El destino de Megan

Capítulo 19

Castillo de Duvenger

  • Señor, hay una visita en la puerta. - dijo una sirvienta desde la puerta del despacho de su señor
  • No estoy esperando visita, quien sea tendrá que esperar, o que hubiese anunciado su llegada
  • Pero señor, dice ser hermano de la señora

George se quedó mirando a la sirvienta, que a su vez comenzó a temblar al descubrir la mirada de su señor, todos sabían lo que ocurría cuando ese hombre se enfadaba.

  • ¿Cómo has dicho? - y se levantó como una exhalación.

George no había visto a la familia de Marion desde que fue aquella vez a Inglaterra y fue humillado por ese incompetente de Rey. Había sabido que falleció hace poco y que había subido al trono Enrique III, al que denominaban el Rey moderno.

Hasta Escocia llegaban rumores que la corte inglesa se había convertido en un antro de perversión y lujuria.

Se acercó hasta la entrada, si realmente ese hombre era el hermano de su esposa quería saber a qué se debía su visita ¿Estaría confabulando contra su Rey? Si era así conseguiría información valiosa que le daría a su Rey a cambio de poder y algunos favores para deshacerse de esos malditos Mackington que tanto le estaban importunando, ¿O vendría en nombre del Rey de Inglaterra buscando aliados dispuestos a traicionar a Robert Bruce? Si lo que le ofrecía le convenía y aparte conseguía que el Rey de Inglaterra apresara a esos hermanos también le valdría. Fuese como fuese el ganaba, porque George MacLeod siempre conseguía lo que quería al precio que fuera.

En la puerta del castillo había un solo hombre, físicamente era muy parecido a su esposa, por lo que no dudo en el parentesco.

  • ¿A quién tengo el honor de recibir en mi casa?
  • Buenos días Milord, soy Lord Leonard, duque de Kent, hermano de su amada esposa Lady Marion MacLeod.
  • ¿Qué haces tú aquí? - se escuchó a las espaldas de George.

George bulló de rabia, ¿Cómo se atrevía esa inútil interrumpir una conversación entre hombres? Pensó que más tarde le explicaría modales a su esposa. Solo de pensar en el castigo se endureció, pero eso tendría que esperar, debía andar con tacto con ese hombre antes de saber sus intenciones.

  • Hola hermanita, yo también me alegro de verte después de tantos años. - saludó irónicamente el hombre.
  • Bueno, pase Lord Kent, no se quede en la puerta, bienvenido a mi castillo, la familia siempre es bien recibida.

Entraron al salón y después de recibir unas viandas y algo de beber George se dirigió a su cuñado.

  • Y Leonard ¿A qué se debe el placer de su visita después de tantos años?
  • Las cosas en Inglaterra han cambiado mucho, sabrá que el Rey Juan ha muerto y ha subido al trono su hijo Enrique, mi padre también falleció hace poco y pensé que a mi hermana le gustaría saberlo.
  • Por supuesto, ella habla muy bien de su progenitor, seguro que lamenta su perdida. - repuso George, el cual no tenía ni idea de los sentimientos de su esposa, puesto que nunca se había preocupado por ellos.

Leonard miro sorprendido a George, ese hombre le estaba mintiendo directamente, dudaba que su hermana echara de menos a su padre, sabiendo lo que había hecho, ni siquiera se alegraría de que él estuviese en el castillo, no le importaba se las apañaría para que su hermanita colaborará en sus planes.

Tenía que tantear a su cuñado, con un poco de suerte también se convertiría en un aliado.

  • Si no le importa me gustaría poder hablar con mi hermana y poder podernos al día, son muchos años sin contacto.
  • Por supuesto, - dijo el Laird no muy convencido, aunque sabía cómo sacarle luego la información a su esposa

Hizo llamar a Marion que se encontraba en sus aposentos mordiéndose las uñas, no entendía que hacía allí su hermano, hacia demasiados años que no sabía nada de su familia, una familia que le había echado a la calle sin ningún tipo de remordimiento.

Cuando Marion era una joven dama casadera se enamoró locamente de un muchacho, El chico no estaba a la altura de la hija de un duque, por lo que cuando su padre descubrió el romance se deshizo de aquel muchacho del cual nadie volvió a saber nada.

Marion dos meses más tarde descubrió que estaba encinta, causa que creó un gran escándalo en la familia, el padre de Marion intentó esconder la deshonra con una boda rápida con el tercer hijo de un vizconde no muy rápido de entendederas, pero el muchacho resultó no ser tan tonto descubrió el engaño, tuvieron que anular la boda y pagarle una alta cantidad de dinero para que no delatara la deshonra de su hija.

El padre de Marion echó a la chica a la calle, sin ningún apoyo económico, eran solamente ella y el hijo que esperaba. Tuvo que buscarse la vida para sobrevivir, vendía su cuerpo en cantinas de mala muerte y en la calle. Cuando nació Ian no tenían un techo donde vivir. El niño creció viendo como su madre vendía su cuerpo por pocas monedas, y como permitía que le hicieran todo tipo de vejaciones.

Unos años más tarde, cuando vivían en una habitación en un prostíbulo nació su hermana Elisabeth, Marion no sabía quién era el padre, pasaban demasiados hombres por su cama. Ella siempre tuvo la esperanza que alguno de los clientes se encaprichara de ella, lo había visto en otras chicas, los clientes las mantenían, incluso a alguna se la habían llevado a vivir con ellos.

Un día, su hermano fue a buscarla al prostíbulo donde vivía, creía que venía a reclamar sus servicios al igual que había hecho en otras ocasiones ese depravado, Pero esta vez fue en nombre de su padre.

Cuando llegó a la mansión donde vivían los duques de Kent un hombre con pintas de bárbaro les estaba esperando, su padre la había vendido a ella y a sus hijos a ese Laird escocés decrépito y venido a menos.




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