El Destino De Annie Williams [nd#1]

Capítulo 17

-La pregunta aquí es, ¿Existe tal marca? - Enarcó una ceja mirándome directamente a los ojos y pude ver un destello amatista en estos        

-La pregunta aquí es, ¿Existe tal marca? - Enarcó una ceja mirándome directamente a los ojos y pude ver un destello amatista en estos. Y mi mente se aclaró. - Es exactamente lo que estás pensando, Mike. Y es justo el tercer error: No hay ninguna marca, yo soy la manecilla. - Murmuró sonriendo.

- ¿Y todo este tiempo sabías que lo eras? - Cuestioné dudoso.

-No, lo supe cuando me encontré con la chica del espejo. - Dijo soltando una risita. - No sé cómo, pero de repente todo se aclaró y ya sabía lo que debía hacer. - Explicó. - No tenemos mucho tiempo así que empecemos de una vez.

- ¿Y qué se supone que debemos hacer? - Pregunté.

-Es obvio, con mi ayuda. - Se señaló. - Entraremos en la mente de cada uno de ellos y descubriremos qué dirección debes escoger, dependiendo de si tienen buenas intenciones o no.

- ¿Osea que sólo hay uno que tiene buenas intenciones? - Indagué abriendo grandemente los ojos.

-No necesariamente. - Se encogió de hombros. - Lo que hay es que no debemos confiar en nadie, porque recuerda lo que dijo el mundo, no podemos elegir la opción equivocada porque morirías y con ello yo también. - Mencionó.

- ¿Qué? - Mis ojos se abrieron mucho más.

-No hagas eso, se te saldrán los ojos. - Dijo tocando mi frente con su dedo índice. - Y así como lo oíste si te mueres yo también me muero.

- ¿Y cómo es eso? ¿Por qué? - Preguntó.

- ¿Enserio tengo que contestarte a eso? - Enarcó una ceja acercándose más a mí. - ¿Qué son unas simples manecillas sin su brújula? - Preguntó sonriendo levemente.

Un carraspeo rompió con la burbuja que habíamos creado e inmediatamente Annie se alejó de mí, una leve queja salió de mis labios.

-Tranquilo, ya luego tendremos tiempo para conocernos mejor. - Mencionó y rio. - Ahora, tenemos que empezar, iremos primero por el norte. Ven. - Me hizo un ademán para que fuera junto a ella y al llegar a su lado me haló del brazo arrastrándome hacia la marca del destino y me hizo parar en el centro de esta.

Ella se paró junto a mí y sostuvo mis manos, sus ojos adoptaron el color amatista y mis ojos, en respuestas lo hicieron por igual. Y entonces vi como un pequeño hilo de luz con punta de flecha salió de nuestras manos y se dirigió hacia mi padre, entrando en su pecho e incrustándose directamente en su corazón.

Fijé mis ojos en Annie e inmediatamente miles de imágenes aparecieron en mi mente. De repente, ya no estábamos en el bosque sino en mi antiguo hogar, me quedé quieto en mi lugar al escuchar gritos en la habitación que antes era la oficina de mi padre, pero rápidamente fui halado por Annie quien corrió rápidamente hacia la puerta y la abrió de golpe.

Me haló más fuerte hasta sentarnos en uno de los sofás que se encontraba en una de las esquinas de la habitación.

-No pueden vernos, debes prestar mucha atención. - Dijo para luego cruzar las piernas y observar la situación atenta. Yo asentí y volteé a ver.

En la habitación se encontraban mi padre, mi madre y James, mi padre estaba sentado cómodamente en su silla mientras James le gritaba, mi madre solo observaba.

- ¡No puedes hacer eso! - Gritaba James furioso, no sabía de lo que hablaban, pero se notaba que era un tema serio.

-Claro que puedo y lo haré. - Masculló mi padre calmado.

-Robert, piénsalo un poco, no puedes someter a esos niños desde tan pequeños. - Opinó por primera vez mi madre, me acomodé mejor en el sofá queriendo saber a qué se refería.

-Katherine, esto no tiene que ver contigo, no te entrometas. - Gruñó mi padre perdiendo la paciencia.

- ¡Claro que tiene que ver conmigo! - Exclamó ella. - Soy tu esposa y además poseo la marca de las manecillas, no puedes hacer algo tan repulsivo, ya es suficiente. - Dijo firme.

- ¡Lo haré y no me importa su opinión! - Gritó mi padre poniéndose de pie y golpeando la mesa con su puño.

- ¡¿No te conformas con controlar a tu hijo y ahora quieres controlar a todos los niños del mundo?! - Exclamó furiosa mi madre, jamás la había visto así y al parecer James tampoco porque la miraba totalmente sorprendido.

- ¡No es para controlarlos, solo quiero que se adapten al mundo! - Gritó mi padre en respuesta acercándose a ella.

Al entender lo que quería decir, volteé mi mirada hacia Annie en shock, ella asintió levemente confirmando lo que pensaba.

Mi padre quería entregarles el cuaderno a los niños antes de lo adecuado. Se supone que el cuaderno es entregado cuando la persona es consciente de lo que puede provocar con sus acciones, porque, vamos ¿Qué pasa si le das el cuaderno a un niño? Obviamente tomará el primer crayón que encuentre y lo llenará de garabatos. Pero mi padre quería hacerlo, quería dejar el destino de una persona en manos de un niño pequeño que ni siquiera se podía valer por sí mismo.

- ¡Un mundo que te impide hacer lo que quieres! - Salí de mi ensoñación al escuchar el grito de mi madre. - ¡¿Quieres quitarle a un pobre niño la libertad de ser libre al menos un tiempo?! ¡Dios, pero con qué monstruo me he casado! - Gritó y entonces pasó algo que me hizo parar como un resorte del sofá.

La golpeó.

La habitación quedó en total silencio, el sonido de la bofetada hacía eco en mi mente, estuve a punto de ir a golpearlo, pero la mano de Annie me lo impidió.

-No puedes hacer nada. - Susurró. - Esto no está pasando ahora, ya forma parte del pasado. - Acarició mi mano con su pulgar y me dio una mirada reconfortante.



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En el texto hay: desconocidos, destinos, cuadernos

Editado: 23.12.2020

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