Los tres días pasaron como un borrón para los alfas. No habían parado ni un segundo desde que anunciaron que se iban a casar, e incluso les celebraron una despedida de soltero a cada uno. La de Mia consistió en quedarse en casa mientras veían películas y comían helado, la de Joseph consistió en salir a cazar en su forma de lobo.
También tuvieron que pasar una especie de pruebas para la ceremonia y una de ellas consistía en pasar una noche completa solos en su forma de lobo. Fue muy divertido y relajante para ambos y eso ayudó a que la loba de Mia tolerase al de Joseph.
Y por fin había llegado el día tan esperado para los alfas. Esa noche no tenían que dormir juntos, ya que Catrina y Cristina insistieron en que durmiesen en lugares separados, pero Joseph no pudo aguantar estar lejos de Mia y a media noche se coló en la habitación. Mia no se quejó, pues no podía dormir sin Joseph.
- Buenos días - susurra Joseph dejando un rastro de besos por la cara de Mia -. Tengo que irme antes de que tus madres entren por esa puerta.
- Está cerrada con pestillo - susurra Mia con una sonrisa.
- Mejor no arriesgarnos - deja un beso en los labios de la chica -. Feliz cumpleaños, nena.
Tras eso Joseph salió por la ventana y Mia se quedó sola con sus pensamientos. Era muy temprano y la boda no sería hasta la tarde. Se quita las sabanas de encima y se dispone a darse un baño relajante. En una hora Catrina y Cristina entrarían por la puerta dispuestas a preparar a Mia para el gran día. Nunca había visto a Catrina tan emocionada y había calculado todo a la perfección, y era todo un logro, porque preparar una boda con tan solo tres días de antelación era muy difícil.
Después del baño empezó a mimarse. Se echó crema por todo el cuerpo y se terminó el estar sola. Catrina y Cristina llegaron en compañía de tres estilistas.
- Buenos días - canturrea Catrina -. ¿Has descansado?
- Mucho - sonríe Mia y mira como los tres estilistas empiezan a acomodarse.
- Lo primero que haremos será ponerte extensiones - dice uno de los estilistas -. Tienes un pelo precioso, y estará mejor cuando termine con él.
- ¿Extensiones? - pregunta Mia -. ¿Qué tiene de malo mi pelo?
- Lo tienes muy corto - dice Catrina -. Y me gustaba mucho cuando lo tenías largo.
Una hora más tarde Mia tenía de nuevo el cabello por encima de la cintura y con su color castaño. Se veía rara, pero le gustaba volver a verse así.
El estilista empezó a hacer tirabuzones por todo su pelo y los fue sujetando con pinzas. Parecía que Mia estaba con los rulos puestos. Cuando terminaron por el momento con su cabello empezaron a hacerle las uñas de pies y manos. Ahí fue cuando Will hizo acto de presencia para traer algo de comer.
- Buenos días a todos - canturrea y se acerca a su hermana para darle un beso -. Feliz cumpleaños.
- Gracias - Mia coge una taza de café y se la lleva a la boca. Estaba muerta de hambre -. ¿Has ido a ver a Joseph?
- Ha salido con Sam a correr un rato, para bajar la adrenalina - sonríe -. Tiene ganas de que llegue la boda y no lleva muy bien eso de estar lejos de ti. Bueno, os dejo para seguir con el jardín.
- Si tienes algún problema solo tienes que avisarme - dice Catrina y su hijo asiente.
- Lo tengo todo controlado - le guiña un ojo a Mia y se marcha.
Después del desayuno tardío siguieron mimando a Mia. El estilista soltó todos los tirabuzones y los cepilló con las manos antes de empezar a hacer el recogido. Decidió hacerle un medio recogido, dejando la mitad de su melena suelta y que cayera por su hombro derecho. Después empezaron con el maquillaje. Le hicieron uno muy natural. Sombra de ojos marrón oscura y blanco perla. Eso hacía que sus ojos verdes resaltasen. Y para los labios un tono nude rosado.
- Estás preciosa - dice Cristina al borde de las lágrimas.
- No me hagas llorar - susurra Mia reteniendo el mar de lágrimas que se avecinaba.
Mientras Mia se colocaba la ropa interior blanca de encaje los estilistas empezaron a preparar a Catrina y Cristina. Sandra no tardó en llegar y Mia necesitaba hablar con Joseph. Sin que se dieran cuenta se escapó de la habitación con su bata puesta y salió al jardín. Todo estaba tal y como esperaba. Blanco por todas partes y un enorme arco adornado con rosas blancas. Se aleja para ir a la casa de Sam, que era donde Joseph se estaba preparando. Ya quedaba menos para la ceremonia. Tan solo tres horas para convertirse en Mia Hunter.
Al entrar se quedó mirando a Joseph. Aún estaba sin vestir y parecía sudado. No estaba solo. Los hermanos de Mia, Sam, Daniel y David le acompañaban.
- ¿Qué pasa? - pregunta Shane al ver a Mia. Ella no apartaba los ojos de Joseph.
- ¿Nos dejan un momento a solas? - pregunta Joseph y todos se marchan -. ¿Pasa algo?
- No aguantaba estar lejos de ti - ella se acerca a él -. Estoy de los nervios.
- Yo también - Joseph la mira de arriba abajo y se queda sin palabras. Estaba preciosa -. Tu cabello.
- Sí, vuelve a ser largo - susurra ella toqueteando sus rizos -. El estilista es un genio.
Se quedaron hablando de trivialidades y Mia se fue relajando. Le estaba sentando muy bien estar en compañía de Joseph, pero después de una hora Catrina llegó para arrastrarla a la habitación.
- Te estás pasando las tradiciones por el forro - le riñe Catrina.
- En verdad lo hemos hecho los dos - dice Joseph saliendo de la casa -. Ayer me colé por la ventana.
- Vais a hacer que me dé un infarto - dice la madre de Mia antes de atravesar las puertas con su hija.
El estilista tuvo que retocar un poco el pelo y el maquillaje de Mia, tras eso era la hora de que se pusiera el vestido. Con cuidado y ayuda de sus dos madres Mia se puso el vestido y los tacones. Cuando se miró al espejo le entraron ganas de llorar.