Niall se había quedado solo en el salón, todo el plan estaba saliendo a la perfección, esos imbéciles habían mordido el anzuelo, aunque tenía que reconocer que en varias ocasiones había estado a punto de echar todo a perder, pero era uno de los mejores guerreros de Escocia y sabia templar los nervios en los momentos más decisivos.
Su misión era investigar entre el servicio del castillo, encontrar la alcoba de Megan e intentar recopilar información que le describiera la vida que su pequeña llevaba en ese castillo. Con toda la convicción del mundo se dispuso a salir del salón e iniciar su investigación.
Niall no tenía ni idea de donde se encontraban los aposentos de Megan, subió las escaleras hacia el ala donde se encontraban las habitaciones de los señores del Castillo, una de ellas debía ser la que estaba buscando. El pasillo era muy grande y lleno de puertas, tendría que ir abriendo una a una hasta que encontrara la alcoba de una dama a la altura de la primogénita del jefe del clan.
Una de las puertas se abrió y salió una sirviente con un montón de ropa en las manos.
La muchacha al verle dio un brinco y toda la ropa se le cayó al suelo. Era el momento de Niall, se acercó a ella sigilosamente como un depredador que acecha a su presa, se apoyó en la pared donde se encontraba la muchacha todavía con la mano en el pecho recuperándose del susto y la acorraló con su gran cuerpo.
Niall no tenía problemas para conquistar a las damas, con unas palabras dulces, unas manos ágiles y una mirada cautivadora no había dama que se le resistiese.
Con una mano cogió la cintura de la muchacha y con sus dedos acarició su cuello, era largo y suave.
La chica tragó saliva, los dedos de ese hombre estaban haciendo maravillas en su piel y la mano de su cintura iba descendiendo hasta lugares prohibidos, con su voz sensual y su mirada cayó completamente en sus brazos.
Después de un rato coqueteando con esa mujer le sacó toda la información que necesitaba, después de llevarla al nirvana con sus dedos y dejándola desmadejada y sonrojada se despidió de ella con un beso en la mejilla. Si hubiese sido otra situación no hubiese dudado en disfrutar de una noche de pasión con esa mujer, pero tenía mucho que hacer por delante, además en ese momento solo pensaba en su pequeña.
Margot le había confesado que Megan no dormía en el ala de los señores, que sus aposentos estaban en la torre. Niall se extrañó porque normalmente las torres eran frías y no solía haber alcobas allí, pero sin dudarlo se dirigió donde le había indicado la muchacha.
Cuando llegó a la torre estaba demasiado oscura y hacía mucho frio, Niall encendió una antorcha. Subió por unas escaleras estrechas hasta que llegó a un pequeño descansillo donde había una puerta cerrada, empujó la puerta y lo que se encontró detrás le dejó un momento sin respiración. Era una pequeña habitación, le costaba mantenerse de pie sin tocar el techo con la cabeza y estaba convencido que si se tumbaba no podría estirarse del todo. En un rincón había un jergón hecho con paja y tapado con una manta raída, justo al lado había un pequeño montón de ropa harapienta y apoyado en la pared un orinal, sin duda ahí dormía o había dormido alguien, pero no podía ser Megan, ella era Lady y la hija de un Laird. Tenía que averiguar quien ocupaba esa estancia.
Iba a darse la vuelta para salir y buscar una nueva víctima a la que interrogar cuando algo le llamó la atención encima de la manta raída, acercó la antorcha para alumbrar lo que era y descubrió un mechón de pelo rojo, era del mismo color que el pelo de Megan. Siguió recorriendo la estancia con la antorcha y en el suelo vio unas manchas oscuras, al alumbrarlas pudo distinguir que se trataba de marcas de sangre. Cielo Santo, no solamente Megan dormía ahí, lo había confirmado con el mechón de pelo, sino que el ataque también se había producido en ese mismo sitio. Por tanto, Megan no se había escapado, la habían atacado en su propio castillo.
Salió disparado de esa estancia, ahora más que nunca tenía que ir a ver las mazmorras para corroborar que la historia que la chica le había contado a su madre era cierta. Bajó las escaleras que dirigían a las mazmorras alumbrando con la antorcha, el lugar era húmedo y frío, hacía muchísimo frío ahí abajo y tuvo que llevarse la mano a la nariz y la boca para evitar vomitar por el olor nauseabundo que se desprendía de alli, las ratas le rozaban las piernas al pasar corriendo. Alumbró el lugar, era exactamente como lo había descrito Megan, pero ¿Cuánto tiempo la tuvieron allí encerrada para que después de tantos años recordara exactamente ese lugar?
Los hombres no lloran, Niall era un guerrero de casi dos metros, con unos músculos desarrollados que incluso había hombres que nunca sabrían que tenían, era uno de los guerreros de Escocia más temidos por su rudeza en el campo de batalla y había tenido que superar situaciones realmente duras, y nunca, nunca había mostrado muestras de debilidad, pero lo que estaba descubriendo sobre como vivía la pequeña Megan y el sufrimiento que había padecido hicieron que ese hombre tan grande y rudo se desplomara. Se apoyó en la pared y se dejó arrastrar hasta el suelo, llevó sus manos a la cara y lloró. Lloró como si fuera un niño pequeño que se había hecho daño en la rodilla.
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Editado: 23.03.2025