Los hermanos Mackington habían pasado toda la tarde con sus guerreros, no querían permanecer dentro de ese castillo más tiempo del necesario. Era como si una niebla invisible les quitará la respiración, Niall estaba nervioso, esa sensación no le gustaba, estaba acostumbrado a tener las cosas controladas, era un planificador nato, un estratega y desde que habían llegado sentía que había perdido el control.
Varias veces le vinieron a la mente esos ojos verdes ¿Quién sería esa muchacha y porque se asustó tanto al verlos? A lo mejor era una huérfana buscando algo que robar. Se la veía muy joven.
No quería que les acusaran de maleducados y cuando se iba acercando la hora de la cena decidió que era momento de volver al castillo. Se habían lavado en el lago cercano al castillo y se habían cambiado de ropa. Iba a conocer a su futura esposa, no podía faltarle el respeto...
Tenía claro que no tenía ninguna intención de conquistar a esa mujer, todo formaba parte de un plan para destapar la trama de los MacLeod, aunque tenía claro que le iba a dar a esa mujer todas las comodidades que estuviera a su alcance, su madre le había educado en la creencia que las mujeres estaban para ser veneradas, aunque en los últimos momentos, después de lo que había visto de esta familia dudaba que alguien perteneciente a los MacLeod se lo fuera a poner fácil.
Niall y sus hermanos estaban esperando en el salón, ningún miembro de la familia anfitriona se había dignado a aparecer. Uno de los guerreros MacLeod les había vuelto a preguntar si querían disfrutar de alguna mujer mientras esperaban a su señor, como el que ofrece un trago de cerveza. A él le gustaba disfrutar de los placeres femeninos como a cualquier hombre, pero no veía nada cortes que se ofrecieran mujeres como el que ofrece un trozo de pan. El prefería las miradas, el coqueteo el cortejo, en definitiva.
Al era un conquistador nato, le encantaban las mujeres, con una mirada y una sonrisa tenía a sus pies a cuantas Damas deseara, pero era la persona más generosa y respetuosa con el género femenino, decía de las mujeres que eran pequeñas estrellas que bajaban a la Tierra para alegrar los ojos de los hombres y que como tal había que honrarlas. Por ese mismo motivo le repugnaba que ese bárbaro le ofreciera mujeres como el panadero te ofrecía una hogaza en el mercado.
George entro en el salón como si fuera el mismísimo Zeus. Detrás de él iba su hijo, al que se le veía en deplorables condiciones, Niall podría jurar que ese hombre iba borracho como una cuba.
Niall se dio cuenta que Al estaba apretando los puños, si no cortaba esta conversación este imbécil acabaría con una daga apoyada en su cuello en breves momentos.
Donovan se dio cuenta que George contuvo la risa. No sabía exactamente de cuál de las palabras de las que había dicho su hermano se había reído.
Una sirvienta apareció con una jarra de cerveza, se la veía bastante nerviosa, se acercó a la mesa con la cabeza gacha y mirando al suelo.
La pobre chica se sobresaltó y derramó un poco del líquido de la jarra salpicando a Donovan en el kilt
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Editado: 23.03.2025