El Destino de los Héroes

Capitulo 2: Asuntos Zanjados lll

...

A los pocos días de haber liberado uno por uno a todas las personas apresadas por los collares de esclavitud, y de esclavizar a la gente problemática que intentó resistirse, Aneth fue capaz de establecer un orden total en el pueblo.

Aparentemente hubieron muchos que admiraron de forma rápida, si no es que instantánea a la propia Aneth, viéndola como una salvadora más que cualquier otra cosa. 

La chica era extrañamente amable con todos, y con los no-muertos de su lado respaldándola, no hubo alguien que pudiera pararse frente a ella y desafiarla. Esto por supuesto, sirvió de ayuda para poner a la gente de su lado.

Aneth no tardó mucho en darse cuenta de ello, y aprovechando la situación que había generado sin querer, ordenó a sus esclavos reunir los alimentos y el dinero que hubiera en el pueblo. 

Es de recordar que estos nuevos esclavos son gente idiota que quiso oponerse a sus demandas. Mercenarios, guardias, asesinos, y algunos dueños imbéciles que maltrataron, abusaron y encima se negaron a entregar a sus esclavos por las buenas.

¿Recuerdan que me llevé a los asesinos que vigilaban la mansión de Arnold? Bueno, todos acabaron aquí junto al resto de basura que residía en ese maldito lugar.

Por suerte aparecieron algunos voluntarios que se ofrecieron para ayudar a administrar y organizar los suministros, lo que volvió el trabajo mucho más sencillo. Claramente bajo supervisión de la propia Aneth.

En cuanto aquello se solucionó, de pronto surgieron personas que querían abandonar el pueblo. Según parece, habían sido capturados y traídos recientemente a ese lugar. Tenían familia en las afueras y un hogar al cual volver, pero no podían simplemente irse por los peligros que representaba el exterior. 

Ante esto, Aneth ideó una solución.

A cada uno se les otorgo una bolsa de dinero, algunos víveres, armas que pertenecieron a algunos guardias y mercenarios para defenderse e incluso carruajes que servirían como transporte. Con esto tendrían lo necesario para marcharse y sobrevivir por un tiempo sin tener que preocuparse a salir lastimados.

Por otra parte, también estaban las personas que no tenían a donde ir, personas solitarias que no tenían familia ni seres queridos que los esperaran en algún lugar, ni siquiera un hogar al cual volver. Curiosamente ellos decidieron permanecer junto a Aneth, tal vez porque pensaron que estarían más seguros con ella. Y ella por su parte, no tuvo quejas al respecto, así que permitió que la acompañaran, lo que solucionó este asunto por completo.

Los que eran prisioneros no podían hacer mucho. Casi siempre eran vigilados, muchas veces reprendidos por los propios pueblerinos y por más que lo quisieran no podían hacer nada para impedirlo.

Después de todo, esa era una de las condiciones que Aneth asignó a los collares nuevamente implantados.

La primera condición fue que ninguno de ellos tenía permitido quitarse los collares. En caso contrario, recibirían un choque eléctrico muy doloroso en sus cuellos.

Según Aneth, muchos idiotas ignoraron sus advertencias y de todos modos decidieron quitarselos por cuenta propia. Ninguno llego a morir, pero el toque eléctrico debió ser lo suficientemente doloroso porque al parecer, no volvieron a intentar la misma tontería otra vez.

La segunda condición fue que ninguno tenía permitido salir del pueblo bajo ninguna circunstancia. De lo contrario, les esperarían dos terribles destinos.

Serian electrocutados hasta morir o serian asesinados por los no-muertos que custodiaban las afueras del pueblo.

Que por cierto, Aneth me contó que para mantener la seguridad de los habitantes, ordenó a la mayor parte de sus no-muertos que montaran un perímetro de guardia y vigilancia en las afueras.

No pude obtener más detalles al respecto, Aneth fue muy vaga explicándolo.

La tercera condición fue que todos debían de obedecer y cumplir las órdenes de cualquier persona que no tuviera puesto un collar.

Esto al principio le pareció una buena idea, pero dado que aun había personas que tenían ciertos rencores a los que anteriormente habían sido sus malvados dueños, decidió cambiar esa orden de "cumplir las órdenes de cualquier persona" a "obedecer solo a unos cuantos que Aneth eligió".

Finalmente estaba la cuarta y última condición. 

"Tienen absolutamente prohibido insultar, golpear o intimidar a cualquier habitante que no tuviera un collar".

Eso me pareció muy cómico, su manera de contarme esta parte radiaba entre la emoción y la satisfacción. Era como si dijera "La mejor decisión del mundo, y estoy orgullosa de ello".

Todo pareció ir bien para quienes decidieron permanecer en el pueblo. Tenían un techo bajo el cual dormir, suficiente comida para alimentarse y suficiente dinero para comprar provisiones a los mercaderes ambulantes que casualmente pasaban por el pueblo sin ser atacados.

Pero un día Aneth escuchó un rumor por parte de uno de esos mercaderes. Dicho rumor hablaba sobre un aterrador castillo rodeado por un bosque repleto de no-muertos, situado a varias horas del pueblo.

"Y por ese motivo hemos venido aquí. Cuando escuché que el castillo estaba rodeado por no-muertos, tuve la corazonada de que usted estaría en este lugar".

Aneth finalizó con su historia, procediendo a sorber de la taza de té que anteriormente le había puesto sobre la mesa.

Ambos nos encontrábamos sentados en el sofá, dentro de lo que parecía ser una de esas habitaciones de reuniones que tenía este castillo.

Como no podíamos dejar a esa gente fuera por mucho tiempo, le pedí a Cristian que los dejará pasar y los guiara a las habitaciones de estancia que permanecían en buen estado. Mientras tanto, yo me llevé a Aneth a un lugar más privado para charlar con ella.



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En el texto hay: aventura, magia, ficcion

Editado: 09.09.2022

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