El destino

Capítulo 7.

Esa misma noche se celebró una fiesta por la llegada del alfa. Mia se sorprendió al ver a tanta gente reunida en un claro. 

Su padre le dijo que el bosque era suyo y por eso hizo esta gran urbanización en medio del bosque. Ella se impresionaba cada vez más. 

En la fiesta no se separó de sus padres y Joseph. El joven estaba muy atento a ella. Se enorgullecía en presentarla como su pareja. No le habían mencionado a nadie más que Mia era la alfa. Su padre quería tener el honor de comunicarlo. Los ancianos, que no eran tan ancianos como Mia había pensado, le habían dicho que tenía mucho que aprender para ser un alfa. 

- Me alegra estar de nuevo entre vosotros - Daniel se había subido a un tronco enorme que usaban como banco. Toda la manada tenía su atención -. Sé que he estado ausente por mucho tiempo, pero tenía que encontrar a mi hija - señala a Mia y le hace una señal para que suban ella y Joseph -. Mi hija ha vuelto a su hogar, y me enorgullece deciros que ella será quien me releve. 

Muchas caras de asombro miraron a los tres subidos al tronco. Joseph acerca a Mia pasando su brazo por los hombros y ella rodea su cintura. No le gustaba tanta atención. 

- Como muchos ya sabéis, Mia es la beta de Joseph, un alfa. Pero por casualidades del destino Mia también lo es - Daniel mira a la pareja -. Ellos serán quienes os liderarán. Dos alfas unidos de por vida. 

Muchos vitoreo y aplausos surgieron al terminar el pequeño discurso de Daniel. 

Mia estaba muy cansada y les dijo a sus padres que se marchaba a dormir. Joseph la acompañó. No pintaba nada en la fiesta sin Mia. 

Mia se quedó admirando su nueva habitación. Era amplia con una pequeña terraza que daba a la parte trasera de la casa. En el centro de la habitación estaba una cama de matrimonio con cuatro postes de madera. Al lado de la puerta corredera de cristal que daba a la terraza, había una pequeña mesa donde descansaban unas cuantas cajas con sus pertenencias más preciadas. 

La habitación contaba con un vestidor enorme y baño propio. 

Ambos se habían quedado bajo el marco de la puerta, admirando la habitación. Tres de las paredes eran blancas excepto la que tenían frente a ellos, que era rosa palo. La ropa de cama también era de esos dos colores, quedando en cuarto en armonía. La cama y muebles que habían en la habitación eran de madera oscura al igual que el suelo, y este, estaba cubierto por una gran alfombra blanca.

A Mia le gustó mucho su habitación, al igual que a Joseph. El chico había vivido en ese claro y había entrado muchas veces en la mansión. Se había quedado a dormir en varias ocasiones con Shane y William, pero nunca había entrado en esa habitación. Nadie lo había hecho desde que Mia fue secuestrada y por eso mismo le impresionó ver la habitación tan bien arreglada. Supuso que Catrina había ordenado que la preparasen para cuando llegasen.

- ¿Estás muy cansada? - pregunta Joseph. 

- No mucho. ¿Tienes algo pensado? - le sonríe coqueta. 

Joseph sonríe de medio lado. Se le ocurría una cosa que quiso hacer desde que la vio entrar a la cocina. 

- Se me ocurren muchas cosas - murmura mientras le coge de la cintura por detrás y besa su cuello -. Pero podemos hablar. 

Mia se desilusionó un poco. Le había gustado como sonaba lo que le había dicho.

Ella se gira para mirar sus ojos azules. Amaba el color de sus ojos. Se puso de puntillas para poder besarle. Comenzó lento, pero Joseph no pudo contenerse cuando Mia presionó sus perfectos pechos contra él. Levantó a Mia del suelo y la llevó hasta la cama, donde la tumbó y empezó a besar y chupar su cuello. Su sabor dulce le embriagó. Rompió el beso solo lo suficiente para quitarse la camiseta y lanzarla al suelo. Mia tenía sus piernas rodeando la cintura del chico y notaba que la ropa le sobraba. Joseph debió de leer su mente, porque se deshizo de la camiseta de la chica y su sujetador. 

Las manos de él fueron a los pechos bien formados con sus pezones erguidos dando la bienvenida. Se mete uno a la boca y lo muerde con suavidad. Mia gime de placer y arquea la espalda. 

Esto era una sensación nueva para ella, y le encantaba. 

- ¿Estás segura? - pregunta Joseph llevando sus manos al botón de los vaqueros de Mia. 

- Muy segura - susurra ella. Nunca había deseado nada tanto como deseaba entregarse a Joseph. 

El chico no se lo volvió a preguntar. Se levanta de la cama para poder quitarle los pantalones junto con sus braguitas y se deshace también de sus pantalones y bóxers. Sintió su miembro libre de la opresión. 

Mia se remueve inquieta al verle completamente desnudo. Era un dios. Sus músculos perfectos...

Joseph se inclina para empezar a dejar besos húmedos desde la rodilla de la chica hasta llegar a su objetivo. Volver loca de placer a Mia. Sabía que era su primera vez y quiso que fuera especial.

La adoró como nunca lo había hecho con nadie. Mia al principio se sentía torpe, no tenía experiencia en ese tema, pero Joseph la fue guiando, y al final ocurrió lo inevitable, y lo que ambos habían deseado. Fue un poco extraño para Mia, ya que sintió un poco de dolor, pero Joseph fue despacio, dejando que ella se acostumbrase a la invasión.

Fue una nueva experiencia para ambos, y la disfrutaron al máximo. Nunca se habían sentido tan plenos, Mia porque nunca había estado con un hombre y Joseph porque la chica era especial para él. Era su mitad, la mujer que siempre amaría y era perfecta. Toda ella. No le importaba que fuera inexperta, porque eso le había molestado con las otras mujeres que había estado, pero no con Mia. Le parecía muy tierno su inexperiencia, pero aprendía rápido.

Ella se inclina para besarle, Joseph llevó su boca a su cuello y le mordió, justo cuando Mia gritó liberándose y gritando el nombre de Joseph en el orgasmo. Joseph se movió para volver a quedar encima, Mia lo atrajo hacia ella para poder marcarlo ella también mientras seguía con el placer que Joseph le había provocado. 




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