cuerpo que emana calor se acurruca contra mi. El dolor poco a poco comienza a transformarse en una sensación mucho más cálida y luego mis sueños se convierten en una escena muy diferente a la anterior.

 

***

Unos pequeños deditos toca mi rostro, aquello me despierta y lo primero que veo al abrir los ojos es a Ulises, quien me sonríe cuando se percata de que ya no me encuentro dormida.

 

—Hola…

 

—Buen día, Uli —digo mientras paso mis dedos por su cabello —¿Cómo dormiste?

 

—¡Bien!, la cama es cómoda.

 

Fuera de la casa se escuchan los ladridos de Diablo y las voces de Amapola y Joshua, quienes al parecer se están burlando de Tyler, por algún motivo.

 

Miro el rostro de Ulises antes de salir de la habitación para desayunar y me alegro al ver que la herida no se encuentra peor. Sigue exactamente igual desde que comenzamos a administrale los medicamentos que Ramiro nos dió.

 

—Vamos a desayunar, ¿si? —bajamos las escaleras y al llegar a la cocina nos sentamos rápidamente ya que fuimos los últimos en llegar y la comida pronto se acabará.

 

Mérida platica con Ulises y ambos ríen por algún chiste absurdo que el pequeño cuenta. Ezra observa atento a Seb, quien se encuentra explicándole una receta a este. Sonrió un poco, al recordar que el hechicero jamás se ha interesado por la cocina.

 

—¡Dorian! —grita Kassia —¡Eso es mío!

 

—Ahora es mío —dice él con una sonrisa petulante mientras come la tostada que, con anterioridad, le robó. Tyler, Joshua y Amapola se burlan de la expresión que ella adopta. Parece una niña a la cual le han sacado algo.

 

Mi mente me lleva a un lugar oscuro, en donde me sumo en pensamientos tristes y tormentosos. En estos momentos, me es difícil actuar como si nada me ocurriese, todos aquí están bien y contentos, siento que no me necesitan. Las ansias de regresar a la casa de la playa y continuar con mis planes aumentan a cada segundo.

 

Las horas pasan, pero a la vez no. Es como si estuviera en pausa. Me avergüenzo un poco cuando Kassia regresa de su patrulla quejándose de que está cansada y me pregunta que hice mientras ella no estaba. La respuesta es simple, nada. No hice nada.

 

—¿Estás muy cansada como para hacer una pijamada esta noche?

 

—¿Bromeas? —cuestiona dando pequeños saltitos de alegría —¡Claro que no!

 

—Puedes invitar a Amapola y Mérida, si quieres.

 

—No, no quiero compartirte —dice haciendo un puchero con el que se ve un poco ridícula —Iré a pedirle a Seb que me ayude a preparar algo para comer a la noche.

 

Luego se marcha y yo salgo al jardín donde comienzo a correr y luego me transformo en mi loba. Diablo me sigue y pronto nos encontramos recorriendo el bosque velozmente. Después de unas horas regresamos y encuentro a Kassia en la cocina.

 

—Ve a la habitación, enseguida voy.

 

—Bien, te espero —dice mientras comienza a subir la escalera —¡No tardes!

 

Subo la escalera pero me dirijo a otra habitación. Golpeó la puerta y unos segundos después, Dorian abre con una expresión confundida que al verme, se transforma en una resignada.

 

—Te irás, ¿verdad? —pregunta y yo sonrío un poco, sin comprender cómo hace saber siempre lo que ronda en mi mente.

—¿Acaso sabes leer la mente?

 

—No, pero sí sé leerte a tí —hace una seña con la cabeza y cierra la puerta luego de que yo ingrese a la habitación.

 

—Siento que estoy perdiendo el tiempo… y…

 

—Tranquila, lo entiendo. Todos lo hacemos, no debes dar explicaciones.

 

—No se que hacer con Ulises...parece estar bien aquí y…

 

—Puede quedarse, Syna —dice acariciándome un brazo y esa simple acción hace que, vergonzosamente, me sonroje —Lo cuidaré, lo prometo.

 

Sonrío y en un arrebato de valentía, lo abraso. Tarda unos segundos en corresponder pero cuando lo hace, me rodea con sus grandes brazos y nos sumimos en una cálida sensación que parece ser capaz de solucionar todos nuestros problemas.

 

—Llamame si necesitas ayuda, ¿si? —dice cuando nos separamos —Te mantendré al tanto sobre Ulises. Estoy seguro que Ezra podrá hacer algo para que podamos comunicarnos.

 




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