Dimitri estaba contemplando el gran lago frente a él. Hacía siglos que no estaba en esta parte del mundo. La evitaba a toda costa, pero necesitaba estar aquí. Había llegado la hora de tener respuestas y la única persona que las tenía estaba en la casa justo al otro lado del lago. Este era su mayor secreto y debilidad.
- Llevo horas esperando - se gira para mirar al vampiro más joven.
- He llegado a pie, es muy normal que haya tardado tanto - Jasper estaba agotado, pero cuadró sus hombros y miró a Dimitri a los ojos -. ¿Por qué aquí?
- Porque como tú, necesito respuestas - vuelve a poner la vista en la pequeña casa -. Vamos a hablar con una vieja amiga.
Jasper miró a Dimitri con preocupación. Se veía como esos días en los que perdió a Malia.
- ¿Qué vieja amiga? - pregunta con cuidado.
- Una que nos dirá como separar a dos alfas imprimados - empezó a caminar rodeando el lago, de repente se detuvo y miró a Jasper parado en el mismo sitio -. Te voy a contar el secreto que nunca le he contado a ninguno de los nuestros.
- ¿Con quién vamos a hablar? - Jasper se estaba poniendo nervioso. Dimitri estaba demasiado misterioso y melancólico. Es como si le doliera estar aquí e ir hablar con la misteriosa chica.
- Malia - el nombre de la loba se quedó en el aire, ya que nada más susurrarlo, Dimitri había salido corriendo a la casa.
Jasper no entendía nada, pero solo había una manera de entender. Siguió los pasos de Dimitri y se adentró en la casa.
Los días pasaron y Mia se sentía más cómoda. Hablaba con los Stark todos los días y les contaba lo que hacía, quitando a un lado las cosas de lobos. Habló con ellos de Joseph. Incluso en una ocasión el chico habló con ellos cuando Mia los llamó por Skype. Ellos se alegraban de que su hija estuviera feliz, pero ella seguía viendo su tristeza.
- ¿Y qué tienes preparado para hoy? - pregunta Cristina.
- Joseph quiere ir con unos amigos a un río para darnos un chapuzón.
- Me alegro de que te lo estés pasando tan bien - Mia sonrió con el teléfono en la oreja intentando elegir un biquini.
- Gracias, mamá - escoge el negro -. Ayer estuve hablando con Daniel. Me ha dicho que a finales de verano volveremos a Portland.
- ¿De verdad? - Cristina estaba ilusionada.
- Sí - Mia sonríe aún más al ver a Joseph apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados -. Y viviremos en la casa de enfrente. Me dijo que no podía separarme de vosotros.
- No sabes lo que nos alegra saber eso.
- A mí también - Joseph se acerca a ella y deja un beso en sus labios.
Acababa de salir de una reunión. Jasper había vuelto después de tres días, y con él había traído la cabeza del vampiro que intentó entrar en el hogar de la manada. Según contó, el vampiro se dirigía a Nueva Orleans para contarle a Dimitri del paradero de Mia.
- Te tengo que dejar, mamá.
- Está bien. Dale recuerdos a Joseph de mi parte.
- Lo haré - finaliza la llamada y se centra en Joseph -. Mi madre te manda recuerdos.
- Una buena mujer ella - rodea a Mia con sus brazos y empieza a besar su cuello. Nunca se cansaría de su sabor. Era una droga para él -. ¿Has elegido ya lo que te vas a poner?
- Sip - señala el biquini sobre la cama, junto a él estaba el libro de las manadas.
- ¿Aún sigues leyendo ese viejo libro?
- Sí. Quiero saber cómo empezó la guerra entre Víctor y Logan. Y por lo que se ve nadie sabe decirme por qué - coge el libro -. Espero que aquí esté la respuesta.
Joseph tampoco sabía cómo comenzó la guerra pero no le daba tanta importancia.
- Te esperamos abajo - le da otro beso y se marcha para que Mia se pueda vestir. Si se quedaba, no llegarían al río nunca.
Ella se puso el biquini rápidamente y unos shorts, dejando la parte de arriba solo cubierta por el biquini. Agarró el pesado libro y se encaminó a la parte de abajo donde la esperaban sus hermanos y Joseph para ir al río. También se había unido Sandra, la novia de Will.
En verdad el viaje al río era una treta para alejar a Mia y que su padre pudiera hablar con los vampiros. A ella se le había dicho que Daniel los había echado. Joseph no estaba para nada de acuerdo en mentir a Mia, así que hoy mismo le diría la verdad.
Daniel estaba aún en la sala de reuniones. Se les había dicho a los vampiros que vinieran en cuanto su hija se marchase al río.
Seguía sin confiar en Jasper, pero quería proteger a su hija. Y para su mala suerte los únicos que conocían a Dimitri eran ellos dos.
También estaba la batalla contra Víctor. Sus hombres se estaban acercando demasiado. La batalla era inminente.
- ¿Has sabido algo de Stephan? - Daniel sacude la cabeza tras la pregunta de su hermano.
Aún no había tenido noticias del brujo, y eso le ponía nervioso.
- Mis hombres están vigilando a los vampiros - Sam estaba a cargo de los guerreros de la manada. Los preparaba y entrenaba. Era la mano derecha del alfa y su trabajo era preparar a la manada para que supieran defenderse -. No han hecho nada fuera de lo común.
- Me lo esperaba - Daniel mira a su hermano -. Joseph le va a contar a Mia.
- Lo sé - suspira -. Me lo dijo esta mañana cuando entró por la ventana. Cree que no sabes que duerme con Mia.
- Ay - Daniel ríe -. Los jóvenes siempre pensado que pueden ir un paso por delante - de repente frunce el ceño -. Cada día que pasa se hace más fuerte. Se me hace difícil controlarle. No le falta mucho para tomar el mando.
- Es cierto. Te desafía cada día más - Sam pone una mano en el hombro de su hermano mayor -. Pero aún no está listo. Tiene mucho que aprender, al igual que Mia. No la puedes tener más tiempo en las sombras - se puso frente su hermano -. Ella debe saber todo, porque será quien nos guíe.
Sam había vuelto a soñar lo mismo, solo que esta vez había visto quien los guiaba, y esos eran Mia y Joseph. Ellos dos iban a conseguir que la manada volviera a ser lo que fue siglos atrás. No sabía cómo, pero lo harían. Lo que aún no sabía era contra quien luchaban, y eso le ponía nervioso. Iba a ser una gran guerra e iban a morir muchos.