El Destino de Moon

47. Familia Ricci

La ceremonia de festín de cuervos había llegado a su fin por lo que al llegar a casa su madre salto a él abrazándolo fuertemente pegado a él sin dejarlo ir ni por un segundo.

Al descubrir que ya no era un humano la tomó por sorpresa, y ahora se culpaba por ese hecho. Pero estaba feliz porque el causante de todo estaba muerto.

Ahora se encontraba parado en el ventanal de su habitación viendo la lluvia caer fuertemente, procesaba la información recibida de hace un rato, aún no lo creía del todo, era imposible.

¿Cómo podría estar muerto? Eso no podía ser posible, no después de haberlo protegido y mantenido alejado de todo por muchos años para que siguiera con vida. Solo desapareció unos meses y ya estaba muerto.

—Jack...—escucho la dulce voz de Vaiolett.

Había deseado durante todo ese tiempo volver a escucharla que ahora... con todo eso, no sentía la emoción que supuso o debía tener al verla parada en frente de él toda hermosa, perfecta y única.

— ¡Me alegra que estés bien!—exclama con euforia corriendo hacia él emocionada de volver a verlo, lo abrazó poniendo su cara en su pecho cerrando los ojos.

Su dulce olor a lavanda le trajo recuerdos. Le devolvió el abrazo viendo fijamente a las sabanas negras de su cama que estaban desperdigadas en el suelo. Había encontrado la habitación en perfectas condiciones, pero él...

— ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Qué paso?—empezó a preguntar. Suspiro cerrando los ojos. Trato de alejarse, pero se lo impidió abrazándola más fuerte—Jack, ¿Qué sucede?—pregunta poniendo ambas manos en su hombro tratando de alejarse de nuevo, pero se lo impidió de nuevo.

—No quiero hablar... solo quiero...

—Entiendo... —lo interrumpió volviendo a abrazarlo.

Se quedaron así hasta que la soltó. Se sentó en el sillón mirando al suelo.

—Lexer me contó lo que paso...—dice y asiente—así que, ahora eres un híbrido...—volvió a sentir—y, ¿Qué harás ahora?— pregunta.

La miro—Pues no lo sé, ahora no puedo morir por más que quiera...—responde soltando un resoplido.

— ¿Aún sigues con eso de querer matarte?—pregunta molesta.

Cerró los ojos suspirando—Vaiolett ahora no estoy para eso...—susurra recostándose en el espaldar.

— ¿No? ¿Y cuándo si lo estarás listo, Jack? ¿Cuándo estés muerto? ¿Verdad? —empieza hablar acercándose a él.

—No entenderías—contesta poniéndose de pie.

No era que estuviera en esos pensamientos suicidas del pasado, pero hoy no estaba de ánimo para hablar y discutir.

—Entonces ayúdame a entenderte—dice—porque realmente no te entiendo, quisiera, pero no puedo.

Salió de la habitación caminando por el pasillo alejándose de ella. Si se quedaba ahí empezaría a discutir de nuevo.

— ¡Jack!—la ignoró empezando a bajar los escalones— ¡Jack! ¡Te estoy hablando!—le grita.

—Vaiolett, no quiero hablar de eso ahora, por favor tranquilízate—responde bajando el último escalón.

— ¿Cómo esperas que esté tranquila si quieres matarte? Dime, ¿Cómo?—pregunta deteniéndose.

— ¿De qué estás hablando?—se quedó paralizado al escuchar la voz de su madre, trago en seco cerrando los ojos rezando para que no haya escuchado nada— ¿Cómo así de que quiere matarse?— «mierda»—Jack...

No respondió. Sí solo cruzaba por la puerta la cual no estaba tan lejos podía zafarse de todo, al menos por ahora.

Únicamente llegó a dar un paso cuando su voz autoritaria lo detuvo.

—Ni se te ocurra escapar como otras veces, responde, ¿Cómo es eso de que quieres matarte?

El problema de todo eso era que, hubiera sido menos incómodo si sus hermanas no estuvieran paradas en la sala con los demás, pero no, todo en su vida tenía que ser dramático.

—Oh... no es lo que usted piensa señora Cullen, Jack y yo solamente...—Vaiolett empezó hablar en su defensa algo nerviosa, pero su madre la detuvo.

—No trates de defenderlo Vaiolett, su gesto de querer escapar me lo dice todo —dice cruzándose de brazos.

Bueno ya que, de cualquier forma iba a enterarse.

Se giró viéndola seriamente—Sí, Vaiolett tiene razón. Quiero matarme, ¿otra pregunta? O si, cierto, ¿Por qué?, pues fácil, todo se responde a Adriano Ricci, ¿te suena el nombre? ¿No?—la vio palidecer. Claro que le sonaba aquel maldito nombre—si no es así, permíteme recordártelo, es con quien te casaste cuando tenías diecisiete años. Sí eso no te refresca la memoria, es el maldito hombre de quien escapaste hace veintitrés años, aún siguen casados, mama. Y mi nombre no es "Jack" es Alessandro Ricci hijo primogénito del hombre más peligroso y líder de la mafia italiana—se río con amargura—me parecía algo curioso que una persona como yo hubiera llegado tan lejos cuando recién empezaba a vender drogas en las calles. Al principio pensé que había sido pura suerte, ¿pero adivina qué? Realmente no escapaste ese día, solo tuviste la libertad que tanto querías buscar. Bueno... al menos eso creíste tú...

— ¿Pero qué...?—sus medias hermanas dieron un paso al frente alternando la mirada entre él y su madre.

Ella solamente se quedó mirándolo sorprendida por unos momentos.

Miró su reloj, nada más le quedaban diez minutos para que la información le llegara. Tenía que hacerlo rápido antes de qué...

—Jack yo...—empezó a decir, pero la interrumpió viéndola por un momento y luego a sus hermanas.

—Ya que estamos soltando toda la verdad, ¿Por qué no les cuenta a tus hijas de quien eres verdaderamente? Al igual que su hermano mayor asesino y su padre...—dijo mirándola. Debía decir que ahora estaba fuera de sí. Estaba molesto, enojado con la vida y con toda esa mierda—empecemos, tu segundo "marido" padre de Allison, Abby y Ashley quien murió en un terrible accidente... o espera, eso no fue un accidente ahora que recuerdo fue un aviso. Un aviso de que si Alessia no regresaba a casa iba a ver problemas, ¿y qué hizo Alessia? Pidió protección a él—dice señalando a Dorian quien se mantenía al margen de toda la conversación como los demás en la sala— ¿y qué hizo Adriano? Ir a por su hijo, ya que su esposa no regresaba a casa, el hijo pródigo tenía que hacerlo.... Y de la peor manera.




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