El destino de Nucere

Capítulo IV: La preocupación de los vice almirantes

Nucere corrió desesperado hacia su madre, que estaba tendida en el suelo boca abajo rodeada de un charco de sangre.

—¡Mami, mami!—exclamó llorando.

Sin perder tiempo Danzzel la tomó entre sus brazos, y la llevó a las corridas hacia el interior del barco seguido por Nucere y el resto de enfermeros. También dio la orden que sus subordinados continuaran con sus labores.

El jefe de cirugía y sus ayudantes pusieron manos a la obra para operar a la jefa de enfermeros.

Nuestro protagonista estaba muy nervioso. Sus amigos se aproximaron a charlar con él.

Danzzel se alejó un momento para hablar por intercomunicador con el líder de su escuadrón para saber cómo iban las cosas. Cuando retornó, Nucere corrió a abrazarlo.

—Tranquilo, Nucere. Tu madre es muy fuerte. Se recuperará—dijo el capitán con ternura.

—Eso espero.

—Ven conmigo a la cabina.

—Pero no quiero dejar sola a mi mamá.

—Rochei me avisará si algo pasa. Tienes que distraerte un rato.

Rochei dio el visto bueno.

—Esta bien.

Ambos se encaminaron a la cabina. Danzzel le ofreció galletas dulces que eran las favoritas del niño mientras apretaba varios botones para poder comunicarse con su primer oficial.

Por la pantalla ubicada sobre el radar apareció la imagen de su amigo.

—HiDenisse, ¿encontraron el barco?

—Estaba destruido a 400 metros desde donde estábamos. Ingresamos a al pueblo, allí estaban los cuerpos de los marinos. El capitán, el primer oficial y otros subalternos estaban en la casa principal de Hystrix.

—¿Qué tipo de armas usaron?

—El o los atacantes saben transformar el agua en materia viscosa. Murieron por asfixia pero el único que tiene heridas de arma blanca es el capitán.

—¿Todo eso en tan poco tiempo? ¿cómo se enteraron que la Armada tenía un puesto de vigilancia en esa isla? Además no es un lugar con demasiados lujos.

—Quizás es un mensaje "miren lo que podemos hacer".

—Puede ser. Regresen cuanto antes. Le avisaré a mi padre para que se contacte con las familias de los fallecidos.

—Hay otra cosa que debes ver.

—¿Qué cosa?

La cámara de HiDenisse enfocó el cuerpo del capitán Hystrix. Sobre su pecho había una palabra tallada con un arma blanca; se tardaría en saber si fue antes o posterior de su perecimiento.

—¿Qué es "Kalindri"?—preguntó Danzzel confundido.

—No tengo idea, capitán. Es la primera vez que lo leo. Le sacaré una foto, y la mandaré a analizar.

—De acuerdo. Buen trabajo.

Danzzel regresó junto a Nucere quien lloraba por su madre.

Cuartel General de la Armada de Vigilancia Marina a las afueras de la ciudad de Naraka. Península de Albatros.

La península de Albatros era bordeada por tres mares importantes: Mar de Nafitea, Mar de Valkhan y el Mar de los Corales Brihmintanen.

En el extremo este se levantaba una enorme cadena montañosa de tonalidad algarroba, que era proseguido por un bosque frondoso, cuyos árboles y plantas tenían formas onduladas y torcidas hacia el lado izquierdo; sus troncos eran en tono sepia con franjas verticales color verde musgo.

Albatros contaba con algunos riachuelos que bordeaban algunos pueblos del noreste.

Por otro lado, al pie de una de las montañas que limitaba con el Mar de Valkhan se hallaba la ciudad de Naraka.

La localidad ya mencionada era la más densamente poblada contando con un aproximado de 10.000 habitantes, lo cuales se dividían en diferentes barrios.

Las casas eran de dos plantas construidas a base de arena y hormigón. Robots sirvientes eran los encargados de realizar las tareas domésticas, así como también realizar las compras en los mercados municipales.

La electricidad se proveía gracias al agua del mar que era procesada en plantas hidroeléctricas que se hallaban próximas a los mares.

Todos los habitantes tenían un estilo de vida mucho más acomodado que el resto de los conciudadanos de Albatros.

El edificio de interés para el lector, estaba ubicado a las afueras de Naraka en una zona más elevada, que se llegaba por un camino de tierra que se convertía en uno de piedras planas de formas semi ovaladas; a cada lado de éste había jarrones ladeados con flores de pétalos lilas y rosas. Los rectángulos formados tenían plantas de formas graciosas y grotescas que se camuflaban entre las bellezas florales.

Se trataba de una mansión de tres plantas las cuales cada una tenía balcones frontales de madera blanca debajo de cada una de las ocho ventanas por piso; éstas hacían contraste con el color violeta del edificio. Además contaba con cuatro torres que terminaban en punta, las cuales en la cima de ubicaban francotiradores experimentados.

Si bien parecía un blanco fácil para sus enemigos, en realidad llegar hasta el Cuartel General era prácticamente imposible debido a los puestos de vigilancia escondidos en el bosque que formaban anillos concéntricos listos para disparar a cualquiera que se atreviera a poner un pie en aquella zona. Los miembros del personal eran los únicos con un microchip en sus muñecas que eran escaneados de manera remota al cruzar un pequeño arco de piedra que muchas veces pasaba inadvertido por los transeúntes ubicado al salir de Naraka.

En el caso de visitas extranjeras importantes, los vicealmirantes daban aviso a los puestos, y éstos asignaban a un sirviente para que los acompañara a su destino ya sean al Cuartel General o a la mansión del Consejo Interplanetario Primordial, que se encontraba aún más lejos.

Al no permitir el uso de vehículos todos los trayectos se hacían caminando por lo que resultaba mucho más sencillo atrapar a los intrusos.

El interior del edificio era bastante lujoso y sofisticado. Los pisos eran de mármol blanco mientras que las columnas soporte eran de color chocolate. Los sillones eran de seda roja, y los muebles antiguos eran de madera tallada.

Sobre las paredes había cuadros que representaban las diferentes etapas de la historia de Kraiken realizadas por un artista que se creía loco. Muchas de ellas podían moverse.




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