El Destino de Moon

64. Besos

Abrió los ojos sorprendidos. No esperaba eso, su corazón empezó a latir más rápido de la cuenta, cerro sus ojos siguiéndole el beso, porque, ¿Qué mal habría de seguir el beso al chico que extrañamente le llamaba la atención?

Sus manos se posaron en sus mejillas profundizando más el beso. Él la tomo de la cintura sentándola encima de sus piernas, en esos momentos sentía miles de mariposas revolotear en su estómago.

¡Carajo! ¡Estaba besando a su Crush!

 Mientras jugueteaban con sus lenguas el llamado de su madre la hizo caer de culo al suelo con los ojos bien abiertos mirando como su madre aparecía frente a ella.

Trago en seco poniéndose de pie.

—Oh, al fin te encuentro—dice suspirando—te traje los nuevos inhaladores y…—miro al señor Smith sentado en la banca con la vista fija en el suelo procesando lo que acababa de pasar.

 

No imaginaba que hubiera pasado si su madre no apareciera así de repente… de seguro eran los dioses por ser un pecador.

 

No pudo evitar sonreír ante eso. Levanto la mirada hacia Ashley que miraba a su madre a punto de desmayarse por el miedo, no dejaba de temblar. Eso le pareció un poco divertido por lo que sonrió más. Ambos estaban en un gran aprieto, ¿Qué pasaría entre los dos ahora después de ese beso?

 

De seguro sería algo muy incómodo.

 

—Oh señor Smith, no sabía que estaba aquí—dice su madre—  ¿Qué lo trae por aquí?—pregunta.

 

Iba a contestarle cuando su hija se adelantó hablar primero— ¡Nada!—exclama tomándola del brazo caminando con ella hacia la salida—vámonos.

 

Antes de irse hecho una última mirada hacia el señor Smith quien se ponía de pie abotonando su saco sin dejar de mirarla. Miro al frente de nuevo muy sonrojada.

 

— ¿Sucedió algo?—pregunto su madre—estás muy roja, ¿estas enferma?

 

— ¡Claro que no!—exclama nerviosa poniendo sus manos en sus mejillas— solo tengo calor…—dice relamiéndose los labios.

 

Los labios del señor Smith sabían a fresa. ¡Dios mío! ¿Qué fue todo eso?

 

Al entrar a la casa se separó de inmediato de su madre subiendo los escalones rápidamente hacia su habitación, necesitaba procesar todo lo que había pasado.

 

 

~*~

 

—Ese te queda muy hermoso—dijo Paula detrás de ella mirándola con una sonrisa.

 

Suspiro mirando su noveno vestido. Era de un rosado pálido con mangas y un diminuto escote. Era largo con un pequeño ruedo y pequeñas piedrecitas brillantes en la falda del vestido.

 

Opinaba igual que Paula, le quedaba muy hermoso y se sentía cómoda con él, cubría muy bien las imperfecciones de su cuerpo.

 

—Me gusta—dice mirando a Paula por el espejo—me quedo con él.

 

Miro el alivio en su rostro por lo que sonrió un poco avergonzada, llevaban casi tres horas eligiendo vestido para la fiesta de esta noche.

 

Se encontraba muy nerviosa, su mente no dejaba de recordarle cada cinco minutos lo que había pasado con el señor Smith. ¡Caray! Fue magnífico.

—Bueno, con el cabello recogido y maquillaje te verás divina esta noche—dice empezando a guardar los demás vestido que se había medido— ¿quieres un poco de batida de fresa?—pregunto.

 

Al escuchar eso su corazón dio un vuelco, miro a Paula. Tenía una divertida sonrisa en sus labios mientras que su mirada denotaba una picardía que no era posible de entender.

 

Asintió—claro, gracias—respondió poniéndose nerviosa mirando al suelo.

 

—Ok, ya vuelvo—dijo yendo hacia la cocina.

 

Estaba en una cabaña en lo profundo del bosque a seis kilómetros del castillo del señor de los Vampiros, Drácula. Estaba en su ciudad, Valaquia, la cual no quedaba muy lejos de Transilvania.

 

La casa de Paula estaba cerca del aquelarre de brujas Salem. Decía que no se encontraba junto a los suyos porque le gustaba la soledad y la tranquilidad.

 

Miro por la ventana el hermoso bosque. Era increíble, los árboles allí eran mucho más hermosos y grandes que en otros lugares. Amaba eso, le gustaba estar horas leyendo y admirando el bosque desde la biblioteca.

 

—Aquí tienes—se giró viendo a Paula extenderle el batido de fresa.

 

—Gracias—dijo bebiendo un poco.

 

— ¿Rico?—pregunto bebiendo el suyo.

 

Asintió—sí, está muy bueno—respondió.

 

Asintió con una pequeña sonrisa—si… esos suelen ser muy ricos. Son una buena creación.

 

—Si… sí que los son—dijo mirando el bosque. Empezaba a llover.

 

—Lose—responde con una sonrisa mirándola—son leales y respetables con un espíritu libre. Cuidan a los suyos y a la naturaleza…—dice poniendo un mechón de su cabello detrás de su oreja—sé buena con él, ha sufrido mucho desde que era un niño, necesita a alguien como tú.

 

La miro algo confundida— ¿Qué?—pregunto sin haberle entendido nada de lo que dijo.

 

—Tienes que volver, se hará tarde para el baile de esta noche—dicho eso un portal aparece en medio de la sala—nos veremos el día de la verdad.

 

Sonrió algo incómoda asintiendo. Sería mejor que se retirara, estaba actuando muy raro.

 

Apareció en medio de su habitación con el vestido puesto. Miro hacia su cama una flor roja.

 

Se aceró a ella tomándola, eso era extraño. Cuando se fue ahorita no había ninguna rosa en su cama, ¿De dónde había venido?

 

Suspiro dejándola encima de su escritorio. Sería mejor que se retirara el vestido para no ensuciarlo. Trataría de peinarse y maquillarse por sí misma, no quería pedirle a su hermana mayor para que no empezara a hacer preguntas que luego no sabría o no querría responder.

 

~*~

 

—Tranquila, respira un poco todo estará bien—le animo el señor Smith.




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