Evan miró con recelo a la enorme carpa de plástico color blanco que cubría por entero una de las parcelas de cultivo, la vez que Roxy lo llevó ahí esas cosas no estaban y ahora sentía como si estuviera siendo guiado hacia una trampa.
— ¿Vas a entrar o te quedarás ahí parado todo el día?
Despejando su paranoia, Evan ingresó, al instante comprendió la función de la enorme carpa, el lugar era como un invernadero pues el aire estaba más cálido que en el exterior. Daryl lo esperaba de brazos cruzados por el camino central entre las plantaciones, había más personas trabajando, contó a otros cinco extraños.
—Ahora podemos trabajar tranquilos —dijo Daryl—. Aquí ya no nos vigilan constantemente.
—Si me uno, ¿tendré que trabajar aquí?
—No lo creo, si eres el compañero real de Roxy, de seguro que Richard te pondrá en el mismo eslabón jerárquico que ella, además, eres un alfa, otra razón más para rebajarte.
Era obvio a la vista que Evan no le agradaba a Daryl, quizá fueran celos o así era siempre, un tipo malhumorado que se veía mayor que él.
— ¿Estás molesto conmigo o así te comportas?
Daryl dirigió sus ojos amarillo verdosos con dureza, podía admitir que era un hueso duro de roer, pero Evan había aprendido a no bajar la mirada ante nadie, si iba a regresar a un clan, se aseguraría de jamás volver a negar su naturaleza de alfa.
—Roxy es especial —dijo en tono bajo—. Si le haces daño...
—Jamás lo haré —el leopardo se filtró en su voz.
Y eso despertó su enojo.
—Tú no la quieres —acusó.
En eso tenía un poquito de razón, Evan sentía algo por la mujer, respeto y un profundo sentido de protección hacia ella, pero el afecto era algo que debía construirse, llevar su tiempo, porque ambos seguían siendo desconocidos en medio de una danza extraña.
—Primero me apuñalan, luego despierto en un ambiente desconocido, y después descubro que tengo una compañera, la única mujer con la que mi animal quiere estar, ¿podrías ser un poco más comprensivo?
Daryl se agachó y tomó una pala pequeña para escarbar el canal que conducía el agua hacia la hilera de lechugas.
—No me importa lo que sientas, lo que le suceda a Roxy sí. No le hagas sufrir o te haré arrepentirte.
Evan no respondió ante la amenaza, pero su animal quería un par de golpes.
—Ella me dijo que ustedes dos estuvieron juntos, y que lo arruinaste siendo posesivo.
Daryl enterró la pala hasta el fondo y sonrió de forma escalofriante.
—Yo antes era un dominante de primer rango, y tú ahora eres un alfa, ¿la posesión no es parte de nuestra naturaleza animal?
—Eso no justifica querer controlar su vida.
Daryl gruñó bajo.
—De todas formas, no habría funcionado.
— ¿Por qué?
Daryl lo miró de reojo.
— ¿Estás ciego o qué? Tú nos habrías separado, eres su compañero y no tengo forma de competir con eso.
Ahora veía que la dureza con que lo trataba no era más que una coraza para ocultar su propio dolor, eso fue suficiente para aplacar el enojo del leopardo. Sin tocar de nuevo la herida, Evan tomó otra pala y comenzó a escarbar la húmeda tierra hasta formar un canal.
—Oí que eres un leopardo de las nieves —dijo Daryl después de un tiempo de silencio.
—Eso es cierto.
—Y que tu tamaño es superior al de un leopardo.
—Así es.
Evan reconocía la esperanza cuando la veía, y prácticamente la tenía frente a sus ojos, inmersa en el cuerpo del hombre. No sabía qué hacer, decirle que no pretendía tomar el lugar de Richard sería un golpe duro y quizá no era lo que necesitaba, pero no podía mentir, a nadie en realidad, no lo sentía correcto.
— ¿Vas a luchar? —preguntó, Daryl volteó.
Pero el silencio de Evan dijo más que cualquier respuesta que pudiera haberle dado, y el hombre volvió a su tarea, con el enojo transformando sus facciones de nuevo.
—No me siento listo para tomar un clan.
—Entonces llévate a Roxy de aquí, Richard te concederá eso, tienes que sacarla de aquí.
—Roxy no quiere irse.
— ¡Oblígala! —exclamó entre dientes.
Evan lo miró fijo, tan serio como pudo.
—No haré tal cosa, donde ella esté, yo voy a estar. Su corazón está con su clan y yo respeto eso.
Daryl gruñó bajo, pero desvió la mirada luego de pocos segundos. Esto era lo que Evan no quería en su vida, riñas y debates temperamentales, eso era una de las razones por la que dejó el clan Ice Daggers, sin embargo, si lo pensaba mejor, vivir con ellos era mucho mejor que estar con los Fire Heart, en donde era un constante sentir la tristeza y oscuridad en el aire. No podía culparlos por lo que les estaba pasando.
— ¡Daryl! —Exclamó una joven voz alegre.
Ambos alzaron las cabezas.
—Oh no —se quejó el leopardo al ver a un joven acercarse al trote hacia ellos—. ¿Qué rayos haces fuera de cama Kean?
Su memoria le permitió reconocer al joven, era aquel que sostuvo en brazos cuando se desmayó producto de las heridas del castigo que sufrió, en ese momento estaba cubierto de sangre y tierra, y se veía tan débil... Ahora era otra persona diferente, con grandes rizos negros alborotados con desorden y una sonrisa que adornaba su rostro ovalado, ojos marrones y piel oscura.
—Te dije que ya estoy mejor, mis heridas han cicatrizado.
Evan tomó con fuerza el mango de la pala y contuvo un gruñido de impotencia.
— ¿Qué haces aquí Kean?
El joven se acercó a Evan y se sentó en la tierra.
—Estaba aburrido y quise venir a ver a mi hermano mayor.
Daryl sonrió de lado.
— ¿Es eso o estás buscando de nuevo a Giselle?
Kean bufó aparentando estar molesto, pero el brillo de sus ojos le desmentía, Evan sabía que eso era exactamente lo que quería hacer.
—No hagas que te castiguen de nuevo, cachorro.
Ojos dorados le enfrentaron de inmediato.
—Oh, vaya, eres un alfa —podía reconocer ese poder en la mirada, cada vez que lo veía.