Trece años habían pasado desde que se habían mudado a Nueva Orleans. La nueva generación había crecido feliz. Los más destacados eran los mellizos Raffe y Phoebe, Katy la hija de Will y Sandra y el pequeño Travis. Este último traía de cabeza a Shane y Cora. Ya que su hijo era un terremoto.
Pero estos cuatro chicos no sabían que se traían sus padres entre manos. Las tres parejas, junto a Esther y Asmodeo habían estado intentando descifrar como romper el último sello. Habían sido los alfas quienes habían decidido no decir nada. Querían que los niños tuvieran una buena infancia y una buena adolescencia. Ya tendrían tiempo de ser adultos cuando crecieran.
Durante esos once años los mellizos, en especial Raffe, había entablado una gran amistad con Robert Crain, el único hijo de Sebastian.
El vampiro antiguo también había entablado una muy buena amistad con los lobos, y más con los alfas. Se habían hecho muy buenos amigos y lo incluyeron en la búsqueda de información.
Raffe y Phoebe salieron del gimnasio que Dante había montado hace unos años en la ciudad. En él solo entraban lobos y vampiros. Así no tendrían que ir con cuidado a la hora de enfrentarse.
Mia deja el libro sobre la encimera de la cocina y se acerca al horno para ver cómo iba la cena.
El timbre suena y Mia va a abrir.
Raffe, frustrado por lo que le había dicho su madre, se fija en el libro de la encimera. Se trataba de un libro muy antiguo con tapa de cuero. Siempre veía a su madre con ese libro, pero nunca se había fijado mucho en él y tampoco sabía de qué trataba. Suponía que era algo de historia antigua, dado que se había licenciado en historia y trabajaba para dos grandes museos de Nueva Orleans. El Cabildo, que se encontraba en el corazón del barrio francés y en el Museo de arte de Nueva Orleans. Aún no entendía como su madre era una apasionada de lo antiguo.
Abre el libro por el final y se encuentra con una dedicatoria en francés.
Tú me has convertido en la mujer que soy ahora, y por ello siempre te amaré, aun sabiendo que no podemos estar juntos. Pero haré algo por ti, mi lucero. Pues serán mis descendientes quienes te liberen y puedas enfrentar a tus hermanos.
Siempre te amaré mi lucero del alba. Siempre tuya. Alice.
Raffe se lo queda mirando, y en lo que más se fija es en la firma.
Phoebe lo mira de arriba a abajo y saluda a Sandra y Katy con dos besos.
Will ríe y coge la cerveza que Mia le tiende.
Las dos niñas se marcharon al jardín y dejaron a los adultos solos.
Will niega con la cabeza, al igual que Sandra.
Mia saca el manuscrito que tenía metido en el diario. Se trataba del que hablaba del último sello.
Joseph llegó tiempo después acompañado de Asmodeo y a los pocos minutos llegaron Shane, Cora y Travis.
Todos cenaron juntos y disfrutaron de la compañía.
Al terminar la cena todos salieron al jardín y los mayores vieron como sus hijos entrenaban entre ellos. Como esperaron, fueron los mellizos quienes ganaron, y cuando ambos se enfrentaron quedaron en empate.
Los mellizos habían visto muy pocas veces entrenar a su madre. Estaban acostumbrados a verla rodeada de libros y con su ordenador portátil, por eso Raffe no había querido entrenar con ella.