El Destino de Moon

12. Palabra clave

Volvió a despertar por esa fastidiosa luz que se colaba a través de las cortinas blancas. Suspiro sentándose en la cama haciendo una mueca de dolor. Se llevó una mano a la cara para retirar algunos mechones rebeldes, miro a su alrededor, estaba sola, ni idea de donde estaba Zack. Miro las sábanas blancas, estaban manchadas de sangre, pestañeo varias veces retirándola encontrándose con su entrepierna sucia de sangre seca, suspiro mirando al frente en donde estaba una puerta blanca cerrada.

Supuso que ese sería el baño. Se paró lentamente de la cama, le dolía todo el cuerpo y estaba completamente desnuda. Camino a pasos lentos hacia esa puerta cuando la otra se abrió mostrando a Zack vestido elegantemente con una bandeja de madera llena de comida, bajo la vista al suelo sonrojada tratando de ocultar sus partes con sus manos.

—Espera, te ayudo—dijo dejando la bandeja en una mesita que estaba en frente de un mueble blanco grande y camino hacia ella cargándola despacio llevándola hacia aquella puerta.

La abrió y miro con admiración todo el lugar. Había una enorme bañera cerca de una ventana, una ducha, un lavabo para dos y un inodoro en una esquina. Había un armario grande en donde estaban toallas blancas y sabanas. Todo era blanco como en la habitación.

— ¿De quién es esta habitación?—pregunta cuando la dejo en la bañera abriendo el grifo, el agua caliente salió sintiéndose bien.

—Mía, ¿Por qué?—pregunto mientras tomaba unos de los envases que estaban en la esquina de la bañera echándolo todo, un olor a miel inundo todo el lugar.

—Todo es completamente blanco—responde mirando por segunda vez el lugar—es extraño... —dice y lo mira. Estaba sentado en el pequeño muro de la bañera observándola atentamente.

— ¿Por qué?

—Un hombre que tenga una habitación de este color... es nuevo. Normalmente, siempre son de colores oscuros y esas cosas y ni hablar del desorden...—habla mirándolo.

Él se rio y suspiro—Un mm... bueno, debo admitir que he cambiado un poco porque si me hubieras conocido cuando era más joven... era totalmente diferente.

— ¿Y, cómo eras?—preguntó recogiendo sus piernas hasta su pecho poniendo su barbilla en sus rodillas mirándolo.

—Un desastre, pero he cambiado.

— ¿Cómo era la vida en esa época?—pregunta—debes de tener unos cien años, ¿aun tus amigos siguen vivos? Me recuerdas al capitán América de cierta manera.

—Era una época muy diferente como la de ahora, me gusta más ahora—responde.

— ¿Por qué?

—Ya no tengo que compartir con los humanos gracias a la tecnología avanzada de hoy en día. Aunque, ya teníamos esas cosas, pero ellos no por lo que tenía que reunirme con ellos y soportar sus putrefactos olores...—responde haciendo una mueca de asco.

—Vaya... casi no se nota tu odio hacia los humanos... —susurra con ambas cejas alzadas sorprendida —. ¿Por qué tanto odio?

—Mataron a mis padres... —susurra desviando la mirada al suelo.

—Dios... —musita conmocionada —¿Qué paso?

—Nací en la época en donde los lobos éramos cazados por los humanos, no le hacíamos nada. Vivíamos en nuestro entorno sin molestarlos, pero ellos se sentían amenazados por nosotros y por eso empezaron a matarnos uno a uno. Cuando mis padres biológicos me tuvieron, trataron de huir del pueblo para buscar un mejor lugar para vivir, pero fueron emboscados. Mi madre corrió dejando a mi padre atrás y me oculto en una cueva diciendo que vendría por mí cuando todo se solucionara. Dure tres días ahí hasta que tuve que salir porque tenía mucha hambre y sed, encontré sus cuerpos pudriéndose no lejos de donde estaba. Ni siquiera pude llorarlos porque fui atrapado de inmediato por unos de ellos haciéndome su esclavo y por años tuve que soportar todo tipo de maltratos hasta que escape y fui acogido por la familia Vandelier. Me adoptaron dándome un lugar en su manada...

Lo observo detenidamente horrorizada por lo que había escuchado.

—Eso es terrible... siento que tuvieras que pasar por todo eso en tu niñez y...

—Ah, ya paso mucho tiempo no te preocupes—la interrumpe pasando una mano por su cabello.

Asiente siguiendo con sus preguntas curiosas— ¿Alguna vez te enamoraste?

La miro y se echó a reír—Claro que no—respondió—los lobos no nos enamoramos hasta que encontramos a nuestro Soulmate. Si he pasado muchos años buscándote, pero no me he enamorado hasta ahora—dijo observándola detenidamente con sus ojos azules brillando.

Se sonrojó—Ah—susurro desviando la vista hacia la ventana en donde se veía el bosque. El sol había sido remplazado por nubes oscuras, caían relámpagos en diferentes partes y empezaba a llover fuertemente.

—Que rápido cambio el día... — dice mirando a Zack quien miraba al suelo muy concentrado—hace unos minutos el sol brillaba como nunca y el día estaba hermoso y ahora se nubló y está lloviendo...

—Bienvenida a Transilvania... —responde mirándola divertido—aquí es normal que el clima cambie constantemente.

Se quedó observándolo. Su cabello rubio corto sedoso, su nariz respingada, sus labios rojos, era tan blanco como la nieve y su olor a menta le enloquecía. Ese hombre era hermoso y ese traje elegante que tenía...

—Gracias por el cumplido... —dice riéndose.

Abrió los ojos mirándolo nerviosa— ¿No me digas que lo dije en voz alta?—pregunta tragando saliva con la cara roja por la vergüenza.

—No—respondió sin mover sus labios.

Lo miro horrorizada, ¿Cómo...?

—Te estoy leyendo la mente, Audrey... —dijo sin mover los labios otra vez.

¡¿Qué?!

— ¡Ay!, no grites —musita llevándose una de sus manos a la cabeza—ya estamos unidos, ¿recuerdas?, Ahora puedo leer tu mente al igual que tú a mí, puedo sentir como tu corazón late tan rápido ahora mismo porque el mío está igual, ya que son un solo prácticamente.

— ¿Qué...? — lo miro incrédula con la boca abierta sin creérselo.




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