El despertar místico

CAPÍTULO 09

KASSIA

 

Caminamos silenciosamente por un desolado pasillo de baldosas blancas, arrugo la nariz a causa del hedor de elementos químicos. Nos mantenemos en silencio siendo seguida por cinco personas que, por lo que he entendido, son los que acompañan a Syna en los ataques.

 

—¿Solo ibas con cinco personas? —cuestioné cuando estábamos por atravesar el portal creado por Malcom. 

 

—Si —contestó Syna, sin interés por mi cuestionamiento.

 

—Pero…¿no es demasiado arriesgado? —ella volteó a verme.

 

—No,no, ellos no estarán preparados porque no nos esperan —continuó amarrando algo a su cintura —Además solo son humanos y nosotros no.

 

Quise cuestionar aquello, decirle que quizás los estaba subestimando pero cuando iba a refutar sus palabras, ella ya había ingresado al portal.

 

Cuando llegamos al final del pasillo nos encontramos con una puerta eléctrica y Ariel, uno de los hombres que nos acompañan, se propone a abrirla con el menor ruido posible pero cuando se acerca a esta, una alarma ensordecedora comienza a sonar y por el pasillo que recorrimos anteriormente, aparece un grupo de hombres con armas eléctricas.

 

—Adiós al plan de ser silenciosos —dice una mujer de cabello corto.

 

Comenzamos a luchar mientras Syna produce un grito desgarrador que provoca que la puerta se desprenda de la pared y tengamos el camino libre. La pelea es corta ya que pronto los dejamos inertes en el piso. 

Ahora entiendo la nula preocupación de Sy, nuestra fuerza es mucho mayor a la de ellos pero aun así, creo que son unos enemigos dignos de respetar y temer.

 

Corremos por otro pasillo hasta llegar a lo que parece una cárcel. En algunas celdas se encuentran personas que distan mucho de una apariencia saludable.

Los cuento y frunzo el ceño, se suponía que aquí debía haber muchas más personas.

 

—Deben tenerlos en otro cuarto… —dice  Syna mientras un grupo de los médicos suicidas ingresan a donde estamos y una nueva batalla se desarrolla.

 

Ariel y la mujer de cabello corto, la cual no recuerdo el nombre, se separan del grupo y liberan a quienes están cautivos. Nuevamente la pelea no es muy épica y nos dirigimos al final del cuarto en donde hay una puerta doble.

 

Al abrirla, mi estómago se revuelve y debo tapar mi nariz con la manga de mi remera. Los ojos se me vuelven llorosos a causa del hedor y debo concentrarme en un punto vacío para no vomitar.

 

Frente a nosotros hay una enorme pila de cadáveres en un avanzado proceso de descomposición.

 

—Esto...no puede ser —dice Syna acercándose, la sigo a pesar de mi malestar y me posiciono a su lado.

 

—Mira —digo señalando la cabeza de un hombre que sobresale de la pila.

 

—Un orificio de bala… —dice mientras comienza a revisar otros cuerpos —No murieron por los procesos...los asesinaron.

 

La mayoría de los cadáveres tienen orificios de balas y al ver el cuerpo de un pequeño niño, de no más de tres años, mi estómago ya no es capaz de soportar todo esto y me inclino hacia un lado para vomitar.

 

—Los tengo —dice otro hombre, de cabello casi blanco, mientras sostiene unos papeles en la mano.

 

Me sorprende lo absorta que estaba en la escena que hay frente a mis ojos que no me di cuenta de que él se había marchado en algún momento.

Repentinamente, somos acorralados en aquella habitación llena de muerte junto a las personas que liberamos de las celdas.

 

Los médicos suicidas nos rodean y sus ojos reflejan una crueldad que jamás creí ver.

 

Adopto una posición de pelea, dispuesta a luchar cuando Syna me agarra del brazo.

 

—No —dice firme y luego sostiene la piedra que Malcom le otorgó, verifica que todos estemos cerca y luego, somos teletransportados y dejados frente a la casa de la playa.

 




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