Narra Mike:
-Todo esto es mi culpa. - Mascullé caminando de un lado en la habitación mientras me halaba fuertemente el cabello.
-No es tu culpa, es mía, yo fui la que se alejó de Tomy no tú, yo no tuve en cuenta sus sentimientos y lo dejé de lado, eso lo hizo vulnerable y esa cosa se aprovechó de eso. - Dijo Annie colocando su mano en un mi hombro. - Pero no sirve de nada culparnos debemos buscar una manera de resolver todo este embrollo.
-No sé qué hacer, ni siquiera sabemos dónde están. - Me froté las sienes frustrado. - Quizás debemos llamar a Ziel, después de todo cuando él era el Destino nada malo sucedía, tal vez el que trae problemas soy yo. - Murmuré golpeándome el pecho.
-No digas eso, tú eres increíble. - Dijo acercándose a mí, sosteniendo mis mejillas con sus manos. - Quizás solo debemos esperar. - Murmuró soltando un suspiro.
-No puedo esperar, no quiero perderlo otra vez. - Susurré. - Me hicieron olvidarlo y ahora, cuando por fin lo recuerdo, se lo llevan y tengo este presentimiento, esto. - Dije golpeándome el pecho. - Que me dice que ya no lo volveré a ver, que ya lo he perdido.
-Deja de pensar así, hay que ser optimistas, por lo que vimos en el recuerdo, él es alguien fuerte. - Dijo masajeando levemente mis hombros. - Hay que esperar. - Afirmó. - El mundo dijo que la solución era dada por ellos dos, tal vez esto tenía que suceder, quizás todo fue planificado por el mundo.
-Estoy cansado del mundo y sus constantes juegos. - Mascullé. - Solo quiero dejar de sentir esto.
-Eres el destino. - Murmuró. - ¿No puedes buscar un modo de ver lo que está pasando con ellos?
- ¡Es verdad! - Exclamé dando un brinquito. - ¡Los libros! ¡Vamos! - La agarré de la mano y la halé para disponerme a correr.
Corrimos hacia mi moto, la cargué para subirla, le coloqué el casco y me subí arrancando inmediatamente.
Me salté muchísimos semáforos, pero en realidad eso no importaba, porque esto era algo de vida o muerte.
Al llegar, me bajé rápidamente con cuidado de no lastimar a Annie y la cargué nuevamente para bajarla. Corrí hacia la puerta dejando a Annie atrás y la abrí entrando a la guarida. Me dirigí hacia la sala de archiveros y elevé mi mano derecha en el aire pensando en Tomás. El libro de este salió de entre todos y flotó hasta mi mano.
- ¡Eso fue increíble! - Escuché el grito de Annie proveniente de la puerta de la sala, giré y vi como ella luchaba por sacarse el casco. - Se atoró. - Masculló entre dientes por la fuerza que estaba ejerciendo.
-Cuidado. - Murmuré y me acerqué a ella poniendo el libro sobre la mesa para proceder a quitarle el casco lentamente. - Listo. - Susurré.
-Gracias. - Dijo para luego tomar el libro de la mesa abriéndolo justo en la mitad. - ¡Pero si aquí no hay nada! - Exclamó.
-No puedes verlo aún. - Murmuré riendo al ver su cara consternada. - Debes activar tus ojos. - Expliqué.
-Oh, eso tiene sentido. - Susurró y luego sus ojos adquirieron el color amatista. Realicé la misma acción y dirigí mi vista hacia el libro.
-Es demasiado tarde. - Dije en un susurro lastimero al ver la imagen allí plasmada. Annie me lanzó una mirada cargada de lástima y no lo pude aguantar más, me dejé caer en el suelo y lloré como nunca antes.
Y es que Caleb, mi hermano, ya estaba siendo poseído por aquel monstruo, Robert observaba shockeado la escena, parecía estar en una especie de trance.
Había perdido a mi hermano, otra vez.
Tiempo antes...
Narra James/Caleb:
Abrí mis ojos lentamente encontrándome con una oscuridad que parecía infinita. Miré hacia los lados, pero no había ni una luz en la habitación.
- ¡Robert! - Exclamé en un susurro. - ¿Estás ahí? - Cuestioné y sentí un movimiento a mi derecha.
- ¡Caleb, pensaba que te había llevado a otra habitación! - Oí la voz de Robert. - ¿Estás bien? ¿No te hizo nada? - Indagó y sentí sus manos en mis hombros y luego en mi cara.
-Estoy bien. - Refunfuñé y aparté sus manos. - Si me hizo algo no estaba consciente como para sentirlo. - Murmuré, escuché como suspiró levemente.
-Tenemos que hallar una manera de salir de aquí. - Dijo agarrando mi brazo y halándome. - Aquí hay una pared solo hay que seguirla. - Murmuró y colocó mi mano en la pared para que pudiera guiarme.
Caminamos unos pasos, pero Robert paró de repente haciendo que chocara con su espalda.
- ¿A dónde creen que van? - Susurró aquella voz en mi oído y yo salté del susto. La luz se encendió de repente y tuve que cerrar los ojos de golpe para poder acostumbrarme.
Los abrí nuevamente y giré topándome de frente con aquel demonio.
- ¡Hola! - Exclamé nervioso. - ¿Cómo te va? ¿Bien? Qué bueno, fue un gusto hablar contigo. ¡Adiós! - Dije rápidamente, me di la vuelta y casi salí corriendo, digo casi porque la cosa esa me sostuvo del brazo y me acercó a él.
- ¡Déjalo! - Exclamó Robert e intentó lanzarse sobre la cosa, pero una fuerza extraña lo lanzó contra la pared haciéndolo caer de rodillas al suelo.
-Ya no nos interrumpirá. - Murmuró. - No queda mucho tiempo, este cuerpo ya no me aguantará. - Susurró.
-Que tonto eres, el mío también se desgastará en su momento. - Dije.
- ¡Claro que no! ¡Tu cuerpo lo hizo el mundo, es una obra de arte jamás vista! - Exclamó y yo solo me limité a reír. - ¿De qué te ríes? Con mi fuerza y con tu cuerpo seré invencible. - Dijo sonriendo socarronamente y yo adopté una expresión seria.