El destino del alfa. (el destino 3.)

Capítulo 6.

Phoebe le lanza una piedra que había cogido antes de levantarse. No conocía a ese chico, y mucho menos le sonaba su nombre, así que le lanza la piedra y da en el blanco. En la cabeza del desconocido.

  • Será mejor que te largues – gruñe ella -. No sabes con quien te estás metiendo, y puedes salir muy mal parado si no te vas ahora mismo.
  • Me agredes y me amenazas – se queja Mefisto -. Siento si te he asustado, pero es que estoy un poco perdido.
  • Pues piérdete por otro lado.

Mefisto se frota la cabeza mirando a Phoebe con el ceño fruncido.

  • Vale – alza sus manos como señal de paz -. Ya me voy, solo te pido que me digas donde me encuentro.

Phoebe no le había quitado la vista de encima, analizando para ver si era una amenaza, y vio que no lo parecía. No por eso se queda más tranquila.

  • Te encuentras en Warren – susurra.
  • Ah – Mefisto mira a su alrededor, prestando mucha atención al claro -. ¿Viven por aquí cerca la familia Castel?

Eso sorprende a la chica. Él conocía a su familia o sabía de ellos, eso sí que hizo que bajase un poco la guardia.

  • ¿Por qué buscas a mi familia? – pregunta ella.
  • Eres una Castel – sonríe -. Sí, lo tuve que suponer cuando me atacaste – se acerca un poco a ella -. Soy amigo de William Castel. Hace unos días me llamó para que viniera y ayudar con algo.
  • Es por el sello – Phoebe sacude la cabeza -. Mi tío no está aquí, pero puedo llamar a mi padre…
  • No hace falta – se apresura decir -. Tengo donde quedarme. Me pasaré mañana a una hora más decente.

La sonrisa amistosa del chico hizo que se derritiera un poco. Phoebe tuvo que admitir que era guapo, y si conocía a su tío no era un peligro.

  • A mi padre no le molestará recibirte.
  • Seguro que ya debe de estar durmiendo – fija sus ojos en los de Phoebe -. No me has dicho tu nombre.
  • Phoebe. Phoebe Hunter – extiende su mano, que Mefisto coge para dejar un beso en ella. Eso hizo que la chica se sonrojase.
  • Un nombre muy bonito para una chica tan hermosa – dice con una media sonrisa -. Bueno, Phoebe – un escalofrío recorre el cuerpo de la chica cuando dice su nombre, y la miraba de una manera… Nunca le habían mirado así, con deseo -, espero verte mañana.

Mefisto se pierde entre los árboles mientras Phoebe se queda plantada donde estaba. Ese chico le había fascinado.

 

Lucifer y Alice se encaminan a la biblioteca, esta última quería conocer a Mia.

Cuando entraron se encuentran a los dos hermanos inmersos en la lectura. Mia estaba leyendo el verdadero ejemplar del Códice Voynich. Ya lo había visto en más de una ocasión y pensaba que el verdadero se encontraba en la Biblioteca de Libros Raros de la Universidad de Yale, pero Asmodeo le dijo que solo era una copia, que el verdadero se encontraba en el infierno. También le dijo que ese libro lo escribió un ángel caído, que enfadado con los ángeles y Dios, escribió en él todos los secretos del cielo.

 Nadie había logrado descifrar el lenguaje de ese libro, nadie hasta ahora. El libro estaba escrito en el lenguaje enoquiano, la lengua de los ángeles, que gracias a Asmodeo, Mia sabía leer.

  • Buena lectura la tuya – susurra Alice mirando a la alfa. Esta alza la vista del libro y abre mucho los ojos al ver que frente a ella estaba Alice. La reconocía por el lienzo que encontró años atrás, cuando As le dio todos los manuscritos con la información de los lobos -. ¿Sabes enoquiano?
  • Sí – susurra -. Asmodeo me enseñó.

Alice sonríe con cariño, pues notaba que Mia se moría de ganas por preguntar muchas cosas.

  • Sé que tienes muchas preguntas, y espero poder responder a todas – dice con voz tranquila. La melodía de su voz hacía que todo pareciese tranquilo -. Pero me gustaría conocer a tus hijos.
  • Iría ella a Warren, pero está demasiado débil – añade Lucifer -. Espero que no sea un inconveniente el que traigas a tus hijos aquí.
  • Tendré que hablar con ellos y Joseph – mira a su hermano de reojo. Se había quedado sin palabras al ver a Alice, y eso era toda una novedad.

Mia sale de la biblioteca y se encamina a la salida del infierno. Ahí abajo no había cobertura y necesitaba hablar con sus hijos.

  • ¿Sí? – contesta Joseph enseguida -. Estoy buscando a los niños. Espera.
  • Un momento – Mia frunce el ceño mirando el bosque que la rodeaba -. ¿Quién ha llegado al claro?

En el infierno el vínculo que tenían se debilitaba un poco y tenía que concentrarse mucho para saber que estaba pensado Joseph.

  • Dice llamarse Mefisto y que es amigo de tu hermano Will. Me suena su nombre del bufete – suspira -. Tu hermano lo defendió de unos cargos de posesión de drogas. Nada grabe y resultó que no era culpable.
  • ¿Y qué hace ahí?
  • Resulta que es un lobo – eso deja a Mia con la boca abierta -. Sí, yo también me he sorprendido. Es un omega, y me ha pedido si puede entrar a la manada. No me fío.
  • Haces bien – susurra ella masajeando su frente -. Llama a Stephan. Quiero saberlo todo de él. De momento no le quites la vista de encima.
  • No te preocupes – asegura -. ¿Cómo van por ahí las cosas?
  • Como sabes, Alice vuelve a estar entre nosotros y eso ayudará para que podamos romper el sello.

Joseph por fin encuentra a sus hijos y les comunican todo. Raffe está dispuesto a ir, pero Phoebe se resiste, alegando que le daba un poco de miedo. Mia no la forzó, pues era muy normal tener miedo y también sabía que odiaba los viajes largos en avión.

  • No creo que pase nada – dice Mia -. Raffe, vas a venir con Shane. Papá hablará con él. Los estaré esperando.

 

Cuando terminan la llamada Joseph se marcha para hablar con su cuñado, eso le deja la oportunidad a Raffe de hablar con su hermana. No se había tragado eso de que le daba miedo ir al infierno, notaba algo raro en su hermana.

  • ¿Desde cuando eres tan asustadiza? – le pregunta.
  • Desde que en menos de una semana pretenden que vuelva a tener un vuelo de quince horas – responde ella -. Lo siento, pero ya he tenido bastante. No pienso subir al jet hasta que no volvamos a Nueva Orleans.




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