El destino del alfa. (el destino 3.)

Capítulo 12.

Raffe se queda mirando el traje azul extendido por su cama, con el chaleco del mismo color, una camisa blanca y una corbata azul más claro. Sabía que su hermana no lo había elegido, ya que Robert le había dicho que había sido él, pero llevaba el toque de su hermana.

Con un suspiro empieza a vestirse, y al mirarse al espejo sonríe. Se había dejado la barba de tres días, ese toque haría que su hermana enfureciera, pero a él le gustaba como le quedaba.

- ¿Ya estás listo? – pregunta Robert entrando. Él también llevaba un traje de tres piezas, pero el suyo era negro y con una corbata a rayas azul oscura y blancas.

- El tuyo es más bonito – gruñe Raffe -. ¿Por qué azul?

- Phoebe insistió – se encoje de hombros -. Vamos antes de que tu hermana venga echa una furia.

Caminaron tranquilos hasta la gran mansión en la que estaban entrando todos los vampiros y lobos que habían llegado de Nueva Orleans. Al llegar vieron que Joseph estaba recibiendo a los invitados, pero él solo. También iba con un traje, pero este no tenía chaleco y era azul, unos tonos más oscuro que el de Raffe, y su corbata era verde con pequeños puntos blancos.

- Vaya, no soy el único que va de azul – comenta Raffe con una sonrisa -. ¿Y mamá?

- Tu hermana nos ha obligado a vestirnos en habitaciones separadas – gruñe Joseph -. No podía verla con el vestido hasta que todas las chicas bajasen. Como si esto fuera una boda.

- Sabes cómo es Phoebe – Robert pone una mano en el hombro del alfa -. Ni siquiera a mi o a Asmodeo nos dejó ver los vestidos, pero Katy me dio una descripción, y tu corbata va a juego con el de Mia.

- Por supuesto – dice Raffe -. ¿A que Phoebe ha elegido todo lo que llevas puesto?

- Sí – ríe y se pasa una mano por la barba de tres días -. Y veo que no soy el único que se ha dejado la barba para molestarla.

- Debemos tener un toque nuestro.

Los dos chicos se quedan con Joseph para recibir a los invitados y Raffe sonríe al ver a Lucifer y Alice.

Ella iba vestida con un precioso vestido verde esmeralda de encaje con escote corazón. Se había recogido el cabello en un moño suelto. Lucifer iba con un traje verde oscuro de tres piezas, como los que siempre llevaba y la camisa verde esmeralda, sin corbata, y ambos estaban radiantes. Detrás de ellos iba Asmodeo, con un traje rojo de tres piezas y corbata azul con toques dorados. Eso hizo reír a Robert, que era el único de los tres que sabía como eran los vestidos de las chicas.

Asmodeo no venía solo, los demás caídos iban con él. Aamon iba con un traje gris, camisa blanca y corbata plateada, Mammón con un traje y corbata negros y camisa blanca, Belcebú con traje gris mate de tres piezas y corbata gris plateada, Belfegor iba con un traje blanco y corbata a rayas marrón claro y oscuro y por último Leviatán, iba con un traje negro con rayas diplomadas, camisa negra al igual que su corbata e iba acompañado de Esther, con un vestido blanco y negro. La parte de arriba del vestido era negra con encaje de flores y el bajo de la falda blanca llevaba las mismas flores de encaje. Se había rizado su cabello rubio y se lo había dejado suelto.

Raffe se queda con la boca abierta al ver a la bruja. Nunca la había visto tan arreglada y tan feliz. Se alegraba de que hubiera arreglado las cosas con Leviatán. El caído había estado furioso porque Esther se había casado con un humano cuando este fue encerrado en el infierno, pero al fin la había perdonado e iban los dos juntos, y por sus caras Raffe podía jurar que eran muy felices.

- Los caídos al completo – dice Joseph con una sonrisa -. Alice, Esther, he de decir que ambas están radiantes esta noche.

- ¿Dónde está la cumpleañera? – quiere saber Lucifer -. He de entregarle su regalo.

- No creo que tarde mucho en bajar junto a las demás – dice Joseph -. Entremos, vosotros sois los últimos.

En cuanto se giraron Raffe, Joseph, Robert y Asmodeo se quedaron de piedra mientras que los demás sonreían al ver sus reacciones.

Las chicas por fin estaban bajando y cada uno miraba a una de ellas.

Joseph no pudo mirar a otro lado que no fuera a Mia. Iba preciosa con su vestido nuevo color verde y parecía que la tela de la falda flotase mientras bajaba las escaleras para reunirse con su esposo. Estaba bellísima, tanto así que Joseph se había quedado sin palabras. Se había recogido su larga melena castaña en un moño suelto y algunos mechones enmarcaban su preciosa cara.

- Creo que me he vuelto a enamorar – sonríe cuando Mia se reúne a su lado -. Estás hermosa.

Mia se sonroja y besa a su marido.

- Gracias por los pendientes – susurra ella.

Joseph había cogido dos esmeraldas que su padre tenía escondidas y había hecho que las incrustaran en unos pendientes para el regalo de su amada.

Robert vio como Katy se acercaba a él. Se había quedado con la boca abierta al verla bajar las escaleras. Su vestido era blanco y negro. La parte de arriba era blanca y en los hombros tenía piedras negras, blancas y doradas, también tenía un cinturón con las mismas piedras y desde el cinturón hasta los pies una falda negra con una abertura por la que se le veía la pierna mientras caminaba. Se había recogido el cabello en un moño trenzado y estaba muy guapa y Robert se lo dijo.

Ahora le tocaba el turno a Asmodeo. Se había quedado sin respiración al ver a Phoebe bajar las escaleras acompañada de Isabelle. Había intentado mirar a la ángel, pero le era imposible apartar la vista de Phoebe. Iba preciosa con un vestido rojo de palabra de honor. Era sencillo, pero en ella era perfecto. Se había planchado el pelo y lo había recogido para que callera en cascada por su hombro izquierdo. Llevaba unos pendientes de oro y los labios rojos, que le pedían a gritos al caído que los besase.

Y por último estaba Raffe, que no creía que volvería a respirar bien en su vida. No tenía palabras para describir lo hermosa que estaba Isabelle. Llevaba puesto un vestido azul oscuro de corte sirena con escote en forma de corazón sin mangas. En su cuello descansaba un collar de oro y de sus orejas unos pendientes también de oro. Su cabello estaba recogido en una trenza de raíz que iba de un lado a otro de su cabeza y que descansaba en su hombro.




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