El destino del alfa. (el destino 3.)

Capítulo 13.

Raffe se queda un poco trastocado por lo que había dicho el arcángel antes de irse. ¿No se suponía que Dios estaba en el cielo? Piensa.

Mira a Castiel, que estaba inconsciente por la paliza que le habían dado. No había dicho mucho, solo lo que ya sabían, pero aun así no podían dejarlo libre, de hacerlo iría a Miguel para contarle todo.

- ¿Qué vamos a hacer? – pregunta Phoebe.

Raffe se percata que su hermana evitaba mirar a Asmodeo, y la notaba muy tensa.

- Dejar el tema del sello – responde Lucifer -. Creo que va siendo hora de buscar a papá.

Después de eso todos se fueron a descansar. Mañana se reunirían para pensar por dónde empezar la búsqueda. Izzy le dijo a Raffe que quería hablar con Lucifer, ya que no lo habían hecho desde el día que descubrió lo que Miguel le hizo y quería pedirle disculpas, así que esperó. Mientras paseaba por los pasillos del castillo se detuvo al escuchar la voz de su hermana.

- ¿Qué quieres, As? Estoy cansada.

- No tuvimos tiempo de hablar después de lo ocurrido – susurra As.

Hablaba con voz suave y Raffe pudo ver por la puerta entreabierta como alzaba una mano para acariciar la mejilla de su hermana, pero ella se aparta.

- No hay que hablar de nada – dice Phoebe con voz dura -. Nos acostamos, ya lo has conseguido, así que déjame en paz de una vez.

Sale corriendo de la habitación sin prestar atención a su hermano. Raffe mira a su hermana alejarse con preocupación.

- Ve con ella – oye una voz a su espalda. Se trataba de Alice. Ella también lo había escuchado todo -. Yo hablaré con Asmodeo.

Raffe asiente y antes de ir tras su hermana le pide que le diga a Isabelle que la espera en la mansión.

Alice entra a la habitación donde está Asmodeo. Parecía decaído, y le resultó extraño, dado que él siempre había sido el más contento de los siete caídos.

- ¿Qué ha ocurrido? – pregunta Alice.

Asmodeo la mira con furia. Ella había sido la responsable de todo lo que pasaba con Phoebe. Él estaba muy bien con su vida, pero tuvo que intervenir en la guerra y ahora estaba pagando las consecuencias.

- ¿Cómo se te ocurrió unirme a Phoebe? – pregunta Asmodeo. Quería saber qué le llevó a hacer eso.

- ¿Cómo dices? – Alice lo mira confuso, ya que ella no hizo nada. Ella solo creó las profecías para que se rompieran los sellos, y nunca había contado con que Mia tuviera mellizos.

As saca la carta que encontró en la capilla. No había hablado a nadie de ella, y no creyó que fuera oportuno hablar con Alice cuando la despertaron, pero ahora quería saber.

Le entrega la carta y Alice la lee atentamente en voz alta.

Querido Asmodeo:

Escribo esto porque sé que serás tú quien haga que las cosas cambien. He visto lo que va a pasar gracias a los poderes que todos vosotros me concedieron. 
Sé que intervendrás en cuanto puedas salir, aunque hay probabilidades de que no sea así, pero conociéndote sé que lo harás. He visto lo que sucederá si lo haces. No pienso contarte nada, pues soy una persona que piensa que lo mejor es no saber que nos depara el futuro. Solo te diré que no será nada fácil para ti, dado que tendrás que pagar por tus acciones.

Siento que no podamos vernos, por lo menos no todavía.

No olvides que los quiero a todos. Alice.

- Yo no escribí esto, Asmodeo – dice la primera loba -. Ya os dije que no me centré en qué pasaría si intervenías. Por eso estoy tan perdida.

- Si no fuiste tú, ¿quién dejó esa carta?

Alice la vuelve a mirar.

- No lo sé, pero sabes que esa no es mi firma – señala ella -. Os quiero, a todos vosotros, pero nunca firmaría una carta así. Siempre lo hago con mi apellido.

- ¿Entonces no fuiste tú quien hizo que yo sea la pareja destinada a Phoebe? – Alice sacude la cabeza.

- Yo cree las profecías, pero tengo que admitir que no lo hice sola – As la mira con interés -. Un anciano me ayudó a comprender bien la magia angelical y con su ayuda pude hacer las profecías.

Asmodeo coge la carta y la lee unas cuantas veces. Solía hacerlo cuando estaba a solas en sus aposentos, y siempre que lo hacía se imaginaba la voz de Alice en su cabeza diciendo las palabras plasmadas en la carta, pero esta vez fue distinto. La leyó tres veces, y en su cabeza oía otra voz, era muy conocida, pero no sabía a quién pertenecía.

- Pagar tus acciones... - susurra y mira a Alice con los ojos muy abiertos -. ¿Cómo era el anciano que te ayudó?

- No lo recuerdo, pero te lo puedo mostrar.

Asmodeo asiente y ambos van a buscar a Lucifer. Iban a necesitar su ayuda para lo que querían hacer, y si As tenía razón, había descubierto por dónde empezar a buscar a su padre.

Raffe pudo detener a su hermana cuando estaban muy cerca del claro.

- Pheebs, llevo un rato detrás de ti, y sé que lo sabes – dice cansado de ir unos pasos por detrás de ella. En verdad le estaba dejando un poco de espacio, pero quería hablar con ella.

- Déjame en paz, Raphael – gruñe ella.

Raffe se alarmó cuando lo llamó por su nombre completo, así que no le quedó más remedio que interponerse en el camino de su hermana. 
Phoebe escondió su rostro con su cabello, pero el chico consiguió ver sus lágrimas. No soportaba ver a su hermana llorar.

- Pheebs... - susurra cogiendo la mano de su hermana -. Cuéntame que ha pasado, por favor.

La chica no lo aguantó más y se abrazó a su hermano mientras lloraba. No sabía muy bien por qué lo hacía. Estaba asustada. Tenía miedo de no poder recuperar a su loba, y no sabía que le había impulsado a hacer lo que hizo con Asmodeo en la mansión. Su interior era un revoltijo de emociones y solo quería un momento de paz. Olvidar por un momento las preocupaciones.

Un ruido hizo que Raffe alzase la cabeza y vio a Isabelle. Los miraba preocupada.




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