El despertar místico

EPÍLOGO

Maratón final 3/3

10 años después.

 

Camino por la playa acompañada por Diablo. Lo que antes fue un pequeño cachorro color caramelo ahora es un gran lobo pero que continúa siendo un cachorro juguetón.

 

—¿Qué haces tú aquí? —cuestiono al adolecente que se encuentra sentado sobre una roca —¿No deberías estar en clases?

 

—Esas clases son inútiles, Kass —dice mirándome de reojo y con una sonrisa conquistadora.

 

—Inutil serás tú si no vas a las clases. Anda —lo sostengo del brazo y lo guío hacia detrás de la casa, en donde se encuentra un grupo de adolescentes practicando sus movimientos de pelea —Compórtate, lo digo en serio, Ulises. 

 

Alza las manos en una señal de rendición mientras se ríe y gira para unirse con su grupo de amigos.

 

Luego del ataque de los médicos suicidas y la muerte de Syna, decidimos hacer de la casa un orfanato del cual está a cargo Amapola. Nos aseguramos que todos tengan clases de defensa y aprendan a controlar sus poderes ya que si bien los médicos se han comenzado a extinguir en los últimos diez años, siguen siendo un mal latente.

 

Enterramos a Syna en la casa de la manada, rodeada de plantas.

Dorian decidió adoptar a Ulises y desde entonces él vive allí con él pero la mayoría de los días viene a visitar a sus amigos aquí. 

 

Recuerdo el primer día que lo encontré en el orfanato. La sorpresa fue inmensa. 

 

A medida que fue creciendo tuve miedo de que no pudiera adaptarse a algún grupo a causa de los estragos que dejó la enfermedad en su rostro, pero muchas veces él parece olvidar que aquello está allí.

 

Me llamó al círculo en el que estaba y me presentó a sus amigos como su hermana. 

Me sorprendí por aquello mas no le dije nada, ya que no quería inomodarlo frente a sus amigos. Luego él me dijo que consideraba a Syna su madre y por ende, a mi su hermana.

 

Ese dia llore muchísimo y lo abrace tan fuerte que casi lo dejo sin oxígeno.

 

Días después de la muerte de Syna descubrimos que Mérida fue quien nos delató. Me enojé conmigo misma por haber sido ingenua, por no haberme percatado de todas esas señales que ella dió.

 

Quizás, pudiera haber evitado la muerte de Syna.

 

Camino un rato más por la playa hasta que me siento en posición de meditar en la arena y luego de unos segundos, visualizo a los pequeños espíritus celestes brillar a mi alrededor.

 

Observo a mi costado y sonrío al ver el espíritu brillante de Syna meditando a mi lado como todos los días desde hace ya diez años.

 




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