El Destino de Moon

17. La bella durmiente

 

~ANAIS LENDOFF~

Cantaban a todo pulmón Grenade de Bruno Mars mientras se dirigían al hotel de vuelta, ya les quedaban tres días de vacaciones. Una mala suerte para ellas, dentro de poco tendrían que volver a la realidad.

Todo parecía ir bien hasta que la camioneta empezó a esparcir humo del Capote haciendo que se detuvieran en medio de la carretera.

Mierda.

Arisvely la vio enojada—es tu culpa—dice saliendo del auto. La siguió en silencio—te dije que tenías que revisarla antes de salir porque estaba dando problemas, pero no me hiciste caso... como siempre.

—Bueno, perdón—contesta levantando la tapa del Capote saliendo un montón de humo que las hizo toser—lo olvidé.

La mira alzando ambas cejas—si no estuvieras tan pendiente del gringo esto no estaría pasado.

— ¿Vas a negar que no te gustó ahora?—dijo juntando sus manos mirándola como el meme de Josh.

—Me calienta más que el sol de las doce...—susurra mordiéndose el labio inferior—maldito malo, ruar...

Se rio viéndola mientras asentía— Ah... —dice señalándola hasta que miro detrás de ella.

Estaban frente a un bosque con grandes árboles y un sendero de piedras el cual era iluminado por la luz de la luna.

Se quedó hipnotizada admirando el camino que empezó a caminar hacia esa dirección como si algo ahí adentro la estuviera llamando. Le pedía a gritos que entrará y buscará ese algo que era totalmente desconocido para ella, pero que ese algo sería importante para en su vida...

—Hey...—escucho la voz de Ari a los lejos llamándola, pero la ignoro acercándose cada vez más a ese lugar— ¡Loca! ¡Espera! ¡¿Adónde vas?!—Exclamo tomándola del brazo deteniéndola, pero ella se soltó de su agarre bruscamente— ¡Por Dios Anaís! ¡Sal de ahí!—le grito, pero volvió hacer ignorada por ella de nuevo.

No sabía cuánto tiempo llevaba caminado ni tampoco hacia donde iba, solamente seguía el camino de piedras blancas brillante bien embobada hasta que se detuvo en un gran hoyo que había en la tierra.

Pestañeó varias veces viendo en el fondo a un chico y a su alrededor varios troncos y ramas gruesas de árboles destruidos.

Empezó a bajar despacio acercándose al chico como si eso fuera una total necesidad para ella. Al llegar se puso de rodillas contemplándolo.

Parecía estar sumergido en un sueño profundo. Tenía el cabello largo del color del sol desparramado por varios lugares, unas orejas puntiagudas y las uñas más largas que las de ellas; una nariz fina, labios gruesos del mismo color de la sangre. Largas pestañas, sin duda no era alguien totalmente normal. Tenía una camisa abotonada hasta el cuello con corbata, un saco con charreteras rojas, pantalones finos negros y zapatos algo chamuscados.

Le toco la mejilla con su dedo índice para ver si era real, era muy hermoso como para que lo fuera. A pesar de tener el rostro algo sucio de cenizas y sangre seca se podía apreciar su hermoso rostro. Ya tenía Crush nuevo...

Acercó su oído a su corazón a ver si aún seguía latiendo dado que su piel era pálida que creyó que estaba bien muerto, eso sería una lástima si lo estaba. Respiro hondo, aún latía, eran lentos y muy débiles, pero aún lo hacía. Algo era algo, ¿no?

Su mirada viajó hacia el gran abierto que tenía su camisa mostrando su abdomen plano con cuadritos, silbo volviéndolo a ver. ¿Qué paso para que terminara aquí medio muerto?

Miro hacia atrás meditando como lo llevaría hacia arriba, sería todo un puto reto a la verdad. Suspiro volviendo a verlo, no podía dejar a una cosita tan bella aquí tirado, Sin duda necesitaba de su ayuda.

«Bueno a sacar hernia a do mano... »

Lo tomo por debajo de los brazos empezando arrástralo hacia arriba con mucha dificultad porque parecía que cargaba un saco de piedras que una belleza como esa.

Se quedó por la mitad de la subida respirando con dificultad. Se costó en la fría tierra mirando la luna la cual brillaba esa noche más que nunca. Duro así unos segundos volviendo la mirada a la bella durmiente entre sus piernas muy fuera de bulla.

«A ese no lo mata nadie...» pensó admirándolo.

Se rio de sí misma por tal pensamiento.

«Si soy idiota...» pensó riéndose de sí misma.

Volvió arrastrarlo llegando arriba tosiendo respirando con algo de dificultad.

— ¡Anaís por Dios!—escucho el grito de su amiga sobresaltándola. Miro hacia atrás viéndola caminar hacia ella como loca— ¿y el quién es?—pregunta arrodillándose al lado de ella viéndola preocupada para luego mirar al chico que seguía dormido entre sus piernas.

La miré raro— ¿qué coño haces tú aquí?...—susurro sintiendo la necesidad de tocarla para ver si era real o producto de su imaginación.

Le da un manotazo al ver que acariciaba toda su cara como una demente— ¿Y a ti que te pasa pendeja?—dice viéndola extrañada.

—Ah... es real, real...—musito pestañeando varias veces asimilándolo todo.

Ok, hace un segundo estaba arrastrando a la bella durmiente por una subida bien alta y ya estaba en la carretera de nuevo... Debía dejar las drogas, le estaba haciendo mucho daño esos brownies especiales.

—Ayúdame a subirlo a la camioneta—dijo poniéndose de pie tomándolo por los brazos con cuidado de que sus uñas no le perforaran un ojo.

Ari la mira como si estuviera loca— ¿acaso lo conoces?—dice alzando ambas cejas cruzadas de brazos mientras se ponía de pie— ¿sabes quién es?

—Noup... —respondió empezando arrastrarlo hacia la camioneta despacio.

— ¿Y si es un violador?—pregunta poniéndose de pie— ¿un maleante que quiera hacernos daño?

La miro—esto sonará fuera de lugar y hasta mal, hasta necesitaría un psicólogo... pero—miro a la bella durmiente relamiéndose los labios— ¿no vez que cosita tan hermosa es?—dice sonriendo abiertamente mirándola.

Ella la mira con los ojos entrecerrados negando con la cabeza—que cuero me saliste... —susurra tomándolo de las piernas levantándolo con dificultad.




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