El Destino de Moon

34. Vlad Tepes

Se quede mudo viendo como lo miraba muy serio. La última vez que lo había visto fue en 1800 cuando asesinaron a su madre. Ya había olvidado como era su rostro, ahora recordaba porque decían que se parecía mucho a él.

No despego ni por un segundo la vista de su rostro. Trago en seco tratando de ponerse de pie, pero sintió como si su corazón fuera apretado con una mano fuertemente dejándole sin respiración. Cayó de rodillas al suelo escupiendo sangre. Empezó a toser, se estaba ahogando con su propia sangre la cual ya no era dorada, sino negra.

La vista se le volvió algo borrosa.

— ¿Qué le sucede?—escucho la voz preocupada de su padre.

Sintió palmadas en su espalda y sabía que era él, conocía muy bien ese olor a perfume.

—No lose—responde Lexer—hace un momento estaba muy bien.

— ¿No me digas que tomaste sangre AB negativo? ¿Sabes que eres alérgico a ese tipo de sangre?—lo regaña poniendo su cabeza en su hombro acariciando su espalda suavemente—ya estás demasiado grande para saber eso.

—Primero; ya sé que soy alérgico a esa sangre y segundo, no me dejes en evidencia, nadie sabía ese dato a excepción de ti y mama...—responde levantando su cabeza de su hombro mirándolo directamente a los ojos.

Parecía que estuviera viéndose a sí mismo en un espejo.

Entre cerro los ojos, era una copia barata de él...

—Tú eres la copia barata aquí. Yo te cree, no seas imbécil—lo mira con una ceja alzada ofendido.

— ¡Deja de leer mi mente!—exclama molesto—ya hemos hablado de eso antes.

—De acuerdo, de acuerdo... —responde levantando las manos—pero me ofende que digas que soy una copia barata cuando no lo soy—dice—y dime, ¿Qué son esas ropas toda mugrosa y arrugada?, Pareces un vagabundo y no un príncipe. Tu cabello está todo asqueroso, ¿hace cuánto que no te das una ducha? Hueles raro...—suspira negando con la cabeza —así no fue como te eduque jovencito.

Ya empezaba a sentirse un poco mejor por lo que se puso de pie rodando los ojos—había olvidado lo exagerado y mandón que eres...—susurro echando su cabello hacia atrás.

—No me faltes al respecto—responde señalándolo con el dedo índice mientras se ponía de pie—y me vas diciendo que está pasando aquí. Creí que tú y tu hermano habían muerto por ellos—dice señalando a sus amigos—no entiendo nada.

Respiro hondo— ¿Prometes no hacer un drama y no enloquecer?—dice entrando sus manos en sus bolsillos.

—No prometo nada—responde cruzándose de brazos mirándolo seriamente.

—Bien... —susurro.

Empezó a narrarle todo lo que había pasado desde su encierro en 1800 omitiendo algunas que cuantas cosas. Pero en lo único que se enfocó más fue en el hecho de que le quedaba poco tiempo de vida.

Sus ojos se aguaron al igual que los de Alumiar. Temía que reaccionara de la misma forma que él y empezara a regañarlo o algo, después de todo, él ha soportado la muerte de su madre por más de doscientos años.

Pestañeo varias veces evitando llorar. Se acercó a él abrazándolo cosa que lo confundió.

—Tranquilo... yo hubiera hecho lo mismo si hubiera tenido la misma oportunidad para salvar a tu madre—dice acariciando su cabeza—yo me encargo de Alumiar, entrara en razón.

Le devolvió el abrazo echándose a llorar en su hombro de nuevo como en los viejos tiempos. Lo había extrañado muchísimo.

~Dorian Lancaster~

Escucho las risas de Moon y de sus hermanas en la sala. Ahora no sabía que cara poner con esa horrible noticia. Él dijo que ella no lo podía saber aun después de muerto.

Le borro de la memoria el accidente y su muerte cambiándosela por un bonito y hermoso día y que regresaban a Transilvania sin ningún inconveniente. Ya después hablaría con una de las hermanas Salem para ocultar que los dos son Lovfor, así cuando pasaran las dos semanas no tendría que pasar por lo mismo que pasaban los de sus razas y ella se mantendría alejada de él.

Se sentía muy mal. Su mejor amigo tenía sus días contados y no podía hacer nada para cambiar ese hecho. Deseaba que hubiera una solución, pero no la hay, nadie puede cambiar su lugar por el de él, ya el trato se había hecho, su alma empezaba a marchitarse lentamente. Una prueba de eso fue lo de hace unas horas cuando el señor Tepes apareció, cosa que los dejó anonado a todos.

Era la primera vez que veía al gran rey de los Vampiros que no fuera en pinturas, era igual que Alumiar.

El mismo quería cambiar de lugar con Aluriam alegando que ya había vivido lo suficiente, pero Aluriam respondió que ya era demasiado tarde y que eso no se podía. Tenía que ser específicamente su alma gemela que diera su vida por la otra, eso se lo había dejado en claro el Ancestral una vez que hicieron el intercambio de almas.

También le advirtió que empezaría a morir una vez que serrara el trato. Respiro hondo empezando a caminar hacia su habitación en silencio si llamar la atención, pero se detuvo de sopetón al ver a Moon doblar por el pasillo.

— ¡Dorian!—exclama con una mano en su pecho—me asustaste.

—P-Perdón...—responde tragando saliva tratando de verse normal y no empezará hacer preguntas.

— ¿Estás bien?—pregunta acercándose a él—no te ves muy bien... ¿Qué paso? No me digas que hiciste algo loco Dorian, por tu expresión veo que sí, ¡sabes que aún no estás del todo curado!

Sí... dejaría que piense eso.

No era muy bueno ocultándoles cosas a la chiflada, siempre le descubría.

Le prometió a Aluriam que guardaría el secreto, dejaría que le diera un santo sermón.

—Lo siento...—responde con una sonrisa algo asustado.

Ocultarle secretos a alguien que podía acceder a tus pensamientos rápidamente no era algo fácil.

La ve pasar su lengua por su labio inferior. Siempre hacía eso cuando estaba bien emputada.

— ¿Por qué te encanta llevarme la contraria? A ver, vamos—lo toma de las manos empezando a caminar hacia la escalera con él a rastra.




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