El Destino De Annie Williams [nd#1]

Capítulo 26

Narra Robert:

Me había despertado ya hacía dos o tres minutos, el demonio solo se veía los brazos y sonreía dando leves saltitos.

- ¡Ya puedo sentirlo! - Exclamó el demonio en el cuerpo que antes pertenecía a mi hijo. - El poder fluyendo, este cuerpo lo acepta. Es perfecto para mí- Soltó una carcajada y se giró a mirarme. - ¿Me sienta bien el nuevo cambio? - Cuestionó, yo me limité a gruñirle, aún no podía moverme y la verdad es que no sabía si se trataba de su hechizo o del shock en el que me encontraba.

-Te mataré. - Mascullé.

-Oh, ¿Enserio? - Indagó caminado de un lado a otro para luego acercarse a mí y agacharse quedando a mi altura. - ¿Se puede saber cómo planeas hacer eso? - Murmuró de forma burlona. - No creo que alguien que no se puede siquiera mover pueda matarme.

- ¡Lo haré! Aunque sea lo último que haga. - Gruñí y traté de moverme, pero aún no podía, era como si miles de manos me arrastraran hacia abajo. - ¿Qué fue lo que me hiciste? - Cuestioné.

-Solo quiero que sepas por lo que yo tuve que pasar. - Masculló. - Cada día confinado en la mente de esas asquerosas personas. - Hizo una mueca de asco. - Quiero que sientas lo que es el no poder moverte a tu voluntad, el sentir que algo te ata y no puedes hacer nada más que hablar.

- ¿Por qué? - Él hizo una mueca de confusión. - ¿Por qué quieres que yo sienta eso?

- ¡Porque tú provocaste que yo estuviera así! - Exclamó furioso. - ¡Se suponía que debías negarte a dejar tu puesto como el destino! ¡Tenías que dejarme dominar tu cuerpo por más tiempo! Pero de repente te arrepentiste, te dejaste llevar por tu asqueroso sentido de la justicia. - Masculló con asco. - ¡Y mira como terminaste! - Rio. - Si me hubieras hecho caso tu hijo aún estaría aquí.

- ¡Ja! Que gran chiste, en tu naturaleza está el sembrar caos, si eso hubiese pasado no sólo mi hijo hubiera muerto sino todo el mundo. - Expresé apretando mi mandíbula.

-Bueno, ahora que lo pienso. - Puso una expresión pensativa mirando a la nada. - Tienes razón. - Rio. - Pero al menos no habrías quedado como un traidor y asesino delante de tu hijo. - Masculló. - Ya estoy cansado de tanto drama familiar, por qué no mejor vamos a la parte divertida.

- ¿Y cuál se supone que es? - Indagué.

-Donde tú asesinas a Mike y yo me convierto en el próximo destino. - Expresó como si fuera obvio.

-El mundo jamás te escogerá como destino, asesinarlo no servirá de nada. - Gruñí. - No volverás a destruir mi vida, ya lo hiciste una vez no permitiré que vuelva a ocurrir.

-Esta vez no está en tus manos Robert. - Rio. - Perdiste esa elección cuando asesinaste a la persona que el mundo ya tenía pensada como el destino. - Se señaló.

-Calem. - Susurré y las lágrimas que había estado reteniendo se deslizaron como torrentes por mis mejillas. - Él...- Sollocé y sentí como la presión que me sostenía contra el piso se iba dejándome caer completamente en el suelo agotado.

-Exacto, me alegra ver que lo entiendas, así no perderé tanto tiempo. Él iba a ser el destino, pero murió, ahora que volvió a la vida ¿A quién crees que elegirá el mundo? - Bufó y se sentó frente a mí. - Ahora, vamos a lo importante. - Me agarró por los hombros y me miró directamente a los ojos. - En unos minutos llegará Mike, te abrazará y te dirá lo mucho que lo siente y tú lo matarás.

-No, no, no.- Negué rápidamente con la cabeza. - No lo haré. No puedes obligarme. - Gruñí.

-Oh, claro que puedo. - Afirmó sonriendo. - Sólo necesito darte esto. - Masculló y colocó un arma en mi mano. - Ahora sí, ¡Qué comience la diversión! - Exclamó y aplaudió desapareciendo en un instante.

Podía sentirlo, sentía ese vacío nuevamente, me obligaría a hacerlo y no podría hacer nada, ni siquiera creía poder hablar, la magia que utilizó en mi me lo impedía.

Mis pensamientos fueron interrumpidos al escuchar pasos provenientes del pasillo. La magia actuó rápidamente en mi haciéndome esconder el arma debajo de mi pantalón siendo cubierta con mi suéter.

Todo en mi desfalleció al ver a Mike entrar corriendo.

Por favor no te acerques. - Supliqué en mi mente más las palabras jamás abandonaban mis labios.

- ¡Papá! - Lo escuché exclamar, pero mi cabeza permanecía gacha y las lágrimas seguían recorriendo mis mejillas.

¡Me llamó papá! ¿Cuánto tiempo había pasado sin que lo hiciera? - Me cuestioné internamente. -No me obligues a hacer esto, por favor. - Rogué, pero tal como temía nadie contestó.

De pronto sentí como unos brazos me envolvían quitándome el aliento y causando que mi cuerpo se tensara completamente.

-Calem, murió papá. - Sollozaba Mike en mi hombro causando que mi suéter se mojara por sus lágrimas. - Yo... lo siento, no pude hacer nada. - Empezó a temblar fuertemente y reuní las fueras que me quedaban para envolver mis brazos en él, colocando mi cara entre el hueco de su cuello y acariciando lentamente su espalda.

-Está bien, no es tu culpa. - Susurré forzosamente. - Todo va a estar bien, después de todo eres el elegido, tú los salvarás. - Murmuré convencido.

- ¿Qué? ¿De qué hablas? - Cuestionó alejándose lentamente de mí.

-Yo... Ya no puedo hacer nada. - Mascullé la magia causando efecto en mí forzándome a sostener el arma y apuntarla rápidamente a la cabeza de Mike.

- ¿Qué haces? - Indagó sus ojos abriéndose de par en par y su piel tornándose pálida.

-Lo siento, yo... No quiero, lo juro. - Sollocé y la magia hizo que quitara el seguro del arma.

-Papá...- Mike quiso alejarse, pero mi sollozo lo detuvo.

-No te muevas. - Rogué. - Si te mueves me obligará a dispararte.

- ¿Obligarte? - Cuestionó y afirmé desenfrenadamente. Él guardó silencio y me miró directamente a los ojos causando estragos en mi interior. El silencio fue interrumpido por otros pasos que venían hacia aquí.



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En el texto hay: desconocidos, destinos, cuadernos

Editado: 23.12.2020

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