Pasmada. Esa es la palabra que describe perfectamente mi estado al ver lo que pasaba con Adrien. Esa noche me quede sin habla prácticamente hasta que llegue a casa, y todavía, al irme a la cama, parecía un muerto viviente.
Hoy ya se han cumplido dos semanas sin que lo haya vuelto a ver, y tampoco es que me preocupe mucho, más bien me siento extraña, pero sobre todo una completa loca. No sé si lo que vi esa noche fue solo obra de mi imaginación, o tal vez por la oscuridad y el alumbrado público se creó un reflejo «¿un reflejo con qué?» me digo a mi misma.
No lo sé, tal vez si investigo en internet, pueda encontrar algo. Necesito quitarme esa imagen de la cabeza, todo parece salido de un cuento de fantasía; solo que esto es la vida real.
Tomo mi laptop y voy a la sala. Busco símbolos en la barra de búsqueda, pero al ver que salen más de mil respuestas, trato de ser un poco más concreta, así que esta vez intento con símbolos que brillan, doy enter, pero nada. Solo respuestas vagas y sin sentido.
―!La comida ya está lista Mely!
―Ya voy abuela― contesto, aunque sé que no me ha escuchado hasta la cocina.
Dejo mi laptop sobre la mesita de centro, el timbre suena y segundos después la abuela abre la puerta.
―Pensé que Lea vendría ― dice ella.
¿Con quién estará hablando?
Camino sin hacer ruido y cuando hecho un vistazo hacia la entrada me sorprende ver a Evan y Adrien.
―Tuvo que atender unos asuntos señora Johnson― contesta Evan.
―No importa, les traeré sus pedidos chicos. Vuelvo enseguida―la abuela desaparece en la cocina.
Justo voy a seguirla cuando Evan comienza a hablar.
―Deberías cerrar la puerta Adrien― este le pone los ojos en blanco y obedece, pero antes, Evan da un chasquido fuerte, tan fuerte que incluso suelta chispas y un humo color verdoso, la puerta se cierra y Adrien se queda a medio camino.
De mi garganta solo sale un gemido de impresión y rápidamente me estampo contra la pared con una mano cubriéndome la boca para no hacer ruido.
¡Que mierda ha sido eso!
J-O-D-E-R
― ¿Podrías dejar de ser tan imprudente Evan? Se ve que no has aprendido la lección.
―Eres demasiado recto con las reglas, es por eso que hacen lo que quieren contigo.
Unos pasos se escuchan y mi abuela aparece para salvar la situación, pero no para salvarme del tremendo trauma que me están causando estos dos.
―Díganle a su madre que cuando quiera puede venir a tomar un café conmigo ― se escucha el sonido de una bolsa.
―Yo le diré señora Johnson―responde de forma monótona.
La puerta se cierra y dentro de poco lo único que se oye es el sonido de la vajilla que acomoda mi abuela.
Eso que vi tiene que ser una alucinación, para nada puede ser verdad.
Primero el tatuaje, y ahora esto. Estaré loca, pero eso que vi no fue mi imaginación. Llegare al fondo de todo esto.
Termino la deliciosa comida que ha preparado abue, y me decido a dar un paseo por los alrededores.
Desde que era pequeña, este pueblo ha sido para mi un escape de lo cotidiano. No es que no me guste la ciudad, o que no éste conforme con lo que me han dado mis padres, sino que estar aquí me hace sentir tranquila, como si fuera una hoja de árbol dejándose llevar por el viento.
Más que ser un paseo cualquiera, me ha entrado la curiosidad de saber donde viven esos chicos misteriosos. Ella es una increíble repostera y cada semana prepara una porción grande de galletas para la familia O’Neill, así que no me fue difícil sacarle información acerca de donde viven. Según entendí, es en nuestra misma calle, a cuatro cuadras, tiene que haber una casa color salmón justo en la esquina.
Y si, ahí está. No se ve diferente a una casa común, no hay cuervos pegados en las ventanas, ni nubes oscuras sobre el techo.
Camino un poco más cerca para ver si logro observar dentro de la casa, pero cuando pongo el primer pie en el césped, una voz conocida me detiene.
― ¿Estas perdida? ―pregunta, pego un brinco ridículo y la vergüenza se apodera de mi al ver su cara.
Es Adrien.
―No―contesto rápidamente―solo estaba dando un paseo―. Ni siquiera sé porque le doy tantas explicaciones.
―Evan y yo acabamos de salir de casa de la señora Johnson. No te vimos.
―Es porque estaba en mi habitación.
«Mentira, los estabas espiando», me dice mi mente.
― ¿Puedo acompañarte un momento? ― pregunta.
―No― contesto rápidamente―. Digo… yo…yo estaba a punto de regresar a casa. Tengo cosas que hacer. ― Camino torpemente de regreso a casa.
No sé qué diablos me pasa. Todo esto es mi culpa, no pude aguantar mi curiosidad y es por eso que estoy en esta situación tan incómoda, y siendo sincera, estar cerca de Adrien me causa terror.
―Mely, ¿ocurre algo? ― Su voz llega desde atrás, porque aún no he dejado de caminar― ¡Melania! ― esta vez me detengo en seco.
Nadie me llama por mi nombre de pila
Nunca.
Me giro hacia él, y ahí está de nuevo.
Esta vez el brillo es más intenso, como si cobrara vida. Adrien parece no darse cuenta de lo que sucede en su cuello, así que yo actuó de igual forma.