El destino

Capítulo 11.

Catrina se llevó a Mia a la mansión para que se preparase. Necesitaba cambiarse de ropa y ponerse una túnica roja. Tenía la suya de cuando era joven y a su hija le quedaría bien. No le había dado tiempo ir al pueblo y encargar una para Mia. Todo había sucedido muy rápido. 

- Víctor ha dicho que podemos ir a visitarle a partir de mañana - dice Mia sentada en la cama de sus padres. Estaban en su habitación -. ¿Te parece bien que vayamos mañana?

- Claro - Catrina sonríe -. Tengo muchas ganas de volver al lugar donde crecí. 

Mia vio como su madre dejaba sobre la cama la túnica roja. 

- ¿Y si no soy una buena alfa? - Catrina mira a su hija -. Solo tengo quince años. En un día dieciséis, pero eso no quita que soy una adolescente. 

- Lo harás bien - se sienta junto a su hija -. Es normal que estés nerviosa, como tú has dicho eres una adolescente. Pero tu loba interior sí que está preparada para esto. Ella te guiará. Y también están los ancianos. 

- ¿Cómo voy a poder seguir con mis estudios si tengo que estar para la manada? 

- Estudiarás y te sacarás la carrera que tú quieras - coge la mano de Mia -. Joseph también está estudiando. 

- Sí. ¿Por cierto, qué estudia? - Mia no le había preguntado que estaba estudiando. 

- Derecho - Mia alza las cejas. No veía a Joseph con traje y corbata para ir a trabajar -. A Jacob y Casandra les habría encantado saber que su hijo iba a seguir los pasos de su padre - mira a su hija -. ¿Y tú, que quieres estudiar? 

- Aún no lo sé – baja la cabeza y mira sus manos entrelazadas en su regazo -. Iba a estudiar derecho por los Stark, pero no sé si eso es lo que quiero ser. Siempre me ha gustado la fotografía.

- Sea lo que sea te apoyaremos - deja un beso en la frente de su hija -. Yo estudié marketing y tu padre medicina. 

- ¿Y Shane y Will? 

- Shane quiere seguir los pasos de tu padre - sonríe -. Will aún no sabe que quiere estudiar. Bueno, creo que deberíamos prepararnos. La ceremonia está a punto de empezar. 

Mia asiente y se marcha a su habitación para darse una ducha y cambiarse. Aún no se había cambiado la camiseta manchada de sangre. 

Joseph salió del baño cuando Mia entraba en la habitación. El chico se había instalado ahí nada más llegar y ella sonríe al verlo. 

- ¿Preparada? - Joseph se acerca a ella con una sonrisa. 

- Sí – contesta ella coqueta. Ya no tenía vergüenza y quería terminar lo que habían empezado en el río -. Solo necesito una ducha.

Mia sabía muy bien como provocar a Joseph, así que sintiéndose segura empieza a quitarse la ropa frente al chico, sabiendo muy bien la reacción que tendría Joseph. Y fue la esperada.

Antes de cogerla en brazos el chico miró a la mesita de noche, para cerciorarse de que tenían tiempo suficiente para amarse el uno al otro, pero no importaba si no tenían tiempo.

La llevó hacia la cama mientras besaba el cuello de Mia, provocándola. Nunca se cansaba de saborearla y se había dado cuenta de que se había hecho adicto a su sabor. A Mia le pasaba lo mismo. Deseaba besar a Joseph todo el día.

Con amor, al igual que la primera vez se entregaron el uno al otro, disfrutando igual o más. Ahora que Mia no tenía tanta vergüenza se atrevía a hacer más cosas, y implicarse un poco más. Era maravilloso para ella estar así con Joseph, con tanta intimidad… No creía que pudiera ser más feliz.

Pero no todo era sexo. Joseph la completaba siempre. Cuando hablaban de tonterías, o entrenaban o simplemente estando los dos juntos y en silencio. A veces le daba miedo lo que sentía por el chico, ya que creía que no sabría vivir sin él. Eso era preocupante, ya que no quería ser la típica chica que tenía que estar siempre con su pareja.
Luego estaban sus celos. Como nunca había tenido pareja no lo había experimentado, pero hoy se había percatado que era muy celosa y no sabía muy bien si eso era bueno o malo.

Por fin ambos alcanzaron el clímax, gritando el nombre del otro y Joseph no pudo evitar abrazar a Mia. No deseaba compartirla con nadie. Quería encerrarse con ella en esa habitación y disfrutar de ella.

Nunca creyó que se llevaría tan bien con una mujer, pero así era. Con Mia podía hablar de cualquier cosa, y ella siempre tenía una respuesta inteligente que le hacía reír y admirarla más por ello. No solo era una cara bonita, era lista. Muy lista y también valiente. Había conseguido que la guerra con Víctor acabase, cuando muchos antes lo habían intentado y fracasado. La admiraba y supo que sería una buena alfa y que la haría feliz, porque si ella era feliz, él también lo sería.

- Me encantas - susurra ella con voz jadeante -. Creo que iré a darme la ducha ahora. 

- Sí - Joseph la miró con una media sonrisa -. Ve antes de que me arrepienta y vuelva a hacerte mía. 

- Mmm... No es tan mala la oferta - se levanta y deja un beso en los labios del chico -. Pero es de mala educación llegar tarde, y ahora solo tengo tiempo para una ducha rápida. 

 

Cuando Mia salió del baño Joseph ya estaba vestido y con su túnica roja. El rojo hacía resaltar sus ojos. 

- ¿Qué te vas a poner? - pregunta él al verla mirar en el vestidor. 

- No lo sé - se queda mirando a dos vestidos. Uno marrón claro con estampado de flores negras o un vestido de encaje blanco, con una cinta negra alrededor de la cintura y tres más al final del vestido. El marrón es de manga corta y el blanco de tirantes. 

- Me gusta el marrón - Joseph estaba detrás de ella sin que se diera cuenta. 

- Pues ese será - sonríe mientras coge el vestido y unos tacones -. Ahora voy a vestirme. 

- Y esas son las palabras de mi salida - se inclina y deja un beso en su hombro desnudo -. Te esperaré abajo. Tendremos que llegar juntos a la hoguera. 

 

Todos estaban rodeando la gran hoguera, y los más cercanos a ella eran los ancianos junto a Daniel y a un chico que Mia no conocía de nada. 




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