El Destino de Moon

25. Reina Malvada

~Allison~

Tira el teléfono contra la pared cayendo al suelo destruido mientras gritaba furiosa golpeando fuertemente el saco de boxeo que había en una esquina de su habitación. Ese maldito infeliz no le había respondido las llamadas desde hace tres días, ¡¿Qué es lo que lo tenía tan ocupado para no responder sus llamadas o mensajes?!

Desde que se fue a esa maldita universidad del otro lado del mundo se ha comportado muy distante con ella después de que le prometió y le rogó que todo estaría bien, que todo seguiría igual para no terminar la relación y mira lo que hace. Solo paso dos semanas en que todo parecía estar igual para después dejar de contestar sus llamadas y mensajes alegando que el trabajo y la universidad lo tenían todo el tiempo ocupado.

Pero vamos, aunque sea podía decirle "hablamos más tarde" "estoy haciendo algo, te respondo cuando pueda" lo entendería, ¡Pero no desaparecer cada tres días!, y a veces hasta una semana y cuando le hablaba parecía estar fastidiado, como si preguntar cómo estaba y preocuparse por él le fuera irritante.

—Uy... hoy amanecimos de muy mal humor, ¿no?—la voz divertida de Jared la hace detener su masacre hacia el saco de boxeo girándose hacia él con las manos empuñadas y la respiración agitada su cabello obstaculizando un poco su vista—a ver mi reina malvada... ¿Quién se atrevió hacerte enojar de tal manera para que te la desquite con este pobre e inocente saco de boxeo?— pregunta acariciando el saco con lástima.

Rueda los ojos— ¿Qué haces aquí?—pregunta entre dientes mirándolo con odio.

Siempre estaba a su alrededor haciendo preguntas y dándole comida.

Tenía la impresión de que él quería ser su amigo. Siempre estaba cuando entrenaba karate con los muñecos que Dorian había puesto en el Gimnasio que

le hablaba justamente de las series que veía, escuchaba el tipo de música que escuchaba ella, se comportaba como un caballero con armadura dorada igual que había hecho aquel estúpido que ahora no le contestaba las llamadas...

—Vine a ver como estaba mi reina malvada...—contesta acercándose retirando el cabello de su cara sonriendo como un niño de cinco años cuando le dan su juguete favorito.

Suspiró rodando los ojos nuevamente alejándose un poco de él cruzándose de brazos—no soy tu reina malvada imbécil y nadie me hizo enojar... soy así de naturaleza—dice dándose vuelta recogiendo los pedacitos de lo que había sido su antiguo teléfono.

Tendría que pedirle uno nuevo a su madre omitiendo la razón del porqué está en pedacitos.

—Un mmm... como lo supuse... estamos de malas hoy...—susurra caminando hacia el ventanal.

—A ver idiota, ¿Cuándo he estado de buenas?—pregunta echando al zafacón su viejo teléfono.

—Cuando ves una serie nueva que te encanta, escuchas tus canciones favoritas, comes tus dulces favoritos, entrenas; cuando le das madrazos a cualquier persona por diversión, si te hablan de tus series o anime favorito, te presto mi carro y pareces Toretto, cuando usas mi katana y mis juguetes... —responde dejándola atónita.

El idiota la conocía muy bien...

— ¿Vez? Sé cuándo no estas de buena, te conozco muy bien...—musita con una sonrisa arrogante caminando hacia ella—eres muy abierta y directa, no tienes pelos en la boca y le dices sus verdades a la persona sin importar las consecuencias de eso...es lo que me gusta de ti.

— ¿Acaso te pregunté qué es lo que te gusta de mí?—pregunta alzando una ceja.

—Noup... pero quiero saber por qué estás enojada hoy... —contesta.

—Ya te dije que no es de tu incumbencia, ahora largo—responde fríamente sentándose en la esquina de la cama con los brazos cruzados mirando fijamente al suelo.

Se quedó parado a un lado de su escritorio observándola detenidamente por un largo rato.

Su mirada fija hacia ella empezaba a molestarla por lo que lo miro irritada— ¿no tienes otra cosa mejor que hacer que estar mirándome imbécil? Ya te dije que te fuera, no te quiero ver—volvió la vista al suelo nuevamente—ni hablar... —susurra.

—Es por él, ¿no es así?—pregunta—hizo que estuvieras el ánimo caído, ¿no?

—Pss... claro que no...—contesta riéndose sin ni una pizca de gracia.

Ya empezaba a odiar que la conociera mejor que nadie el imbécil...

Después de haberlo conocido en aquella reunión de las razas no la había dejado tranquila ni un momento, siempre estando ahí... incluso desde las sombras. No sabía qué era lo que quería con ella, cada vez que le preguntaba su respuesta siempre era "me caes muy bien"...

Lo miro reírse de la misma manera que ella, sin gracia y emoción alguna.

Por un instante lo vio triste, pero volvió a sonreír. Le parecía falsa, como si tratara de decirse a sí mismo que sonriera a pesar del dolor.

Paso sus dedos por su anillo apareciendo en el medio de la habitación un portal, la miro—ven conmigo.

Se puso de pie mirándolo confundida— ¿A dónde?

—Confía en mí...—responde tragando saliva.

Dejo de ser el Jared feliz y divertido al Jared triste y desolado.

Camino hacia el portal entrando.

Estaba en un pasillo corto de un apartamento pequeño. Había un sofá grande, uno pequeño individual de color azul, una mesita de cristal pequeña en donde había cigarrillos y botellas vacías de alcohol. Al lado en donde estaba parada estaba una pequeña cocina, más adelante había un pequeño pasillo y al fondo una puerta blanca entre abierta, en frente de ella unas cortinas verdes que dejaba entre ver un ventanal grande.

Se gira hacia Jared— ¿Qué es este lugar?—pregunta confundida.

La cocina y la sala estaban asquerosas y en el aire había un hedor a mariguana y comida podrida desde hace siglo.

—Me preguntaba, ¿Por qué teniendo un anillo nunca pensaste en ir a visitar a tu novio? Luego recordé que tienes prohibido salir de la mansión Lancaster sin un guardaespaldas... así que, decidí acompañarte, ya que tengo algo que ver con esta prohibición y bueno... así vigilo que no te pase nada malo— respondió con una sonrisa.




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