El destino

Capítulo 5.

Esa noche Mia se fue a dormir tarde. Sam y Daniel le estuvieron contando su infancia con James y Ava. Mia estaba deseando conocerlos. Ellos se habían quedado en Warren, encargándose de la manada y evadiendo a Víctor. Mia no entendía el porqué de esa lucha, ya que no le habían contado el comienzo, solo el odio de Víctor por los Castel tras la boda de Catrina y Daniel. 

Ella estaba ahora tumbada en la cama con los ojos cerrados, intentando dormir. Pero se le hacía imposible. 

Se escucha la puerta abrirse y sonríe. Sabía quién era sin tener que abrir los ojos. 
Dejó que los brazos de Joseph la rodeasen. Se gira para apoyar su cabeza en su pecho desnudo. 
Joseph solo iba vestido con unos bóxers. 

- No podía dormir - susurra él. 

- Igual yo - murmura ella con los ojos cerrados -. Pero creo que ahora sí que podré dormir. 

Y así fue. Los dos se quedaron dormidos abrazados. 

 

Lejos de allí estaba ocurriendo una reunión. 

- Ya te lo he contado. Daniel ha encontrado a Mia, ¿y no quieres hacer nada? - la chica estaba indignada. 

- No he dicho eso - repuso furioso -. Tú eres la que no va a hacer nada. Te conocen todos los lobos de esa manada. Mandaré a uno de mis mejores hombres. 

- Como no - la chica estaba que hervía de rabia -. Tienes que mandar a un hombre. Los mejores problemas surgen por culpa de una mujer, y lo sabes. 

Él se la queda mirando. Sabía que eso funcionó una vez, pero esta vez iba a hacer algo mejor. Quería que esos perros se matasen entre ellos. Disfrutaba verlos así, cuando hace muchos años eran una gran familia. 

- Jasper se ocupará de esto - se acerca y acaricia el cuello de la chica -. Se encargará de buscar al eslabón más débil de la manada. Empezaremos así. 

- Será como desees - susurra ella con voz débil -. Me vendrá bien el alejarme. 

- Así es - la coge del cuello y acerca su cara a la de la chica -. Dos de los perros sarnosos conocen tu olor. Seguro que a estas alturas sabrán que hemos estado ahí - gruñe apretando cada vez más -. No quería que supieran de mi cerca de la joven loba, pero por ti lo descubrirán. Por eso mismo te vas a quedar aquí, a mi lado. Para que no se te olvide quien da las ordenes aquí. 

- Sí, señor - habla con la voz entre cortada -. Nunca pretendí hacer eso. Solo quise...

- Nada - la suelta de golpe y cae al suelo -. Márchate a tus aposentos y no salgas de ahí hasta que yo lo ordene. 

Dos vampiros cogieron a la vampiresa del suelo que miraba al vampiro de pelo castaño con terror. 

- Decirle a Jasper que quiero verle - ordena a los vampiros que se llevaban a la chica.

Era hora de comenzar a mover pieza. 

Al estar de nuevo solo se acercó a la humana que estaba atada a una silla. La chica no hacía ni un ruido. Estaba medio muerta. El vampiro ladea la cabeza de la chica y clava sus colmillos, haciendo que la chica muriese en cuestión de minutos. 

 

Daniel se despertó muy temprano esa mañana. Esa misma noche sería luna llena y estaba preocupado por Mia. Sabía que ya no le iba a doler la conversión, pero la luna hacía que algunos lobo se volvieran agresivos. 

- Buenos días - saluda Sam sentado en la mesa de la cocina con una taza de café. 

- ¿Qué haces despierto? - Daniel se sienta junto a su hermano en cuanto se sirve café. 

- He tenido un sueño - dice Sam mirando su taza -. Creo que algo gordo se avecina. 

Daniel frunció el ceño. Ya no dudaba de los presentimientos de su hermano. Un mes antes de que secuestrasen a Mia su hermano le dijo estas mismas palabras. 

- ¿Qué has soñado? 

Sam mira a su hermano mayor a los ojos. 

- Lo mismo que la otra vez. La misma guerra con Víctor, solo que esta vez no luchábamos unos contra otros. 

- ¿Qué quieres decir? 

Sam aparta la mirada y mira el cielo con sus tonos rosas y azules del amanecer. 

- El sueño era muy confuso - intenta aclarar su mente para entender el sueño -. Volvíamos a ser una sola manada, pero no logré ver contra quien luchábamos.

Daniel suspira cansado. 

No había tenido descanso desde que Mia fue apartada de ellos. Tuvo que borrarse del mapa para que la guerra con Víctor no siguiera, y justo cuando las cosas empiezan a ir bien, su hermano le venía con esto. 

- Tenemos que volver con la manada - dice Sam -. Tenemos que estar todos juntos. 

- No puedo llevarme a Mia así como así - mira a su hermano -. Y no pienso dejarla aquí. 

- Lo sé - responde y se pasa la mano por el pelo -. Los Stark volverán en una semana. Haz que Mia les cuente que sois sus padres y que quieres llevarla de vacaciones a su pueblo natal. No creo que se nieguen. Aman mucho a Mia. Yo volveré hoy mismo y convocaré una reunión con los ancianos. Espero que ellos me puedan ayudar con este sueño. 

- Llámame en cuanto sepas algo - Sam asiente -. Y diles a nuestros padres que iré lo más pronto que pueda. 

- Lo haré - Sam sonríe -. Todos se alegrarán mucho al saber que el alfa volverá. Y lo harán mucho más al saber que has encontrado a Mia. 

- Gracias, hermano - Daniel lo decía de verdad. Se sentía muy agradecido con él por toda la ayuda que le había brindado. 

- Me iré cuando todos despierten. No quiero que Mia piense mal de mí. 

 

Unas horas después todos estaban en la cocina. Todos menos Mia y Joseph. 

- ¿Joseph no se ha despertado aún? - Sam mira con el ceño fruncido a Elijah. Joseph solía despertarse muy temprano. 

- En su cama no estaba cuando me he despertado. Supuse que estaría aquí - el joven se encoge de hombros. 

- Salió de la habitación en plena noche - todos miran a William comiendo sus cereales -. Le escuché entrar en la habitación de Mia. Tiene que seguir ahí. 

Sam ríe con una fuerte carcajada mientras Daniel sacudía la cabeza dándose por vencido. Antes de que todos se fueran a dormir le había dicho a Joseph que no se acercase a Mia, pero no le hizo ni caso. Los dos estaban demasiado unidos, y eso le hizo pensar mucho a Daniel. Cuando conoció a Catrina sintió la unión a ella, pero no era tan fuerte como la de Mia y Joseph. La suya era como si se conocieran desde hace años. Como si fueran uno, y eso solo pasó una vez siglos atrás. Necesitaba volver a Warren lo más pronto posible. Tenía que hablar con los ancianos. 




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