- ¿Qué estás haciendo aquí? - Pregunté.
-Y-yo s-solo. - Empezó a hablar, pero paró abruptamente, sus ojos se volvieron escarlatas, mientras que los míos, en respuesta, adoptaron el color amatista. - Mike Behar, cuanto tiempo. - Me estremecí de pies a cabezas al reconocer la voz que salía de los labios de Annie. - El mundo me ha encomendó darte un mensaje y necesito que escuches bien, el mensaje está en clave y tendrás que descubrir qué hacer. - Dijo suavemente.
-Está bien, adelante, dilo. - Murmuré.
-El Destino ha sido alterado y la marca de este ha cambiado, el reloj ha sido robado y la brújula su lugar ha tomado. Ahora solo hay cuatro opciones norte, sur, este y oeste, no escojas la dirección incorrecta porque podrías provocar tu muerte. Cada opción te lleva a un lugar, pero eso tú tendrás que averiguar, busca las manecillas de la brújula para el camino correcto encontrar, así el destino seguirá su curso y no quedará lugar para el que un día se opuso. - Dijo y casi inmediatamente sus ojos volvieron a ser normales, cafés. - ¿Qué acaba de pasar? - Preguntó mirando hacia todos lados aturdida.
Tengo que ver la marca. - Me dije internamente.
-Nada, ¿Crees que puedas quedarte aquí por uno minutos? - Indagué mirándola a los ojos.
-Sí, claro, déjame sola aquí, en medio de un bosque, de noche. - Dijo con sarcasmo. - No hay problema, no es como si un monstruo me fuera a comer. - Dijo encogiéndose de hombros.
Que chica ni más bipolar. - Me reí mentalmente.
-Bueno, entonces espérame aquí y no te muevas. - Advertí señalándola con mi dedo índice y ella asintió.
Caminé de vuelta al centro del bosque y abrí grandemente los ojos al ver lo que se encontraba frente a mí.
La roca donde antes estaba la marca estaba destruida, los pedazos estaban esparcidos por el terreno y en su lugar había otra con nada más y nada menos que una brújula sin manecillas.
Me acerqué lentamente a esta y la toqué e inmediatamente esta brilló en reconocimiento.
Esto es increíble
- ¡Ah! - Un grito me sacó de mis pensamientos y me tensé inmediatamente, era Annie, estaba en peligro.
Narra Annie:
- ¡Ese tonto! ¡De verdad me dejó aquí sola! - Exclamé enojada pateando la tierra bajo mis pies. - ¡Qué desconsiderado! Ni siquiera sé qué hago aquí. - Pateé más fuerte.
Solté un par de gruñidos mientras movía mi pie nerviosa cuando de repente escuché un ruido a mis espaldas.
-Así que por fin te dignaste a volver. - Dije girándome y salté asustada al encontrarme de frente con unos ojos totalmente blancos, era un chico de mediana estatura que quizás tendría 5 o 6 años más que yo. Me llevé la mano al pecho tratando de calmar mi respiración.
-Lamento haberte asustado, pero es que no pude evitar preguntarme ¿Qué hace aquí una chica tan hermosa? - Llevó su dedo hacia mi barbilla y elevó mi cara para verme mejor.
- ¡No me toques! - Exclamé golpeando su mano. - Y respondiendo a tu pregunta un estúpido me dejó aquí sola.
-Tranquila, no planeo hacerte nada. - Dijo mientras se rascaba la nuca despreocupado. - Y dime hermosa ¿Quién te dejó aquí? - Preguntó mirándome directamente a los ojos, bajé la mirada incapaz de permanecer mirando esos ojos.
-Eso no es de tu incumbencia. - Dije mirando a la derecha.
-Oh, claro que sí. - Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo haciéndome voltear la mirada nuevamente hacia él y lo que vi me hizo lanzar un grito.
- ¡Ah! - Grité al ver como esos ojos antes blancos estaban completamente negros y el cabello negro del chico crecía rápidamente.
Empecé a correr hacia donde se había ido Mike, corrí lo más rápido que pude y cuando por fin pude vislumbrar su silueta aumenté el ritmo.
Vi como Mike me lanzaba una mirada confusa al verme correr, me oculté detrás de él y al ver la figura del otro chico acercarse hice lo que toda persona normal haría.
- ¡No me hagas nada! ¡Llévatelo a él! - Dije empujando a Mike por la espalda. - Seguro que es sabroso, si te lo comes te caerá bien, si me comes a mí te dará dolor de estómago, estoy salada. - Al decir esto sentí como la espalda de Mike vibró a causa de su risa y escuché como el chico lo seguía.
-Así que viene contigo. - Dijo el chico ahora con los ojos blancos nuevamente.
-Síp. - Murmuró Mike marcando la p.
- ¿Por qué no me dijiste que venías? - Indagó el oji-blanco acercándose a Mike y dándole un abrazo.
-Solo vine de paso, no creí necesario decirlo. - Dijo Mike en respuesta.
-Pues desde ahora te digo que debes avisar, han surgido ciertos imprevistos y hemos sido atacados en varias ocasiones, tu hermano dio la orden de aumentar las defensas, por eso estoy aquí. - Mencionó alejándose de Mike.
-Ya veo. - Susurró Mike pasándose la mano por el cabello. - Desde ahora quiero que esta zona tenga doble seguridad, Zack, serás el encargado de distribuir a los defensores, confío en ti para mantener la marca segura.
-Oigan. - Llamé su atención mirando a mi alrededor. Ambos fijaron su mirada en mí. - ¿Qué pasó aquí? - Cuestioné señalando las rocas esparcidas a nuestro alrededor.
- ¿Qué demonios? - Masculló el chico, que ahora sabía, se llamaba Zack. - Mike, podrías explicarme qué rayos hiciste.
-El mundo lo quiso así. Asumí mi cargo. - Dijo con extremada seriedad.