¿Quién eres?
Nací en Haukari, muy lejos de la tierra de Dalias en Abezzel y mi abuelo tampoco se llamaba Marco Guille, de hecho, nunca conocí a mis abuelos paternos. Mi abuelo solía traerme flores y estampillas de los campos florales que a mí me encantaba coleccionar, no era que él viviera allá pero sabía que me gustaban, así que siempre hacía lo posible por conseguirlos. Soñé con algún día visitarlos, y ese día se hizo realidad cuando mi padre después de ahorrar por varios años finalmente reunió lo suficiente para llevarnos a conocer Dalias, fue lo más maravilloso que había visto en mi vida, allí conocimos a un viejo llamado Marco Guille, un soldado retirado que había luchado en la Guerra de las Grutas y que ahora se desempeñaba como guía, acompañando sus viajes con sus historias de la época militar.
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Una mujer adramus ingresa a una sala donde esperan varias personas, se ubica al centro y se para firme.
- Axdraela, ¿comprendes la importancia de esta misión verdad?
- Sí, no fallaré – dice la chica.
- No es la primera vez que se intenta, no podemos permitirnos el perder más el tiempo – dice una de las personas.
- No fallaré, he llevado este entrenamiento por mucho tiempo preparándome para este momento.
- Confío en que lo lograrás – dice un hombre.
- Yo iré – dice una mujer que permanece recostada sobre la pared, es Kathrinna.
- Ya hemos elegido a Axdraela, además tú eres una vampira, se te hará difícil camuflarte entre los pueblos humanos y caminar en el día – dice uno de ellos.
- No es necesario que lo hagas – dice la adramus – soy perfectamente capaz de cumplir la misión.
- Sí, no dudo de ello – dice Kathrinna caminando hacia el centro – pero temo por tu bienestar si llega a aparecer un Castigador.
- Si llevo la misión tal como se prevé, no tendré problemas con ellos.
- Nunca puedes esperar que no aparezcan, una simple falla será suficiente para tenerlos cerca, y ante tal escenario, tengo más probabilidades de éxito – dice la vampira.
- Kathrinna tiene razón – dice una mujer, - No podemos arriesgarnos a perder más miembros, ella es una de nuestros miembros más fuertes, puede que no sea tan buena infiltrándose, pero será mejor sobreviviendo.
- No te preocupes - dice un hombre refiriéndose a Axdraela – tu entrenamiento no será en vano, tengo otra misión en la que tus habilidades serán las mejores.
- Lo que sea necesario por los Cazadores.
- Kathrinna – dice de nuevo el hombre – te veré en el salón de guerra al anochecer, si vas a la misión, deberás llevar un equipo adecuado.
- Sí, mi general.
Esa noche Kathrinna se dirige al salón de guerra donde espera el general y 3 personas más. Sobre una mesa está puesta la caja de Qwrarles.
- Sé que te será difícil esta misión – dice el hombre, bastante alto y de cuerpo atlético. – Vikara te ha preparado un manto de sombra, te protegerá de los rayos del sol siempre que lo lleves puesto, pero no te confíes, no es perfecto. Lleva también este anillo mágico, cortesía de Rahnud, te hará… más encantadora con las demás personas así podrás relacionarte mejor.
- Muchas gracias – dice ella.
En un momento las llamas de la chimenea se intensifican y una hueca voz pronto toma forma.
- Hija mía, no te pienses que te dejaré enfrentar esta misión así nada más… recibe de mi parte… un regalo.
Una llamarada sale de entre los maderos e impacta el suelo tomando la forma de una daga, su empuñadura es adornada por un ojo que empieza a mirar hacia todos lados.
- ¡Cázalos! ¡Cázalos a todos mi niña!, tienes mi bendición – dice la voz mientras las llamas vuelven a la normalidad y el ojo de la daga se cierra dando paso a una joya.
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Cuando cumplí los 16 años decidí unirme al templo del cielo, los siguientes 5 años los pasé estudiando para convertirme en una Sacerdotisa de Fareigno, el Guardián del cielo. Nos enseñaban a combatir a las criaturas oscuras y sanar a los heridos. Con lo que ganaba allí, pude dar lo suficiente a mis padres y hermanos para mejorar su situación y lo mejor, podría protegerlos del peligro.
Los sacerdotes son muy queridos en la región, tienen escuelas y ayudan a los más necesitados, aparte de prestar apoyo al ejército en tiempos de guerra. Durante mi tiempo con ellos, conocí muchos pueblos, luchamos contra distintas criaturas y salvamos muchas vidas, era lo que siempre había querido, pero el destino no lo quiso así.
Una noche, el día 11 del mes de Exoph, consagrado a Ezgadión, un grupo de Vampiros irrumpió en el templo, liderados por un sanguinario hombre llamado Bal’kur atacaron a los sacerdotes y robaron las reliquias. Pero no contaban con la resistencia de los sacerdotes, la batalla pronto se esparció por todo el templo, el ejército no tardó en llegar a prestar apoyo e incluso, un grupo de ángeles descendió para dar caza a los invasores. Sin embargo, no todos tuvimos tanta suerte, viendo su misión frustrada, Bal’kur decidió tomar como trofeos a algunas sacerdotisas logrando escapar con ellas.
Editado: 13.09.2018