El campamento Real seguía sus visitas de estado, ya habían estado en tres de los cinco clanes que iba a visitar antes de volver al clan MacLeod. Se dirigían a tierras MacGregor uno de los clanes más grandes e importantes de las Highland.
Alastair por ser hijo tercero del Laird pertenecía a la comitiva Real, aunque al igual que su gran amigo, Evans Campbell preferían estar con los guerreros, únicamente hacían acto de presencia cuando debían cumplir con algún tipo de responsabilidad oficial.
Allan y Niall sin embargo eran hijos primogénitos y consejeros personales del Rey, iban con Robert a todas las reuniones y permanecían en los clanes en las visitas oficiales. Al igual que el hijo mayor de los MacGregor, Fraser.
Abi pasaba la mayor parte del día con Mimi y Rose que la enseñaban cuando no tenía que asistir a las tediosas clases de protocolo y bien hacer, cursos que impartían las damas más mayores de la comitiva para convertir a las jóvenes en prometedoras mujeres casaderas. Por suerte ella era pupila de Catherine, que a pesar de ser la madre del Rey y haber sido preparada desde niña para esos menesteres prefería hacer mujeres de provecho.
Siempre que podían, el grupo de amigos se reunía para pasar un rato juntos, la vida en la comitiva real de campamento era demasiado intensa, en Inverness había más sitios donde escaparse, aquí el espacio era muy reducido.
Habían parado durante dos días a mitad de camino del clan MacGregor para cazar, era una tierra rica para poder abastecer a un grupo tan extenso. Los cuatro hombres habían acompañado a los guerreros en la caza, iban hablando animadamente cuando escucharon risas de mujer y entrechocar de espadas. Se pusieron alerta y se dirigieron dónde se escuchaban los ruidos, temían que algún grupo de asaltantes estuvieran atacando a alguna mujer. La imagen que se encontraron les dejó estupefactos.
Allí, escondidas en el bosque dos mujeres de una belleza extrahumana luchaban como si fueran verdaderas valkirias. Su destreza con la espada su habilidad de movimiento y su agilidad para saltar, agarrarse a las ramas o trepar por los troncos de los árboles las hacían seres mágicos.
Muy pocos conocían la identidad de la sombra, esos cuatro hombres no solo la conocían y admiraban, sino que eran sus amigos. Ver a Rose en batalla era digno de admirar, poder entrenar con ella era todo un orgullo, y la muchacha a su lado era como una diosa, sus movimientos eran etéreos.
Allan no entendía el porqué de su reacción, lo que vio le pareció un espectáculo digno de admirar, pero por alguna razón le había molestado que sus amigos la admirarán de esa manera. Verla con ese traje de batalla había hecho que su cuerpo reaccionara, su hombría despertara y en su mente se formarán pensamientos inapropiados y un sentido primitivo de pertenencias se apropió de sus entrañas.
Las dos mujeres al escuchar a su amigo se sobresaltaron, no esperaban que nadie las descubriera.
Detrás de él apareció el resto del grupo, la verdad que en un principio no se quisieron mostrar por miedo a esa mujer, sabían demasiado bien como reaccionaba cuando se enfadaba y no tenían ninguna intención de enfrentarse a ella.
Y con las lágrimas corriendo por sus mejillas se puso la capa que llevaba para ocultar sus pantalones y salió del bosque como alma que lleva el diablo.
Sabía que cuando sus hermanos se enteraran iba a tener problemas, estaba preparada para enfrentarse a Niall incluso para convencerle de su destreza en la batalla, lo que no esperaba era la reacción de Alan. Creía que él le apoyaría, siempre habían tenido un vínculo especial y en muchas ocasiones la había defendido delante de sus hermanos.
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Editado: 23.03.2025