El Destino de Moon

43. Ensoñación

Un salto al tiempo parte 6

~Jack~

El padre de Vaiolett lo había acompañado hasta la mansión. Se había negado más de una vez, pero insistió en acompañarlo. Quería asegurarse de que llegara a salvo a casa, después de ahí paso una semana más donde no vio a Vaiolett y estaba más confundido que nunca, para esas alturas se creía una piedra... joder ni para morir servía.

A la semana siguiente apareció con su nuevo teléfono en mano actuando como si nada había pasado, como si él no había sido un maldito milagro viviente para sus dioses. Su comportamiento indiferente sobre ese tema le hacía enojar de sobre manera, ¡no podía con la maldita duda! ¿Por qué carajos seguía vivo? ¿Por qué la gente lo miraba de forma extraña y lo trataba como si fuera alguien frágil cuando iba al reino?, eso era otra cosa, sus padres lo invitaban a sus banquetes y fiestas que hacían a cada rato.

Al parecer le había caído muy bien, era obvio, es él. Pero ese no era el asunto de ahora, se habían vuelto algo así como... ¿Buenos amigos? Se le hacía ya una costumbre verla en todos los lados al que iba. Hablaban de cosas sin sentido hasta el amanecer, comían juntos y algunas veces la hacía hacer su tarea, incluso le cayó bien a Carlos.

Tanto así que la invitaba a sus salidas, se había vuelto alguien cercana a su entorno, aunque mayormente le sacara de quicio. Carlos decía que era verlo a él en versión mujer, que por eso se llevaban muy bien, pero no lo creía así del todo, ella era muy inocente que le daban ganas de corromperla.

Solo quedaba un mes para que el trato se llevara a cabo, aunque las pesadillas se habían reducido notablemente, ya no parecía un maldito mapache, pero la culpa aún no se había ido y no se iría nunca.

Abrió la puerta de su habitación, estaba muy agotado después de todo lo de anoche, al entrar a su habitación se encontró de lleno con Vaiolett sentada en su cama mirando hacia el ventanal.

— ¿No deberías de estar ensayando para el supuesto baile de aniversario de tus padres?—dijo caminado hacia el baño empezando a desabotonar su camisa.

—Nefial no podrá ser mi compañero de baile, se lastimó el tobillo en una de las misiones y ya no queda mucho tiempo para buscar su remplazo—contesta.

Se detuvo de inmediato girando la cabeza para verla con los labios fruncidos mientras asentía—Uh... eso es terrible...—dice sin tener una puta idea de que decir en esos momentos.

—Sí... ahora todo se arruinó, todos tienen sus compañeros menos yo. Y tengo que bailar junto a mis padres, es la tradición.

—Descuida anciana, no tener un compañero esa noche no debe detenerte. Si has esperado casi más de cientos cincuenta años por tu alma gemela, bailar sola no debe de ser algo terrible. Además, no puedo creer que tu padre tenga tantos años y parecer un hombre casi en los treinta, ¿Qué comen?

Lo mira mal—deja de llamarme anciana, no exageres, solamente tengo ciento veinte y bailar sola en medio de todo el mundo sería algo muy humillante para mí, y recuerda que no soy un putrefacto humano, envejecemos lentamente.

—Como sea, este putrefacto humano ira a darse una ducha—responde dándose la vuelta.

—Parece que alguien volvió a marcarte... de nuevo—comenta.

Mira el cuello de su camisa blanca sucio de pintalabios rojo—Puede ser...—contesta guiñándole el ojo.

Rodó los ojos negando—eres imposible Jack.

Sonríe entrando al baño.

No duro mucho, solamente quería quitarse el olor a sexo y alcohol y dormir un rato. Al salir del baño aún seguía en el mismo sitio donde la dejo, se acostó al lado boca abajo suspirando.

— ¿Sabes que hoy iríamos a los juegos verdad?—dice y abre los ojos mirándola—Carlos... tú y yo. Dijiste que hoy me llevarías, ya que no he ido nunca a esos lugares, por eso estoy aquí.

—Rayos, lo olvidé...—susurra sentándose en la cama a pocos centímetros de ella recordándolo todo.

—Es de esperarse...—responde de brazos cruzados mirando al suelo algo molesta y decepcionada—está bien si no puedes hoy, dado a lo que estuviste haciendo anoche dudo que tengas ganas de hacer otra cosa... mejor me voy— dice poniéndose de pie.

—Hey, espera—la detiene tomándola del brazo volviendo a sentarla de nuevo en la cama—perdón, solo sería un trago y... me llevé del gusto. Además, no he dicho que hoy no puedo, espérame, ya me cambio—se pone de pie yendo a su armario por algo de ropa.

No tardó más de cinco minutos en cambiarse. Salió del baño mirándola—ya podemos irnos.

—Oh si, Carlos llamo, dijo que no podrá ir con nosotros. Se le presentó algo a último momento.

— ¿Cómo qué?—preguntó confundido tomando las llaves del auto.

Se encoge de hombros—no sé, solamente dijo eso y cerro.

Asintió—ok, vamos—dijo abriendo la puerta para que saliera primero.

Antes de salir tomo su abrigo negro cerrando la puerta siguiéndola por el pasillo, debía de decir la verdad. No estaba en óptimas condiciones como para ir allí, estaba exhausto, pero había hecho una promesa y tenía que cumplirla ahora.

Llegaron a su auto, quito el seguro, al entrar se puso en marcha de inmediato.

Hoy no estaba lloviendo, pero si estaba nublado y frío. La carretera estaba como siempre, solitaria, al menos la neblina no estaba tan espesa. El portal apareció y entró por él saliendo a la calurosa tarde de los Ángeles.

El sol estaba realmente brillante, el cielo estaba despejado, sin duda era un buen día.

Llegaron al ajetreado tráfico de la ciudad, no tardó mucho en llegar a los juegos.

Estaciono el auto cerca de la entrada. Se quitó el cinturón—llegamos— anunció mirándola a la vez que retiraba las llaves.

Asintió bajando del auto, hizo lo mismo poniendo el seguro. Caminaron hacia la entrada, había mucha gente y era entendible, era sábado.

—Bien, ¿A cuál quieres ir primero?—preguntó deteniéndose mirando los diversos juegos que había, los puestos de comidas y el lago más adelante.




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