Esto no termina aquí.
Luego de esto Mike y yo salimos de la enfermería y pude escuchar como Mike le preguntaba a Ziel si iba a venir con nosotros y este le respondía con un seco "Tengo algo importante que hacer".
Reí un poco para mí misma, pero al ver como Mike se acercaba nuevamente puse una expresión seria.
-Bueno, Ziel no nos podrá acompañar, así que vamos. - Dijo empezando a caminar y yo lo seguí.
Caminamos por los pasillos hasta llegar a la sala principal, donde ya no había ni un alma.
-Ven, es por aquí. - Murmuró tomando mi mano y llevándome por una puerta lateral.
Salimos de la institución y caminamos hasta llegar a una moto que estaba estacionada en uno de los espacios del estacionamiento, me quedé mirando la moto impresionada.
- ¿Qué? ¿Acaso tienes miedo? - Preguntó elevando una ceja mientras estiraba el brazo para pasarme uno de los cascos.
-Claro que no.- Rodé los ojos. - ¿Puedo conducir yo? - Le pregunté emocionada.
-No sé si sea seguro dejar que un imán de problemas conduzca. - Dijo mientras se colocaba el casco.
- ¡No seas malo! - Exclamé. - Si ocurre un problema te tengo a ti. ¡Eh, experto en primeros auxilios! - Choqué su hombro con mi puño, él soltó una carcajada.
-No soy tan bueno. - Dijo haciendo una mueca.
-Claro que sí. - Dije. - No te quites mérito, ¡Eh! Me libraste de un dolor de estómago. - Reí.
-Debo reconocer que es cierto. - Murmuró con una sonrisa surcando sus labios. - Toma. - Me tiró las llaves y cuando las tuve en mis manos no pude evitar sonreír.
- ¡Gracias, gracias! - Exclamé y le di un abrazo de lado, me coloqué el casco y subí a la moto, seguida por él.
Y así fue como por primera vez, luego de mucho tiempo, me sentí libre.
Narra Mike:
Luego de dejar a Annie en su instituto, salí inmediatamente hacia "la guarida", como me gusta llamarle a la sala de reuniones de mi familia, había recibido un mensaje urgente de Ziel, el cual decía que había una emergencia.
Manejé a toda velocidad y al llegar estacioné mi moto detrás del lugar, no me gusta dejarla en un lugar visible porque luego me la roban.
Me quité el casco y lo coloqué en el manubrio. Caminé hasta la entrada y abrí la puerta entrando al lugar.
-Hey, ya llegaste. - Salté en mi lugar y llevé una mano a mi pecho por el susto.
-Ziel, no aparezcas así de la nada, me asustaste. - Le reproché.
-No es momento de juegos, acompáñame, tengo algo que decirte. - Se giró y caminó hasta la sala de archiveros. Lo seguí entrando junto a él en dicha sala, había libros del destino tirados en todas partes.
-Ziel, ¿Qué rayos hiciste? ¿Estás loco? - Pregunté alterado mientras recogía los libros.
Esos libros eran los más valiosos del mundo, y no solo por el hecho de que sean libros sino porque en ellos está escrito el destino de cada persona de Destination Word, un destino que solo podía ser visto por el mismísimo Destino, osea Ziel, y yo, su sucesor.
Los libros no eran para nada como los cuadernos, los libros no solo decían lo que hiciste antes y lo que haces ahora, sino que te muestra el futuro, ya sea si recuperarás tu cuaderno, si encontrarás a tu pareja destinada o si morirás. Te muestra todo sobre la persona.
-Estaba buscando algo. -Masculló. - Deja, yo lo arreglo. - Me quitó los libros que había recogido y utilizando su "magia" los colocó en su respectivo lugar al igual que los que se encontraban en el suelo.
- ¿Y no pudiste usar tu "magia"? - Hice comillas con mis dedos. - Para algo la tienes ¿No?
-Oh, no pensé en eso. - Dijo rascándose levemente la nuca.
- Ya dime qué está pasando, no estás siguiendo tu papel de hermano responsable ¿Qué diría papá si te ve en este estado? - Indagué frunciendo el ceño.
-Es que no entiendes. - Empezó a mover los brazos exageradamente. - Meredith acaba de arruinar todo, despertó algo, algo que es muy peligroso tan sólo por el hecho de que es desconocido.
- ¿De qué rayos estás hablando? - Pregunté confundido.
- ¡De que el destino se alteró! - Exclamó. - No sé qué hacer, y-yo no estaba preparado para esto. - Bajo la mirada perdida.
-Me estás confundiendo, Ziel. - Dije. - ¡Déjate de rodeos y llega al maldito punto! - Grité ya cansado de su actitud, eso pareció traerlo de vuelta a la realidad ya que elevó la mirada y caminó hasta una de las mesas del lugar donde había un libro ubicado en medio de esta.
-Tienes que verlo por ti mismo. - Arrastró el libro sobre la mesa a una velocidad lenta y yo desesperado lo tomé. Viendo que este tenía un nombre ya conocido para mí.
Annie Williams. - Decía.
-No entiendo, ¿Qué tiene que ver Annie con esto? - Pregunté.
-Sólo ábrelo y lo verás. - Masculló, le lancé una última mirada para luego abrir el libro e inmediatamente quedé en shock.
-E-Es imposible. - Susurré.
-También creía eso, pero ya puedes ver que no.- Murmuró.
-P-Pero, ¿Q-Qué significa esto? - Cuestioné alterado.
-No lo sé, estoy igual de confundido. - Se pasó la mano por el cabello. - Debemos decirle a papá. Susurró perdido.
-Eso no cambiará nada, él verá exactamente lo que vemos nosotros. - Pausé. - Un libro vacío.
Porque sí, señoras y señores:
El destino de Annie Williams estaba total y completamente en blanco.