El Destino de Moon

23. Cazar

 

— ¿Quién eres tú?—la voz molesta de Rob la hace mirarlo nervioso, su mirada de odio y desprecio iba dirigida hacia el rubio de ojos rojos.

—E-Él es...—empieza hablar nerviosamente, miro de nuevo a Alumiar quien ignora deliberadamente la presencia de Rob mirándola fijamente a los ojos—es un amigo...—dice mirando a Rob de nuevo.

—Un mm... no creo que seamos solo...—aprieta la mano de Alumiar fuertemente mientras sonreía abiertamente a Rob rogando que no se diera cuenta de su mentira o de la forma en que tomaba de las manos al pendejo.

El teléfono de Rob sueña con un mensaje nuevo, lo mira y sonríe para luego mirarla.

—Como sea...—rueda los ojos—yo me largo de aquí, hablamos después—responde dándose vuelta.

— ¡Espera!—Lo llamó soltando la mano de Alumiar caminando detrás de Rob desesperada— ¿A dónde vas? ¿Vas a dejarme aquí? Prometiste llevarme a casa esta noche.

Él se gira antes de entrar a su auto—sí, pero se presentó algo importante por lo que debo ir...—contesta— puedes tomar el auto bus o pedir un taxi si quieres, hablamos mañana—sube a la camioneta poniéndose en marcha dejándola sola en el estacionamiento.

— ¿No me digas que ese humano es tu novio?—pregunta Alumiar. Se giró viéndolo con sus libros y cuadernos en la mano—ni siquiera le importo dejar a su novia tirada...

—Solamente tuvo que hacer algo valioso... eso es todo—responde en un murmullo caminando hacia él con las manos juntas, mirando al suelo. Ahora tenía que volver a casa sola...

—¡Ay, pero que cosita ni más estúpida...!—dice con diversión viéndola acercarse a él—por más que se te presente cosas cruciales no es excusa para dejar a tu novia tirada en medio de un estacionamiento a las nueve de la noche con un desconocido que podría ser un violador y un asesino...—responde.

Agarro el ruedo de su vestido—pero no eres un desconocido o violador...— dice excusando la actitud de Rob.

—Soy un asesino por naturaleza Anaís... por suerte no soy violador. Mi especie aborrece a los violadores, aunque su sangre es muy deliciosa...— responde y lo mira—vuelvo a preguntarte una vez más, ¿Por qué no respondiste ninguna de mis llamadas de hoy?

—Estaba nerviosa...—contesta—también estaba en el trabajo y luego tuve que asistir a clases, por eso no respondí ninguna de tus llamadas, lo siento.

—Supongo que no leíste ninguno de mis mensajes tampoco...—murmura mirando al suelo—está bien, vamos—comienza a caminar y más adelante miro aquel objeto que la podría sacar de apuros si estuviera en sus manos.

— ¿Me llevarás a casa?—pregunta emocionada caminando detrás de él.

—A tu nueva casa sí—responde girando su cabeza para mirarla.

Se detuvo mirándolo confundida— ¿nueva casa? ¿De qué estás hablando?

— ¿No pretendes vivir aquí una vez que seas una vampiresa o sí? – pregunta alzando una ceja.

—Bueno...—ladeo la cabeza hacia un lado volviendo sus labios en una fina línea.

—A ver...—dice parándose enfrente de ella—soy un príncipe por lo que al ser mi compañera te conviertes en una princesa. Mi gente ya sabe que te encontré y quieren conocerte. Siendo una princesa de la raza vampírica no puedes vivir en el mundo humano, eso sería una ofensa para todos por eso vivirás en el castillo. Si deseas, los sirvientes pueden preparar una habitación propia si no quieres compartir habitación conmigo por ahora, después de todo, entenderíamos tu situación.

Todo es nuevo para ti y querrás tu propio espacio para pensar y asimilar todo, pero no dejaré que te quedes en el mundo humano y no, no me interesa si con eso estoy siendo muy posesivo, injusto, tóxico o algo por el estilo así que vamos, es hora de la fase dos—dicho eso empieza a caminar de nuevo al auto.

—Entiendo...—dijo empezando a seguirlo— ¿Cuál es la fase dos?— pregunta.

—Hacer que ya dejes de ser una inocente... humana—responde y lo mira con los ojos abiertos deteniéndose otra vez.

— ¿No me digas que tú y yo...?—pregunta nerviosa.

Él se detiene mirándola sorprendido—que pervertida eres...—la mira de arriba abajo—claro que no. Solo te convertiré en una vampira por lo que dejaras de ser inocente y empezarás a matar humanos a diestra y siniestra sin remordimiento alguno, además...—se acerca tanto a ella que dejo de respirar por un segundo—no te tocaré ni un pelo hasta que tú me des el permiso de hacerlo, si no, no lo haré...—dicho eso vuelve en su andar.

Vuelve a respirar siguiéndolo silenciosamente hacia el auto, pone sus libros en los asientos de atrás luego le abre la puerta de copiloto. Inhalo el dulce olor a pino que hay en el interior del auto mientras ponía el cinturón de seguridad. La puerta se abre y él entra poniéndose en marcha.

Todo el trayecto fue tranquilo y silencioso.

Llegaron al castillo. Alumiar estaciono el auto y salió yendo hacia su puerta abriéndola ayudándola a salir cerrando la puerta detrás de ella, el frío viento removió su vestido poniéndole la piel de gallina, hacia un jodido frío.

Se abrasó así misma mientras veía el castillo en donde empezaría a vivir desde ahora en adelante.

Era bien pinche tenebroso. Su estructura era algo rústica y gótica, en cada punta de cada torre había una cruz, las paredes estaban tan descoloridas que se veía negras dándole un aspecto aterrador, la puerta principal era gigantesca con una gran puerta de roble negra y en los seis escalones una alfombra roja que extrañamente se veía en perfectas condiciones y por los ventanales no podía ver nada.

—Pensé que el castillo de tu padre seria al que todos van para ver como vivía en sus tiempos el gran Vlad Tepes... además, este tiene incrustado en cada punta de cada torre cruces, ¿no que ustedes se mueren desde que ven unas de estas?—pregunto mirando a Alumiar.

Empezaba a temblar del puto frío.

—Ese es el antiguo castillo, vivíamos ahí hasta que tuvimos que mudarnos porque corríamos peligro. Los humanos se reproducían a una velocidad sorprendente y cada vez había más de ellos por doquier, así que nos mudamos aquí en donde estamos bien lejos de ellos, y eso es un mito, no morimos porque nos enseñen cruces, ajo, agua bendita... esos son los vampiros defectuosos—respondió quitándose su capa negra poniéndola encima de sus hombros.




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