El destino del alfa. (el destino 3.)

Capítulo 10.

Los tres caídos se quedaron de piedra al saber que el Trono no estaba en el cielo. Sabían que cuando ocurrió la caída no se encontraba, pero pensaron que volvió y no hizo nada para arreglar lo que Miguel y Gabriel hicieron.

Esta noticia cambiaba un poco las cosas, y no a su favor. Contaban con que cuando ocurriese la guerra, Dios interviniera para detener esa pelea de hermanos, pero estaban equivocados. Dios se había marchado y no había dado señal alguna.

  • ¿Cómo es posible? – pregunta Mammón.
  • No lo sé, pero desde que Miguel tiene el mando debemos obedecerle – responde Raphael -. Después de todo es el ángel más poderoso.
  • Es poderoso por el ejército que yo mismo entrené, Raphael – gruñe Lucifer. Estaba furioso -. No importa que el Trono no esté en el cielo. Tampoco hacía mucho. Lo que sí que importa es que permitiste que Miguel le hiciera todo eso a Izzy.
  • ¿Qué más querías que hiciera? – Raphael alza la voz. Lucifer había conseguido sacarlo de sus casillas -. He hecho todo lo que he podido para mantenerla alejada de él. La acogí bajo mi mando, como Asmodeo me suplicó. Yo fui el que tuvo la idea de que ascendiera a Arcángel, ya que así podría enfrentar a Miguel – coge aire para intentar serenarse -. He hecho todo lo que he podido.
  • No, no lo has hecho – Lucifer le da un puñetazo haciendo que pierda el equilibrio, pero sin llegar a caer -. ¿Pretendes que cuando ascienda enfrente a Miguel? No será ni la mitad de poderosa que él. ¿Eso es ayudarla?

Raphael se limpia la sangre de su boca con el dorso de la mano. No iba a hacer nada en contra de su hermano. Sabía que se merecía ese golpe. Eso y mucho más.

  • Ahora que está aquí no dejes que vuelva – murmura irguiéndose -. Que no vuelva al cielo y escóndela. Miguel no tiene que encontrarla.
  • No pienso perdonar esto, Raphael – gruñe Lucifer.

Todos miran a la cabaña cuando oyen que la puerta se abre. Raphael pone la vista en Lilith pero enseguida la pone en la chica que no conocía.

Asmodeo se apresura a ayudar a Phoebe para que se alejase lo más pronto posible de Lilith, y esta lo mira con superioridad, pero el gesto que había tenido con Phoebe había hecho que viera al caído con otros ojos.

  • Nos veremos pronto, Asmodeo – dice Lilith antes de volver a mirar a Raphael -. Y tú, arcángel de pacotilla, sal de este reino si deseas seguir con vida. No se te ha perdido nada por aquí.

El Arcángel no puede apartar la vista de Phoebe. Algo dentro de ella le había llamado la atención.

  • Escóndela – susurra antes de desplegar sus alas blancas con toques dorados al final de cada pluma -. Solo debes hacer eso.

Sale volando sin mirar atrás.

Lucifer coge aire y se gira para mirar a Lilith.

  • ¿Nos ayudarás?
  • Por supuesto – responde ella -. Pienso ayudar a Phoebe. No quiero a ninguno de vosotros cerca de mí. Enseñaré a Phoebe la magia demoniaca.

Phoebe la mira con el ceño fruncido y Lilith le guiña un ojo sin que nadie se percate.

 

Raffe entra en el castillo y busca como un loco la biblioteca, tarda un poco, pero al fin consigue dar con ella. Como esperaba encuentra a los tres inmersos en los libros, tanto que no se percatan de que han entrado.

Isabelle intenta esconder una sonrisa, pero es en balde. Era muy divertido ver a los tres lobos concentrados en libros. Nunca pensó en ellos de esa forma. Antes los veía como bestias sin control, pero estaba muy equivocada.

Raffe se aclara la garganta y los tres alzan las cabezas a la vez.

  • Hijo – dice Mia -. Ahí están los libros que nos tenemos que aprender.
  • Antes de eso quiero hablar con vosotros – los alfas dejan los libros y se acercan a su hijo -. Es sobre la loba de Phoebe. Está muy débil y temo que pueda bajar de rango.
  • Lo sabemos – susurra Joseph -. Por eso nos hemos encerrado aquí.

Las puertas se abren de repente y entran Lucifer, Phoebe, Asmodeo y una mujer que no conocían de nada.

La desconocida alza sus manos, y con un simple movimiento muchos libros empiezan a salir volando de los estantes.

  • Están leyendo los libros equivocados – dice ella arrogante -. Me llamo Lilith y espero que mi estancia aquí sea corta.

Lucifer pone los ojos en blanco. No soportaba a Lilith, pero era necesaria.

 

Los días fueron pasando rápidamente para todos. Habían estado muy distraídos con el tema de Phoebe y organizando el viaje de la manada. Raffe había ayudado en lo que podía pero Phoebe se había centrado en recuperar a su loba. Nadie la culpaba.

La relación entre Isabelle y Raffe había mejorado mucho. Tanto que Raffe quería pedirle una cita. Lo había preparado todo para que fuera una gran cita, solo faltaba que ella aceptase.

  • Raffe, me estás poniendo de los nervios – se queja Robert -. Se puede saber qué te tiene así.
  • Le voy a pedir una cita a Isabelle – responde él.

Estaba un poco nervioso por si Isabelle no aceptaba. En estos días todo había ido bien, no habían vuelto a hablar sobre lo que pasó con Miguel, pero había veces que la notaba ausente, como si empezase a recordar todo. Ella intentaba hacer como si no pasase nada, pero Raffe notaba su dolor, por eso mismo decidía distraerla con cualquier cosa. Ayudando a Phoebe, arreglando las casas del claro e incluso se había ido a pasear por el bosque, pero nunca solos. Siempre los habían acompañado alguien y quería que eso cambiase.

  • Relájate – pide Robert -. Va a decir que sí. Los he visto juntos y por las miraditas que te hecha, puedo decir que está coladita por ti.
  • Eso espero. Dios, Robert, cada vez que estoy con ella estoy de los nervios – se pasa las manos por el pelo -. Mi padre dice que todo se relajará cuando la marque.
  • Así que es tu beta – ríe -. Es lógico. Te has vuelto un poco loco desde que la conociste.
  • Yo siempre he sido un loco – ríe Raffe.
  • Estoy contigo hermano – le sigue el juego pero se pone serio -. Hoy llegan los que faltan de la manada – Raffe asiente -. También van a venir muchos vampiros y entre ellos se encuentra Anna.
  • ¿Y? – Raffe se encoge de hombros.
  • Que es una chica muy celosa y creo que aún sigue colada por ti.




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