Evan ingresó al invernadero a la mañana siguiente, con la bolsa cargada con las barras nutritivas y el ánimo en lo más alto, debía admitir que le gustaba el ambiente cálido, el olor a tierra húmeda y ver como las plantas estaban creciendo firmes y ya se asomaban sus tallos unos centímetros en la superficie.
Contó a diez personas dispersas en el lugar, solitarias, distanciadas entre sí y con sus miradas fijas en el suelo, como perdidos en la tarea de susurrarle a las plantas y hacerles crecer.
Divisó a Daryl en un extremo, arreglando el tallo a medio quebrar de una planta de tomate. Evan se acercó al molesto leopardo que intentaba clavar en la tierra una estaca delgada de madera, sintiéndose un poco incómodo, su felino alterado al tener a otro depredador cerca, introdujo una mano en su bolso y quebró una de las barras, luego, le extendió el pedazo a Daryl.
—Come.
El leopardo lo miró de reojo, y luego bajó a la porción de la barra en sus dedos, con recelo la tomó pero no tardó en morderla.
—Ugh —dijo haciendo una mueca—. Sabe horrible, ¿qué rayos es esta cosa?
Evan miró alrededor, por si acaso uno de los guardias estaba cerca.
—Cierra la boca y come eso —apuró.
—Tú no me vas a dar órdenes —Daryl le enfrentó, pero al final tuvo que ceder ante la seriedad de Evan, continuó masticando.
—No me digas que le eres leal a Richard.
El leopardo gruñó bajo.
—No me insultes con eso —amenazó, pero quería reírse, sus labios temblaban—. ¿Qué es esto?
—Un concentrado de nutrientes, ayuda a recuperar peso.
— ¿Piensas que soy estúpido? No necesito migajas.
Cuando Daryl fue a guardar la porción, Evan le detuvo tomándolo por la muñeca.
— ¿Quieres perder a tu leopardo? —Cuestionó—. Porque si es eso ya no me molestaré en ayudarte.
Ambos se miraron con tanta tensión que sintieron la agresividad elevarse en el aire.
—A quien tienes que ayudar es a Roxy —dijo Daryl entre dientes—. No a mí.
—Idiota, eres importante para ella, como todos los demás, si tanto quieres que no siga sufriendo te comerás eso.
Evan permitió que su animal saltara al frente, para que Daryl pudiera ver que no bromeaba y que tampoco era débil. Funcionó, el leopardo retiró su mano con un movimiento brusco y desvió la mirada.
— ¿Y dices que esto funciona?
—Sí —respondió, del bolso sacó el resto de la barra y le apuró para que la guardara en el suyo—. Debes comer una porción de esto por día.
— ¿También le has dado a ella?
Evan se relajó.
—Roxy fue la primera en probarlo. —Sonrió al recordar la expresión graciosa que hizo apenas dio el primer mordisco—. Tengo muchas más para darles a los demás.
Daryl terminó de comer y luego regresó a su labor.
— ¿De dónde las sacaste? —Preguntó—. No creo que las hayas traído entre tus cosas. El contrabando está prohibido por Richard.
—Lo sé. —Evan volvió a mirar alrededor, los demás seguían concentrados en sus tareas, pero no estaba mal ser precavidos—. ¿Qué tan seguro es hablar aquí?
Daryl echó una mirada.
—No es muy..., no lo sé, a estas alturas nadie sabe quién es aliado o enemigo, ¿por qué?
Evan se inclinó un poco hacia él.
—Necesito de tu ayuda.
Asintiendo, Daryl terminó de atar el tallo de la planta a la estaca con un hilo grueso y después le hizo un gesto para ir afuera.
—Vamos a fingir una pelea —murmuró—. Hay guardias, pero no se meten en las riñas internas. Hay que simular que peleamos por Roxy, tú te vas, yo te seguiré después.
— ¿Por qué hacer todo eso?
Daryl lo miró, estaba tan tenso, con sus sentidos alerta, que Evan podía adivinar que veía el peligro saltar desde cualquier lugar, el leopardo tenía miedo hasta de reunirse con alguien afuera.
¿Hasta qué punto Richard los había maltratado para que ya no se sintieran seguros en su propio territorio?
—Richard es muy paranoico, ve conspiraciones en donde no las hay, debemos ser cuidadosos.
Evan asintió en silencio y dejó que el leopardo saliera primero.
Era hora de actuar.
— ¡Oye! Todavía no termino de hablar contigo.
Una vez afuera, Daryl gruñó fuerte.
— ¡Vete a la mierda!
Evan avanzó un paso hasta quedarse muy cerca, mirándose a los ojos, con las manos en puños, ambos se gruñeron mutuamente, Evan vio de reojo que un par de guardias estaban prestando atención. Ahora, esto era divertido.
—Mantén tus garras lejos de Roxy.
Daryl sonrió, le costaba mucho no partirse de risa.
— ¿Y si no lo hago, qué me harás? —Gruñó.
—Te romperé la cara —masculló entre dientes—. Última advertencia.
Evan dio media vuelta, y tal como arreglaron, se alejó internándose en el bosque. Minutos después, cuando ya no se podía ver el claro de las plantaciones ni los invernaderos, ni otros guardias, Daryl apareció por detrás.
—Oye, dije que fingieras, no que pareciera real —dijo, y luego se echó a reír—. ¿Quién diría que el gatito alfa es un gran actor?
Evan rió también.
—Cuando hago algo, me gusta hacerlo bien.
—Sí, ya lo noté, entonces..., ¿qué es lo que quieres?
El semblante de Daryl volvió a ser serio.
—Tengo una amiga que me hizo llegar las barras, junto a otras provisiones, por medio de un dron controlado a distancia. Ella puede enviarme más, pero para eso necesito de la colaboración de los demás.
Daryl permaneció pensativo durante un largo minuto en el que siguieron caminando.
—Sí sabes que esto es muy peligroso, ¿cierto? Le estás dando una razón a Richard para matarte.
—Ya me adelanté un paso, en el hipotético caso de que alguien encontrara un dron, de todas formas no podrá conectarlo conmigo porque no tienen mi nombre ni mis huellas, Richard no puede culparme porque una de esas cosas sobrevuele sus tierras.