El destino

Capítulo 3.

Un poco más lejos del jardín, Mia corría hasta al límite, tratando de aliviar su enfado.

- No se lo tomes en cuenta - Mia gira su cabeza mientras sigue corriendo y ve que Shane le sigue el ritmo -. Joseph es un poco orgulloso. 

- Pues yo también lo soy - gruñe -. No me ha dejado ganar. He vencido y no tiene por qué decir eso. Es como si pensara que soy débil, una cosa que no soy. 

- Me lo creo - Shane sonríe. Se parecían tanto, piensa -. Hemos visto casi todo el entrenamiento. Sabemos que no te ha dejado ganar. Solo lo ha dicho para mantener un poco su ego masculino. 

- Pues si sigue así voy a patear su ego hasta el cansancio. 

- Puedo ayudar con eso - los dos se ríen a carcajadas y se detienen en un parque para recuperar un poco el aliento -. Siento no haber ido a tu casa como te prometí. 

- No pasa nada - responde ella estirando un poco -. Tus primos llegaron. Es normal que se te fuera el santo al cielo. 

- Sí - Shane intentó conectar su lobo con el de Mia -. Me recuerdas mucho a Maria. 

Mia levanta la cabeza de golpe al escuchar sus palabras. Tenía la necesidad de contarle lo de su investigación. Quería contarle el secreto que nunca había compartido con nadie. Algo dentro de ella le dijo que podía confiar en Shane. 

- Mentí cuando te pregunté por los Castel - susurra y va a sentarse a un banco que hay cerca. Shane le sigue -. No quiero la información por ningún trabajo escolar - Shane se sienta a su lado y se mantiene callado, dejando que Mia hable cuando quiera. Sin presionar -. Soy adoptada. Mis padres biológicos me dejaron en un orfanato cuando tenía un año. Los Stark me adoptaron tres años después. 

Mia mira a Shane y sube sus rodillas y las rodea con sus brazos. 

- Lo único que tengo de mis verdaderos padres es un colgante - se lleva la mano al cuello y le enseña el trisquel -. Y una manta de bebé con mi nombre y una flor de lis bordada - suspira desganada -. Llevo desde los siete años buscando, pero nunca encuentro nada, hasta que hace unos días que en mi ordenador apareció esa página en la que hablaba de los Castel - apoya la barbilla en sus rodillas -. Pero me contaste de ellos. No puedo ser yo la niña que secuestraron. En mi manta pone Mia, no Maria. Así que vuelvo a estar donde estaba. Sin respuestas. 

Shane se sentía fatal. Si no hubiera cambiado su nombre, su hermana iría por el buen camino. No sabía cómo solucionar esto. 

- Yo también mentí - Mia levanta la cabeza rápidamente -. No sé por qué lo hice. 

- ¿En qué mentiste? 

- En el nombre de la hija - Shane aparta la mirada. Es posible que jodiera un poco esto, pero quería que su hermana supiera la verdad -. No te dije porque me recuerdas mucho a ella y compartís el mismo nombre. 

- ¿Entonces la hija de los Castel se llamaba como yo? - una alegría inmensa se instaló en ella. 

- Creo que tú eres la hija secuestrada de los Castel - susurra Shane. Cuando su padre se enterase de esto le iba a matar -. Y sí que recuerdo los nombres de sus padres. 

- ¿Cómo se llaman? 

- Mia, esto va a ser un poco difícil de creer... 

- Shane Castel - una voz de hombre salió de entre los árboles. Cuando dio un paso al frente vieron que se trataba de Dante -. Pensé que todos vosotros estabais muertos. 

- Dante, detente - gruñe Shane levantándose para ponerse entre el lobo y su hermana -. No quieres que ella sepa lo que eres. 

- Te equivocas - Dante sonríe petulante -. El que no quiere que se entere eres tú. 

- Dante... - Mia intenta salir de detrás de Shane, pero este no le deja. 

- Mia, ve a buscar a mi padre y dile donde encontrarme. 

Mia no iba a hacer nada de eso, hasta que Dante gruñó. Un gruñido animal que hizo a Mia empezar a correr. 

Se volvió solo un momento para ver que estaban haciendo, pero ya no había ni rastro de ellos. En medio del parque solo había dos enormes lobos peleando. Unos lobos igual de grandes que un oso. 

Mia corrió aún más rápido hasta que se topó con el pecho musculoso y duro de alguien. Al levantar la vista vio los ojos azules de Joseph. Detrás de él estaban Elijah, Matthew, William y Daniel. 

- Shane... - estaba sin aliento -. Shane me ha pedido que vayas al parque. Creo que está peleando con Dante - le dice a Daniel. 

Este miró a su hija para después mirar a los chicos. Todos asintieron y se marcharon corriendo por donde Mia acababa de llegar. 

- Mia, quiero que te vayas a casa con Catrina - Daniel coge a su hija de los hombros -. Quiero que nos esperes allí. ¿Vale? Después hablaremos. 

Mia asiente y hace lo que le ha pedido. Estaba asustada y aturdida. No podía comprender lo que acababa de suceder. 

Catrina abrió la puerta antes de que Mia tocara y le hizo pasar. 

- ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? 

Mia niega con la cabeza. Estaba asimilando todo. 

¿Dante había dicho Shane Castel? Se preguntó. Y luego estaban esos dos lobos enormes... Justo donde debían de haber estado Shane y Dante. No entendía nada. 

Catrina la abrazó y se la lleva con ella a la cocina para preparar un poco de té. 

Una media hora después todos los chicos llegaron con la ropa hecha pedazos. 

- ¿Qué ha pasado? - pregunta Catrina sin alarmarse por las pintas de todos. Al contrario de Mia. Ella estaba muy preocupada y más al ver como se encontraban todos. 

- Ha escapado - gruñe Daniel y Mia ve que sus ojos se tornan del color del oro. Justo como Dante cuando había gruñido y Mia se había asustado -. Le encontraremos, Catrina. Y pagará por lo que nos hizo. 

Joseph puso una mano en el hombro de Daniel para que se relajase, y lo hizo sin apartar los ojos de Mia. Ella estaba asustada y confusa. Joseph sentía eso, no sabía cómo, pero lo hacía. 

- Mia está asustada - susurra para que solo el alfa le escuche -. Creo que ha visto algo. 




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