Roxy miró ese bolso con inquietud y curiosidad, nadie lo había abierto y ella no sería la primera en hacerlo, aunque ganas no le faltaran. Ese bolso contenía todas las pertenencias de Evan, quizá tenía objetos personales o alguna cosa rara, pero ella no debía meter sus garras en su interior.
Era cuestión de respeto.
—Te mueres por abrirlo, ¿no es cierto?
Michelle se burló de su debilidad con una sonrisa, ella estaba en la puerta del dormitorio esperando un movimiento. Roxy intentó mentirle, hacerle creer que no estaba tentada de ningún modo, pero fue una tarea inútil, la mujer leopardo no solo era su última amiga, sino que, la conocía casi más que Roxy, engañarla no era una buena idea.
—Un poco..., pero no debo abrir esto.
Tomando el bolso negro por una de las correas, Roxy lo alzó por un brazo hasta la espalda, la maldita cosa era pesada.
—Oh vamos, ¿no tienes curiosidad?
—No.
—Imagina lo que debe haber ahí.
Roxy se detuvo frente a Michelle.
— ¿Ropa?
—Además de eso... —Ella sonrió—. Puede haber imágenes o cartas de sus admiradoras, quizá un diario secreto, un par de armas...
—Michelle, no revisaré las cosas personales de Evan, eso es de gente rara y obsesiva, ¿acaso tú le revisas las cosas a Finnick?
La expresión de su amiga le dijo la respuesta, Michelle era dominante, impulsiva y arriesgada, siempre yendo hacia lo incorrecto, tenía una pizca de sentido común y sabía diferenciar el bien del mal, pero eso no significaba que no fuera de forma constante contra las reglas.
—Oh vamos Roxy, has enganchado a un pez gordo, puedes saber un poco más sobre él si sabes cómo se viste o cómo huele, cosas así.
Roxy enfrentó a Michelle en la sala de estar, dejó caer el bolso sobre un sillón negro, solo para descansar un poco.
—Tú —le apuntó—. Estás con Finnick.
«Y Evan es nuestro compañero» la pantera se encontraba activa y al acecho.
—Pero conservo la libertad de apreciar la belleza masculina.
Roxy le miró muy seriamente y fue entonces que Michelle se echó a reír. Era increíble cómo la mujer todavía conservaba su espíritu intacto, a pesar de todo lo que estaba pasando, ella siempre encontraba una forma de reír, pero a veces a Roxy le molestaba que fuera a costa de ella.
— ¿Cómo se siente? —Preguntó después de recobrar la capacidad de hablar.
— ¿Qué cosa?
Michelle se cruzó de brazos y le miró con cierta inocencia en sus ojos.
—Saber que ya no habrá otro para ti más que Evan.
Roxy no había querido pensar en eso desde que..., bueno, desde que supo que ambos estaban conectados, casi destinados a permanecer juntos, primero porque le resultaba un poco preocupante el hecho de toda una vida junto a un completo desconocido, por más que su aspecto fuera tentador, no sabía nada de Evan, segundo, Roxy no tenía idea de si tenía toda una vida...
—No lo sé, solo es mi animal el que me impulsa a permanecer con él.
Roxy mantuvo su mirada firme cuando percibió la lástima de Michelle, porque ambas sabían que muchas parejas cambiantes se creaban por instinto y no por amor, y en donde faltaba el afecto, abundaba la infelicidad.
¿Era eso lo que le esperaba con Evan? Quizá para esa pregunta no necesitaba saber la respuesta, sería mejor no hacerlo, porque de otro modo solo serviría para aumentar el sufrimiento, del cual ya tenía demasiado.
—Bien, tengo que llevarle esto —dijo, volvió a ponerse el bolso a la espalda y se despidió de Michelle con un beso en la mejilla—. Nos vemos más tarde.
—Claro, ve con cuidado.
Tener un peso sobre su espalda le dificultaba mucho la tarea de avanzar, por fortuna, la cabaña de Michelle y la suya no estaban tan alejadas, tan solo a setecientos metros, cada tramo cubierto por bosque. Pero aunque fuera una corta distancia, Roxy sabía que el único lugar seguro siempre era su cabaña, más cuando ahora llevaba una carga desconocida, que bien podría ser interpretada como contrabando si alguno de los guardias de Richard la veía.
Así que debía darse prisa por llegar.
Sintió las garras del hambre desgarrar su estómago, y la pantera estaba de mal humor, básicamente siempre se encontraba así cuando se alejaban de Evan. Maldita hambre, Roxy no quería sentirla, maldita debilidad que se llevaba sus fuerzas, solo había comido un pobre desayuno a base de té y lo que quedaba del ante último paquete de galletas saladas, no quiso recibir nada de Michelle porque ambas sabían que con la nueva forma de racionar los recursos que había impuesto Richard, nadie podía compartir ni una migaja de alimento. Y eso dolía, te hacía sentir malvado y ruin.
—Roxanne, detente.
«Oh mierda... No, de todo el territorio, ¿por qué tenían que patrullar esta parte?»
La pantera sugirió ignorarlos y seguir, faltaba muy poco para avistar su hogar, sin embargo Roxy tenía que obedecer por la fuerza, enfadar a dos cambiantes leones no era la mejor de las ideas.
Tomando aire, ajustó el agarre sobre la correa y se detuvo, esperando, mientras oía las pisadas de los guardias que más odiaba en todo el clan. Los crueles y estúpidos hermanos Larkin, en realidad eran tres, pero Joe casi nunca andaba cerca de Nick y Alan, además de que no era tan idiota y egocéntrico como esos dos.
Roxy fue rodeada de inmediato, trató de mostrarse tranquila, pero la pantera reconocía el peligro al que se enfrentaba y urgía salir de ahí, ella podía ser el doble de grande que un leopardo, pero ante un león ella no podía hacer nada. Sentirse como una presa acorralada era horrible.
— ¿Qué tienes ahí Roxanne? —Preguntó el mayor y más alto de ambos, Nick.
Alan ya estaba husmeando en el bolso.
—Las pertenencias de Evan Hatchet.
Nick se detuvo frente a ella, con sus ojos mezcla de amarillo y verde atenuado, burlándose de su inferioridad.
—Oh sí, ya todos saben del pequeño cachorro alfa.