Christopher estaba de los nervios. No sabía cómo detener todo esto, pues debía detenerlo. Se lo habían encomendado. No debía permitir que los lobos rompiesen los sellos, pero todo estaba saliendo mal. Sabía que las profecías siempre se cumplían y no podía hacer nada para detenerla, no ahora que estaba tan avanzada.
- ¿Y habéis descubierto todo eso en una mañana? - pregunta James después de que Joseph y Mia les contasen lo que habían descubierto.
- Sí - responde Mia -. Pero seguimos con muchas preguntas.
- ¿Qué sabéis del primer lobo? - dice Joseph -. Solo sabemos que era una mujer, pero nada más.
Los ancianos se miraron entre ellos y no dijeron nada, pues no sabían nada de cómo empezó todo.
- ¿En serio no saben nada? - pregunta Mia incrédula.
- Puede que Tom sepa algo - dice Grayson -. Es el lobo más antiguo.
- Vaya panda de ancianos estáis hechos - Mia sacude la cabeza y sale de la cabaña.
- Mia tiene razón - dice Will -. Creo que soy el único que se ha leído todos los libros de la biblioteca.
- Teníamos cosas más importantes que hacer, William - se queja Daniel.
Mia no había visto a Tom desde que sacó a la manada del mundo prisión y cuando salió se alejó de todos.
"¿Podrías buscar a Tom?" Le pregunta a su loba. Por raro que parezca su loba hace lo que le pide y enseguida sabe dónde está el antiguo alfa. Se encontraba en el bosque, muy cerca de los límites del claro. "Gracias."
Mia empieza a correr para llegar hasta donde está Tom. Lo encuentra construyendo una cabaña.
- ¿Tom? - dice Mia para que se percatase de su presencia. El antiguo alfa se gira con un largo tablón de madera -. ¿Qué estás haciendo?
- Estoy construyendo una casa - contesta siguiendo con su tarea -. ¿Querías algo de mí?
- La verdad es que sí - Mia sonríe tensa y se acerca a él para ayudarle -. ¿Qué es lo que sabes del creador de los nuestros?
- Se dice que era un rey muy poderoso - Tom deja el tablón de madera en el suelo y se limpia el sudor de la cara con la camiseta -. ¿Por qué quieres saber quién nos creó?
- Será mejor que lo veas por ti mismo.
Mia le pide que le acompañe de vuelta al claro y lo lleva hasta la biblioteca, donde se queda esperando a que Tom termine de leer los manuscritos.
- ¿Quién escribió esto? - pregunta cuando termina.
- El bisabuelo de Joseph. Según he oído, era un lobo muy respetado que veía el futuro.
- Como Samuel - Mia asiente -. Lo poco que sé es lo que te he dicho. Era un rey muy poderoso, pero nunca se supo dónde estaba su reino. Un día conoció a Alice Valet y ambos quedaron enamorados nada más verse, por eso mismo nosotros los lobos buscamos a nuestra otra mitad, pues es lo que les pasó a ellos. No se conocieron en las mejores circunstancias, porque en Gevaudan una bestia estaba asesinando a las mujeres y niños. Alice era una gran cazadora y junto a otros cazadores del pueblo fueron a matar a la bestia. Solo quedó ella con vida y descubrió que su hermano, Sebastian, era el causante de la matanza y que se estaba haciendo pasar por un lobo. Asustada ella salió huyendo y acabó en el hogar del rey. Le contó lo que había descubierto y le confesó que tenía miedo de volver a su casa, pues temía que su hermano acabase con su vida - Mia escuchaba la historia embelesada -. El rey, iracundo al pensar que Alice pudiera sufrir algún daño le confesó que era muy poderoso, y fue cuando ella le dijo si sería posible que la hiciese más fuerte - se encoge de hombros -. Y ahí acaba la historia. Nunca se volvió a saber de ese rey, pues al poco tiempo de convertir a Alice en lobo se marchó.
- ¿Y ya está? - Mia había quedado insatisfecha con la historia y coge el libro donde pone la dedicatoria -. Mira lo que pone aquí. Es de Alice. El libro habla de ella y aquí... - busca la última página -. ¿Ves? Alice dice que siempre le amará y le llama Lucero. Lucero del alba.
Will había estado escuchando las explicaciones de Esther atentamente. Lo único que tenía que hacer era sostener un diamante perfecto, que fue creado por Esther usando magia años atrás, y recitar el hechizo que la mujer le había apuntado en una hoja. Parecía fácil, pero no era así. Lo habían intentado unas cuantas veces y no lograban nada, y Will sabía que era porque él no sabía cómo manejar la magia.
- Vale - dice Esther muy tranquila -, vamos a intentar una cosa muy fácil. Quiero que imagines que la magia que hay en ti es como una luz. Tienes que coger esa luz y acumularla en tu mano. Y recuerda estar concentrado en eso. Esa es la clave de la magia: estar concentrado en ella.
Will no se explicaba como la mujer estaba tan serena después de tantos fallos. Él estaba con el ánimo bajo, pero aun así, lo intenta de nuevo.
Cierra los ojos para concentrarse e hizo lo que Esther le había dicho. Se imaginó que todas las venas de su cuerpo estaban iluminadas y que toda esa luz se estaba concentrando en su mano derecha, donde sostenía el diamante. A los pocos minutos nota como Esther coge su mano derecha y le pide que diga el hechizo que le había escrito. Will obedece y después de repetir el hechizo cuatro veces Esther suelta la mano de Will y le pide que abra los ojos.
El chico frunce el ceño al ver al lado del cuerpo de Esther un tarro lleno de un líquido negro muy espeso.
- ¿Qué es eso? - pregunta con asco.
Esther sella el tarro con magia para que nadie pudiese abrirlo nunca y mira a Will con una sonrisa. Sabía que el chico podía lograrlo.
- Es la ponzoña de mi cuerpo - contesta ella -. Lo hemos conseguido.
- ¿De verdad? - Will no se lo podía creer.
- Gracias por la ayuda - Esther destapa su cuerpo y pone sobre él un cuenco con varias hierbas -. Ahora tengo que volver a mi cuerpo.
La bruja coge un cuchillo muy afilado que Will no había visto y se corta el cuello con él. El chico asustado intenta detenerla, pero había reaccionado demasiado tarde y ahora miraba el cuerpo sin vida de la bruja.