- ¡Sí! si las personas no creen en mí, todo esto. - Señaló todo lo que se encontraba alrededor de nosotros. - Todo lo que llamamos hogar desaparecerá. El mundo dejará de existir.
Me encontraba en shock, no sabía que decir. Permanecí mirándolo por un buen rato y él por igual me miraba, su ceño se encontraba ligeramente fruncido.
- ¿No vas a decir nada? - Cuestionó rompiendo el silencio.
- ¿Qué hay de este lío de los cuadernos? ¿Tú los creaste? - Pregunté y él suspiró con pesadez.
-No, al cumplir los doce años mi padre me contó los gajes del oficio, si es que se puede llamar así, me explicó que si los humanos no poseyeran cuadernos no tendrían miedo, y tú no quieres saber lo que es un humano sin miedo. - Explicó. - Si no lo tuvieran harían todo lo que quisieran, matar personas, robar, entre otras cosas, el cuaderno impide que rompan la línea hacia lo inhumano.
- ¿Y cómo hace eso? A mí estuvieron a punto de matarme y no veo que el cuaderno haya hecho algo, es más, se podría decir que fue gracias a él. - Dije y lo miré con una expresión furiosa.
-Eso es porque el que estaba utilizando el cuaderno "en tu contra". - Hizo comillas con sus dedos. - En realidad no tenía intención de hacerte daño, solo quería asustarte. - Dijo.
- ¿Y cómo estás tan seguro de eso? - Indagué y el me miró como si fuera obvio.
- ¿Enserio lo preguntas? Mike era el que lo tenía, en él es normal hacer este tipo de cosas, lamentablemente no puedo hacer nada. - Se encogió de hombros.
- ¿Por qué no puedes hacerle nada? - Pregunté.
-Eso no puedo decírtelo. - Dijo.
- ¡Pero de cualquier modo lo olvidaré! - Exclamé intentando convencerlo.
-Es que no puedo, no es que no quiera. Está prohibido. - Explicó. - Ahora, creo que ya sabes demasiado, es hora de que regreses a tu casa. - Dijo colocándose frente a mí.
-No, por favor, prometo no decir nada. - Dije y él al escucharlo sonrió de lado.
-Cuando sea el momento, recordarás. - Mencionó casi en un susurro.
Mi vista empezó a empañarse y todo empezó a dar vueltas, lo último que sentí fue unos brazos sosteniéndome para que no cayera.
Desperté sobresaltada y casi caigo de la cama si no fuera porque en un reflejo me sostuve del respaldar de esta. Miré a mi alrededor aturdida y vi que me encontraba en mi habitación.
Suspiré pesadamente y me recosté nuevamente.
¿Qué rayos pasó? - Era lo que se preguntaba mi mente, lo único que recuerdo es que profesora me dio permiso para salir de su clase y me ofreció dos sándwiches lo demás es solo un borrón en mi memoria.
- ¿A caso tuve un accidente? - Pregunté al aire en un susurro. Me sobresalté al escuchar la perilla de la puerta ser girada para luego abrirse dejando ver a Tomás mi mejor amigo. - ¡Tomy! - Exclamé extendiendo mis brazos y él casi inmediatamente corrió hacia mí y me abrazó.
-Me tenías asustado. -Dijo con el ceño fruncido. - Imagina mi sorpresa al enterarme de que te habías desmayado en medio del pasillo. - Oh, eso pasó. Hizo un puchero. - Emily también estaba preocupada, te mandó saludos. - Emily, la dichosa novia de mi mejor amigo, tenían casi 3 años de relación, se veían hermosos juntos.
- ¿Y por qué mejor no vino y me saludó ella? - Cuestioné e inflé mis mejillas fingiendo indignación.
-Ya sabes que no tiene mucho tiempo con eso de la recaudación de fondos para el orfanato. - Dijo.
-Ah, sí. ¿Cómo van con eso? - Indagué.
Y es que, cada año, en el instituto se hace una especie de reunión en la que se recaudan, ya sean objetos, ropa, comida o dinero para los niños que aún no habían sido adoptados. Es triste saber que, aunque digan que este es un mundo "perfecto" aún hay padres que son tan crueles como para abandonar a sus hijos.
Porque sí, en el orfanato, sólo había niños abandonados, lo niños que eran huérfanos eran inmediatamente entregados a familias que no podían tener hijos, porque era más fácil explicarle a un niño que sus padres eran buenas personas, pero lamentablemente habían muerto, que decirles que estos lo habían abandonado a su suerte.
- ¡Hey! ¡Annie! - Salí de mis pensamientos, al sentir como Tomy me sacudía. - ¿Qué pasó? De repente te quedaste mirando la pared como si te hubieses perdido. - Dijo bajándose de encima de mí para luego sentarse en forma de indio.
-Ah, lo siento sólo estaba pensando en que tal vez no pueda asistir a la reunión. - Mentí, no quería tener que explicarle todo lo que estaba pensando.
- ¿Por qué no? Sabes que para Emily es importante que asistamos. - Mencionó confundido.
-Porque no quiero ver a esos pobres niños ahí encerrados, si voy no voy a poder evitar llorar. - Dije e hice un puchero.
-Hazlo por mí ¿Si? - Alargó la i mientras me halaba del brazo.
-Lo pensaré. - Respondí y él se tiró nuevamente encima de mí.
-Gracias. - Dimos vueltas en la cama hasta que caímos en el suelo entre risas.
-Ahora vete a bañar has faltado dos días, no querrás faltar de nuevo a la hora del señor Weed, sabes que ese hombre ya te odia, no le des más razones.
- ¿Dos días? - Pregunté con los ojos muy abiertos.
-Síp, hoy es jueves, por eso me tenías preocupado.
Me levanté rápidamente del suelo y miré mi reloj, las 7:33, tenía aproximadamente 20 minutos para alistarme.
Corrí rápidamente al armario y saqué la ropa que me pondría, un pantalón negro ajustado y una camisa roja a cuadros.