El mundo de Thaensra, un lugar de fantasía, de montañas y desiertos extensos, de bosques encantados y cavernas profundas, un mundo con tanta belleza como perdición, gobernado por dieciséis seres de enorme poder, surgidos hace miles de años, tomaron control de cada aspecto del mundo, los elementos, la naturaleza, el espacio, el tiempo, la magia e incluso las mentes de los mortales. Reclaman ser sus protectores, pero incluso ellos no son perfectos, en su conflicto se han dividido en los Enakan y los Ekorath y así mismo, muchos países empezaron a adorarlos como sus dioses, Pero nadie recuerda el mundo antes de los guardianes, ni antes de la guerra.
La Gran Guerra, su nombre varía de país en país, pero cada 500 años cuando la luna se tiñe de rojo los mortales son llamados a la isla de Muthrad a enfrentarse en una sangrienta batalla, Los Ekorath contra los Enakan, y quien gane determinará el destino del mundo por los siguientes 500 años.
Un hombre camina bajo la lluvia entre un bosque lluvioso, cubre su cuerpo con una capa, la misma oculta su rostro y sólo logra notarse una suave barba de color marrón claro que cubre su barbilla. Cruza sobre el pantano que el agua ha forjado junto a la fértil tierra y entra en una vieja cabaña. Los pocos muebles del lugar tienen apariencia descuidada y polvorienta, el moho se ha adueñado de los bordes de las paredes. Llega hasta la sala, cerca de una chimenea cuyas brasas no se han encendido por mucho tiempo, saca una llave reluciente, dorada y bien elaborada y la utiliza para abrir un cajón en un gabinete, con cuidado toma un objeto envuelto en una tela.
Escucha un ruido y se asoma rápidamente a la ventana, protegiendo el objeto entre sus ropas, luego de asegurarse que nadie lo ha seguido coloca el objeto en el centro de la sala y con cuidado lo desenvuelve. pronto se revela una máscara, bastante simple, sólo posee los agujeros de los ojos y dos lineas rojas que cruzan en forma vertical a través de ellos. el lugar se estremece y la máscara se envuelve en un flujo mágico que termina tomando la silueta de un ser, es difícil saber si es un hombre o una mujer, un humano o un elfo.
- Maestro. - dice el hombre - hemos perdido otra.
- Nuestra misión es más grande que un objeto, que un ser, que una reliquia - dice una voz que se escucha como un eco en toda la cabaña. No es como si la máscara hablara, más bien como si aquella voz se manifestara directamente en la mente.
- Hay alguien que nos persigue, estoy seguro.
- Muchos nos han perseguido a través de los años, incontables personas y organizaciones, y lo seguirán haciendo hasta que cumplamos nuestra misión.
- ¿Qué me ordena ahora maestro?
- Sigue con tu búsqueda, necesitamos aquellas personas valientes, con talentos especiales que quieran un cambio en el mundo, que deseen combatir el mal que nos tiene presos y al fin algún día, terminar con la Guerra de la Luna Roja.
- Así se hará.
- Algún día, podremos salir de las sombras, algún día, nadie tendrá que esconderse, nadie temerá, porque todos serán libres, el mundo podrá al fin seguir su curso normal sin estar atado a este ciclo infernal interminable.
- Sea cuidadoso maestro, nuestros enemigos acechan.
- Sé cuidarme muy bien, eres tú quien necesita ayuda, le he pedido a Lonfernatt que te ayude, llegará pronto con su nueva alumna.
- ¿Se refiere al vampiro?
- No debes tener miedo, cuando llegue el momento de la libertad, todos los seres seremos iguales.
La magia se dispersa y la máscara cae de nuevo sobre las viejas tablas. el hombre la envuelve y la guarda de nuevo, cerrando el cajón con su llave. entonces da vuelta y sale del lugar.
Editado: 13.09.2018