El destino del alfa. (el destino 3.)

Capítulo 7.

Ya habían pasado cuatro días desde la llegada de Mefisto, y Phoebe no se había separado de él. Le gustaba mucho estar con el chico, y se lo pasaba bien. Pero eso no significaba que a Joseph le agradase. Mefisto no le daba buena espina, pero no había hecho nada para que desconfiase de él.

  • Me voy con Travis y Katy al río – avisa Phoebe a su padre.

Hacía un rato que se había levantado, y ayer le pidió permiso para ir al río.

  • Que se lo pasen bien – dice Joseph bebiendo su tercera taza de café.

Alguien toca a la puerta, y el hombre va a abrir, pensado que sería uno de sus sobrinos o los dos, pero no eran ninguno de ellos. Frente a él se encontraba Mefisto.

  • Buenos días, señor Hunter – saluda con una sonrisa.
  • Hola, Mefisto – Phoebe llega corriendo para lanzarse a los brazos del chico -. Nos vamos, papá.

Mientras ambos se alejan Joseph no les quita la vista de encima y ve como Sebastian se acerca.

  • ¿Por qué tienes esa cara? – pregunta el vampiro.
  • No me gusta ese chico – responde Joseph muy serio -. No sé nada de él y está muy cerca de mi hija.
  • Pues menos mal que he llegado – Stephan aparece con una gran sonrisa y con una carpeta -. Aquí está lo que me habías pedido.
  • ¿Está todo? – pregunta Joseph abriendo la carpeta mientras entraba en su casa.
  • Sí – dice el brujo -. No es mucho, y no se sabe nada de él hasta hace unos diez años.

 

Phoebe junto con sus dos primos y Mefisto llegaron al río. Los cuatro se lo estaban pasando de maravilla, y después de comer, Mefisto le pidió a Phoebe que le acompañase a dar un pasea, alegando que quería estar un rato a solas con ella.

La loba acepta encantada y se encaminan a una cueva, donde sin previo aviso Mefisto se lanza a por ella, devorando su boca.

Phoebe se queda un segundo paralizada, pero no tarda en corresponderle y rodea al chico con brazos y piernas.

  • Tienes un sabor exquisito – susurra Mefisto lamiendo el cuello de la chica. De repente Phoebe se siente mareada, pero no intenta apartar al chico -. ¿Dónde está Asmodeo ahora mismo?

Ahí Phoebe si que se aparta para mirarle a los ojos.

  • ¿Conoces a Asmodeo?
  • No lo sabes bien – coloca su mano en el cuello de la chica, apretando para que no se moviera -. Por eso estoy aquí, pequeña. Eres mi venganza.

Phoebe empieza a asustarse, pero no podía hacer nada, se estaba sintiendo muy débil.

Mefisto empieza a besar de nuevo a la chica, pero esa acción no era porque sintiese algún deseo por ella, nada de eso. Estaba absorbiendo la energía vital de ella, cogiendo su fuerza. La necesitaría para cuando se enfrentase a Asmodeo de nuevo.

  • Ya es suficiente por hoy – susurra él -. Espero que no le cuentes a nadie nada de esto.

Phoebe lo mira a los ojos y sacude la cabeza.

  • No te preocupes – sonríe rozando sus labios con los de él.

Algo había pasado, se sentía muy débil, pero muy atraída por Mefisto. No tenía ojos para nadie más y estaba dispuesta a hacer todo lo que le pidiese para complacerlo.

El demonio había usado su influencia para que Phoebe hiciese todo lo que él quisiera. La tenía controlada de tal manera que si le decía que se lanzase por un puente, lo haría con tal de complacerle. Ella ahora le adoraba.

 

Raffe empieza a sentirse un poco mal. Estaba mareado y un poco débil. Nunca le había pasado nada parecido pero su sexto sentido le hizo salir del infierno y llamar a su hermana.

Tarda un poco en coger el teléfono, pero al final lo hace.

  • Hola – contesta ella muy contenta -. ¿Cómo va la cosa por allí?
  • No he llamado por eso – a Raffe se extrañaba la felicidad excesiva de su hermana -. Pheebs, ¿te encuentras bien?
  • Estoy de maravilla – contesta riendo y Raffe escucha voces de fondo -. Te tengo que colgar, si puedo te llamo luego.

Raffe se queda mirando su teléfono con el ceño fruncido. Decide llamar a su padre para saber que está pasando con su hermana.

  • Papá, ¿dónde está Phoebe?
  • Se ha ido al río con tus primos y Mefisto – el tono de voz de su padre era muy serio y al chico no le gustó saber que su hermana estaba en compañía de ese desconocido.
  • Voy a volver – sentencia Raffe -. No me gusta ese chico. Tiene algo raro.
  • Lo mismo pienso yo – suspira Joseph -. Hablaré luego con tu madre, pero me vendría bien que estuviesen aquí.

Raffe se despide de su padre y en cuanto cuelga se encamina para entrar de nuevo al infierno, pero se detiene al ver a Asmodeo.

  • ¿Te marchas? – pregunta.
  • Sí. Hay un chico que no me gusta cerca de mi hermana – Raffe nota como Asmodeo se pone tenso -. As, nunca te he preguntado esto, y espero que me contestes con la verdad. ¿Sientes algo por mi hermana?
  • No – dice tajante -. Tu hermana es una chica muy hermosa, pero no me atrae. Y deberías dejar que esté con ese chico, a ver si así se le pasa el encaprichamiento conmigo.

Deja a As donde estaba y se adentra en la cueva. Necesitaba hablar con su madre.

No tarda mucho en dar con ella, ya que sabía que estaría en la biblioteca. Le cuenta un poco todo y Mia decide volver con él. No le había gustado saber del comportamiento de su hija con ese desconocido.

  • Cesar tendrá el jet listo en un par de horas – dice ella -. Voy a avisar a los demás.

Raffe asiente y se marcha en busca de Isabelle. Estos días habían estado muy unidos. Había sentido celos de ver como As y ella entrenaban, pero se contenía. Pero hoy no pudo. Estaba de un humor de perros, furiosos con su hermana y sabía que el que estuviera tan débil era porque le estaba pasando algo a ella. También estaba furioso con Asmodeo, ya que gracias al vinculo que tenía con su hermana, podía sentir lo enfadada que estaba con el caído. Así que cuando vio que As estaba entrenando con Isabella y que la tira al suelo no se pudo contener.




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