Logré abrir la enorme puerta y pude apreciar el aire limpio nuevamente, sin embargo la cosa no iba a terminar allí, ya que los monjes se habían dado cuenta de mi presencia por lo que intenté huir del cementerio a toda costa. Muchos de ellos me esperaban en la puerta del cementerio mientras que otros se acercaban cada vez más a mí.
-¡Déjenlo!, ¡es solo un niño!, además, el ritual ya casi está completo.- exclamó una de las personas que parecía ser el líder del clan.
En ese momento, corrí con todas mis fuerzas hacia la puerta del cementerio, pero antes de llegar a la salida escuché un gran temblor debajo de la tierra, como si algo se estuviera moviendo muy bruscamente para emerger.
El hombre colocó un medallón de plata reluciente con unas incrustaciones en una estatua de piedra que se encontraba en el centro del cementerio, para luego recitar:
“Que en tu nombre resuenen los espíritus bribones y el aliento a muerto en tu cuerpo, ¡oh gran Leviatán, te invoco, como amo de los desterrados!”
No puedo contar mucho más, pues estoy en shock, pero puedo decir que algo estaba emergiendo de las profundidades de aquel paradero desconocido, sus terribles estruendos y temblores se habrán de escuchar en todo el pueblo y quizas del mundo. Ellos lo habían despertado… y él vendría por todos nosotros desde las tinieblas.