El grito de dolor de Mia se escucha a cincuenta metros a la redonda. El dolor que estaba sintiendo era indescriptible. Se sentía sola y perdida y nota que su loba se siente igual. Sentía que su vida no tenía sentido sin Joseph. Algo dentro de ella se quiebra.
Alza sus ojos al cielo, y ve como rayos caen de él, acertando en todo vampiro que estaba luchando con Jasper. Todos y cada uno de ellos se hicieron cenizas.
Con dificultad se levanta del suelo y mira a Malia. La loba estaba asustada, pero no podía salir huyendo. Era como si algo o alguien la mantuviera pegada donde estaba. Lo mismo le pasaba a Jasper. Se había asustado al ver como todos sus soldado se habían convertido en polvo, y no podía moverse.
– Tú. – susurra mirando a Malia. Ella estaba asustada al ver a Mia, pues ya la había visto en su forma de licántropo, pero esta vez los ojos de la chica brillaban. El iris rojo era como si tuviera luz propia -. Vas a morir.
Mia alza una mano y la antigua alfa siente como una mano invisible se cierra sobre su garganta, y en cuanto Mia cierra el puño, Malia empieza a ahogarse.
La chica coge la daga que Malia había usado para matar a Joseph, y con ella empieza a hacerle cortes por todo el cuerpo, pero eso no la satisface. Tenía que hacer sufrir a Malia, pero el dolor por la pérdida de Joseph le instaba a que acabase con la vida de esa zorra.
Mete su mano en el pecho de Malia y le arranca el corazón. La antigua alfa cae al suelo muerta. Eso no hizo que Mia se sintiese mejor. Nunca volvería a estar bien.
Muy lentamente se gira para mirar a Jasper. El vampiro la miraba con ojos desorbitados y el miedo se instaló en él en cuanto vio que mataba a todos los vampiros que habían luchado a su lado.
– Y tú, desgraciado. – empieza a acercarse a él lentamente y muchas estacas de madera empiezan a clavarse en el cuerpo del vampiro, excepto en el corazón -. Tú eres el culpable de todo esto.
– No... por favor... - suplica.
– ¡CALLATE! – un trueno ilumina el cielo. Un estaca sale volando a la mano de Mia -. Tuviste la oportunidad de rendirte.
Clava la estaca en el corazón de Jasper y poco a poco su piel se va volviendo gris.
El claro se queda en completo silencio. Nadie se atrevía celebrar que Jasper había muerto.
Mia se transforma en lobo, aúlla de dolor antes de coger el cuerpo de Joseph con mucho cuidado y se adentra en el bosque, dejando bien claro que si alguien se atrevía a seguirla lo mataría.
Asmodeo se queda mirando por donde se había marchado la chica. El sello no se había quebrado, pues los dos debían seguir con vida.
- Debemos hacer algo – susurra Esther que había visto el dolor de Mia. Todos los presentes lo habían presenciado -. Tiene que haber algo...
- No creo que podamos hacer nada – susurra el rubio -. Malia lo ha... - Asmodeo no termina la frase -. La unión.
Esther frunce el ceño, pues no entendía de que hablaba.
De repente Asmodeo saca sus alas de plumas negras y alza el vuelo.
Todos los lobos se habían quedado de piedra al ver las alas y Will se acerca a Esther.
- ¿Cómo es que tiene alas?
֍۞֍
Joseph se encontraba en un lugar oscuro. No podía ver nada a su alrededor. Se sentía desorientado y le quemaba donde tenía la huella de Mia. No sabía que había pasado para que se encontrase ahí, y entonces de pronto lo que había pasado en ese claro llega a su mente.
Había muerto. Había muerto para salvar a Mia.
Empieza a correr desesperado. No podía dejar a Mia. No podía pensar en el dolor que ella estaría sintiendo. Tenía que volver.
El ardor en su pecho se intensifica, tan así que tiene que detenerse. Sus piernas empiezan a flaquear y cae de rodillas en el suelo. Todo su cuerpo ardía. Era como si fuego corriera por sus venas, acabando con todo a su paso, pero él no se rinde. Se levanta con mucho esfuerzo y es cuando empieza a escuchar un llanto a lo lejos.
- No puedes dejarme – era la voz de Mia -. No sé qué haré sin ti.
Joseph corre más rápido, siguiendo la voz de la chica. Tenía que volver con ella. Quería conocer a su hijo, ser testigo de su primera sonrisa, ver sus primeros pasos y su primera transformación. No podía rendirse.
No sabía cuánto llevaba corriendo, pero se le hizo toda una vida, y en medio de toda esa oscuridad ve una luz roja. De ahí provenía la voz de Mia. Con forme se acerca a la luz, su cuerpo empezaba a fallarle. Cayó al suelo, pues las piernas no le respondían, pero empezó a arrastrarse. No iba a rendirse.
La luz se intensifica y queda cegado.
Mia se encontraba sentada en el suelo, con sus rodillas pegadas en su pecho y rodeadas por sus brazos, mirando el cuerpo sin vida de Joseph. Se sentía perdida y abandonada. No se había sentido mejor al matar a Malia y Jasper. Nada haría que se sintiese bien.
- No puedes dejarme – susurra con voz ahogada -. No sé qué haré sin ti.
Esconde su cara entre sus rodillas, no podía seguir viendo a Joseph y empieza a llorar con un llanto que le partía el alma en dos.
Joseph abre los ojos con mucha dificultad. Le dolía todo el cuerpo, pero se esfuerza para mirar a su alrededor y se topa con Mia. Ella tenía la cara escondida en sus rodillas, llorando. Joseph no podía aguantar ver así a la chica, pero su cuerpo se negaba a moverse.
"Mia" Piensa su nombre y la chica levanta la cabeza de golpe. "¿Por qué no puedo moverme?"
- Joseph – Mia se arrastra hasta él -. Estás vivo.
"Soy difícil de matar" Bromea y ve como Mia ríe mientras llora. "Mi cuerpo no responde"
- Lo hará en un par de minutos – Asmodeo aterriza junto a la pareja -. Es lo que pasa cuando alguien resucita.
Mia mira por un segundo las alas del chico.
- ¿Qué eres? – susurra.
- Mi verdadero nombre no es Jesse – dice él con una sonrisa -. Me llamo Asmodeo, uno de los siete príncipes del infierno.